Nada más llegar a mi departamento, me apoye con sutileza en la puerta y respire hondo. Esto no me puede estar pasando a mi. De solo pensarlo, una alegría inmensa, difícil de explicar, recorre mi organismo. Yo, Emma Vega, había besado a mi exdirectora de universidad, no solo eso, si no que la había besado dos veces y esa exdirectora no era nada más ni menos que Wilhemina Venable.
-¿Qué hay de cenar?-una pregunta, ilocalizable, resonó por todo el apartamento.
-¡Ahh!-grité de miedo mientras buscaba el interruptor de la luz.
-Hola.-dijeron Peter y Susan a la vez. Juro que los mato.
-¿Sabéis el susto que me habéis dado?-les pregunté enfadada.-¿Cómo diantres habéis entrado?
-Pues con esto.-me contestó Peter con la llave en la puerta.-Se llama llave. ¿Quieres que te expliquemos para que se utiliza?
-Cállate. Ya sé lo que es una llave.-le conteste mientras me encaminaba hacia el sofá.-¿Qué demonios hacéis aquí?
-Oh, bueno, eso tiene una explicación.-Peter levantó la gran caja que tenía en las manos.
-Veras, tu cumpleaños es dentro de tres días y queríamos regalarle algo especial.-comenzó a relatar Susan, evadiendo mi pregunta. No le seguí haciendo caso y me fije más en la caja.
-Chicos.-respire muy hondo.-¿Por qué la caja tiene agujeros?-les pregunté con temor apartándome de ellos y sentándome en el sillón.
-Esa es la cosa.-me contestó Susan mientras le arrebataba la caja a Peter con delicadeza.
-Oyeee.-se quejó Peter.-Se lo quería dar yo.
-¿Qué hay en la caja, chicos?-pregunté desesperada.
-Descúbrelo por ti misma.-Susan dejó la caja con delicadeza en mis piernas y se apartó de mí rápidamente.
-Si esto es una clase de broma, no tiene gracia.-les advertí señalándoles con el dedo.
-Tu solo ábrela.-dijo Peter con una sonrisa.
Los mire de nuevo, buscando algún indicio de culpabilidad de su mirada, pero no había nada, tan solo alegría. Dejé la caja en el suelo y poco a poco comencé a quitar la tapa. Segundos después la alegría que ya sentía se multiplicó por cinco.
-¿¡Me habéis regalado un gato!?-exclamé mientras cogía al pequeño gato entre mis brazos.
-¿Te gusta?-preguntaron a la vez.
-Me encanta, siempre había querido tener uno.-les conteste mirando al gato negro y blanco entre mis manos.
-¿Ves cómo le iba a gustar?-escuché que le preguntó Susan a Peter.
-Ya lo sabía.-le contestó el medio enfadado.
-Te quería regalar una serpiente.-sentenció Susan cerrando los brazos, a lo que yo mire a Peter con los ojos bien abiertos.
-¿Qué?-preguntó él como si nada.-No tienen tantos cuidados.-intentó explicarse.
-Y también te pueden matar.-le dije como si fuera obvio.
-Buen punto.-dijo pensativo.-Deberé cambiar mi lista de deseos para mi cumpleaños.
-¿Has pedido una serpiente?-le preguntó preocupada Susan.
-Ya no.-se excusó él levantando los brazos y sentándose en el sofá. Iba a decir algo, pero el gato comenzó a maullar.
-¿Qué nombre le vas a poner?-preguntó Susan cambiando de tema.