Capítulo XXVIII

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– ¿Qué lees?-me pregunta André sentándose a mi lado.

– La divina comedia.-le contesto sin apartar la mirada del libro que ha conseguido atraparme.

– No te daba por una persona de Dante.-se ríe.

– Te sorprendería.

En realidad es lo primero que leo de Dante y no puedo quejarme.

– Déjala en paz, André.-salta Beverly.-Parece estar entretenida. Hacía mucho que no veía a alguien de tu edad disfrutar de un libro de ese calibre.

– ¿Cuántos años crees que tengo?-me rio internamente.

– Diría que unos veinte, pero se que has estado en la universidad así que...

– ¡Traerlos ahora mismo!-ese grito hace que Beberly pare de hablar.-¡Ahora!-conozco esa voz y por eso mismo dejo el libro en el sofá y salgo disparada hacia su origen.

Un guardia me corta el paso en cuanto llego a ellos. Me sorprendo cuando veo a Emily y Timothy en ropa interior mientras son arrastrados hasta el despacho de Venable.

Mis Mead toca su puerta y después de unos segundos esta se abre para dejar ver a su dueña. Le susurra unas cuantas cosas al oído, me tenso cuando la mirada de Venable recae en mi.

– Me he llevado una decepción.-Venable sale de su despacho para encararlos. ¿Qué está pasando?-Ya saben lo que les va a pasar ahora.

– No tiene que pasar nada porque no hemos hecho nada malo.-dice Timothy con rencor mientras que Emily se dedica a negar con miedo.

– Les expliqué las normas a su llegada.

– Sus propias normas.-ambos unen sus manos.-La cooperativa no prohíbe el sexo.

¿Perdón? ¿Qué han hecho?

– ¿Quién les ha dicho eso?-la mirada de Venable viaja entre ellos y yo, parece nerviosa.-Langdon.

– El puñetero portátil de su habitación.-tengo que calmarme para no saltar y gritarle a Timothy que es idiota.-Usted se inventó esas estúpidas normas de mierda.

– Está enferma.-¿qué acaba de decir Emily?

– Cuidado con lo que dice.-la mira de mala manera.-A pesar de que en el mundo hay siete mil millones de cadáveres insepultos, solo piensan en fornicar. ¿Y yo soy la enferma?-me mira por un momento.-Les daré otra oportunidad más. Pero anden con ojo.-acto seguido los dos guardias los sueltan.-Váyanse antes de que cambie de opinión.

Y aunque haya hecho eso, soy incapaz de quedarme. Cuando quiero darme cuenta ya estoy de vuelta en el salón.

¿Qué demonios acaba de pasar?


. . . . . . . . . .


– Esta canción me pone melancólica.-fijo la vista en la presentadora.-Sonaba en un episodio de The Hardy Boys, en el que se moría la novia de uno de los Hardy.-se sienta a mi lado en el sofá.-No recuerdo ni cuál. Estaba pilladísima por Shaun Cassidy.-sonríe como una niña pequeña.-Que inocentes éramos.

– Menudo aburrimiento.-resalta Coco.

– Coco...-le advierto.

– ¿Qué? Es verdad.-finge jugar con una uva de mentira.-Menudo aburrimiento.

The Hardy Boys tuvo muchísimo éxito.-le dice con seriedad Beverly.

– Como para no tenerlo. Solo había tres cadenas.-la miro de mala manera. "¿De qué va?"-Justo por esa razón esto nos cuesta más a nosotros, los jóvenes...-se señala a sí misma.-... que a vosotras, las momias. Como mucho elegías entre dos o tres cosas cutres en la vida.

PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora