Capítulo XXV

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La primera noche ha sido algo difícil; el ruido del fuego del pasillo no ha parado de despertarme cada dos por tres. Y a eso sumándole las constantes inexplicables pisadas por todo el lugar...han logrado provocar escalofríos cada vez que cerraba los ojos.

Creía que con la visita de la señora Venable mis nervios hacia este lugar se calmarían, pero todo lo contrario. Mi pregunta le debió de sentar mal porque al hacerla se levantó y me dio las buenas noches para después marcharse del lugar. "¿He hecho algo mal?"

El desayuno y la comida de hace unas cuantas horas han sido demasiado...incómodas, por así decirlo. Con lo que pasó la noche anterior con Coco y su bofetada, nadie se atrevía a quejarse o incluso a hablar en voz alta. Así que ambas comidas se han ceñido a susurros casi inescuchables. "Si, ha sido demasiado incómodo y... raro".

La rareza si que es una virtud que gobierna por completo este lugar; la cero electricidad, los grises, los púrpuras, las instalaciones que parecen esconder algo, los pasillos... todo. Todo lo que veas, puede resultar en una hipótesis de rareza.

Entre susurros, que ni siquiera iban dedicados para mi, he logrado enterarme de que ellos tampoco logran dormir por las noches. Bueno, todos menos Evie, ya puede estallar otra bomba nuclear, que no se despertará.

El peor que lo lleva es Andre, perdió a su novio Stu cuando todo esto empezó y ni siquiera tuvieron tiempo de despedirse. La bomba le pilló en una parte alejada de la ciudad, por lo que no logró llegar a tiempo al refugio aunque tuviera un pasaje hacia su interior.

No sabe si está vivo o muerto, pero por lo que comenta... prefiere mil veces que esté muerto, a tener que enfrentarse al invierno nuclear.

Por lo que he podido observar, Malcon Gallant es un oportunista de mucho cuidado. Llegó aquí aprovechando dos boletos que Coco tenía libres. Aunque no podría decirse del todo así ya que, él lo único que hizo fue quitarle la plaza al antiguo nuevo de la susodicha. Así es como lograron entrar él y su abuela Evie. De otra forma no hubiesen podido entrar, su abuela había sido una antigua actriz de Hollywood y él era solo un estilista de famosos.

Evie, había conseguido ser púrpuras porque su abuela, en algún punto de su vida, asistió a los Oscars y porque decía haber sido mejor amiga de Natalie Wood. Mientras que su nieto, al ser el estilista de Coco, esta argumentaba que no podía tener las manos sucias como las tenían los grises, por lo tanto, lo convirtieron a un púrpura.

Mientras tanto, Mallory, la "sirvienta" de Coco, había sido reducida a eso... a una simple gris. En la hora de comer he tenido la oportunidad de entablar una pequeña conversación con ella cuando todos no miraban. Anteriormente, era la asistente de Coco, así que su situación no ha hecho más que agravarse. Cuanto más hablaba con ella, más se notaban sus ganas por convertirse en púrpura. "Normal".

– ¿Emma?-llaman a mi puerta sacándome de mis cavilaciones.-¿Estás ya? ¿Vienes a cenar?

Me coloco bien el pesado vestido antes de abrir la puerta y fingir una sonrisa. Creo que nunca había tenido que fingir una sonrisa hasta que llegué a este lugar. "¿Cómo vas a estar alegre cuando un apocalipsis nuclear ha estallado ahí afuera y la gente muere poco a poco? Pista: no puedes".

Si, ya estoy.-le contesto a Emily, quien se encuentra con Timothy.-Vamos, me muero de hambre.

– Esta tarde te has ido pronto.-comenta Timothy mirándome apenado.-¿Estás bien?

– Si. Solo quería leer en paz.-esta tarde, después de comer, he cogido un libro de la enorme biblioteca para así acabar con un poco del aburrimiento que se esconde por este lugar.

PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora