so tired

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Los pájaros y su constante sonido despetaron esa mañana a una despeinada e irritada niña de cabellos dorados, bañada en sudor y con su respiración cortante. Fiebre al máximo indicaba el termómetro. Por suerte que ese día no asistía a ningún entrenamiento y disponia de tiempo para descansar, sin embargo, su padre salia de casa lleno de preocupación directo al trabajo, dejando bajo a cargo de la pequeña a su madre. La pequeña, de ojos hermosos, habia pasado toda la noche desesperada rodando por la cama sin inmutarse a decirle a su padre la verdad de como habia enfermado y, este suponiendo que habia sido por estar jugando en la nieve a muy temprana hora, no tomo cartas en el asunto. Eilyss sabia perfectamente que fue por su necedad el estar enferma pues quedarse solo con medias caminando por toda la mansión A.Hudson realmente no habia sido una buena idea y esperaba con ansias que la entrenadora no enfermara también.

Haruk caminaba tenso, sus pisadas eran fuertes contra el pavimento, tan fuertes que levantaba el polvo. Sus pensamientos viajaban en su mente de una esquina a la otra y rogaba a los cielos porque su pequeña nena no tuviera complicaciones y que al regresar le hiciera un berrinche por no haberse despedido de ella. Llegaba a la entrada de la estación de trenes justo a tiempo, visualizando la entrada al tren que le correspondía, corrió hacia ella alcanzando a entrar y encontrar un lugar para tomar asiento.

[Número desconocido]

7:00
Buen día, hablo solo para confirmar que este sea su número, señor Haruk.

7:13
Y yo desearía saber quien me habla y porque sabe mi nombre.

7:20
Nathya Hudson, su nena me dio la carta con su número telefónico.

7:25
Lamento la molestía.

7:37
Ahora la puedo guardar. Y disculpe mi mal humor.

[Srta. Nathya H. ]

Manteniendo la mirada por la ventana del tren, guardó el aparato dentro del bolsillo de su largo abrigo y suspiró con fastidio. Realmente aún no comprendía su mal humor, al parecer pasar mucho tiempo con su nena había creado otro tipo de conexión, muy diferente a cualquier padre e hija del pueblo, pues creía que si su hija se sentía mal él también lo estaría y no solo por empatía. Él realmente se sentía mal, agotado y superado. "Estoy siendo fuego, papá" y ese mínimo recuerdo de su hija manteniendo su distintiva lógica le hizo sonreír. Su pequeña Eilyss le devolvió la vida después de la muerte de Rebecca. Y le obligó a mantenerse de pie.

El sonido del tren frenando lo trajo de regreso al presente, vio a las personas salir apuradas y el siguió sus pasos pues también iba con el tiempo medido, recorrió el mismo camino que días atras había recorrido y llegó a la escuela del amable tío Ben. Esta se encontraba sin niños aún pues solamente era la semana de inscripción e información del personal. Al principio no creyó que la escuela fuera realmente conocida, ya que se encontraba en las calles menos concurridas de la ciudad lejana, a pesar de eso las familias llegaban buscando información y sin dudarlo mucho decidían que sus hijos se quedaran a estudiar ahí.

- buen día, soy el maestro Amurabi estoy a cargo del grado de preparatoria, tomen asiento por favor - Saludó a una nueva familia que entraba, llamando la atención del bello nene de pelos rojos ondulado quien tomaba la mano de quien parecía su madre.

- buen día, ¿usted es de aqui? - preguntó curioso el chiquillo.

- no, de donde vengo es un lugar lejano - con atisbo de misterio dirigió su vista a la señora que le sonreía animadamente - pero es secreto. Ya sabes debemos mantener nuestra identidad en secreto.

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