new colors

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Mediados de noviembre, es un mes crucial en todo el país, porque del frío ni el pueblo se salva esta vez. Los lagos comienzan a congelarse y el verde pasto al fín se torna blanco, no se ven tantas personas afuera pues estas disfrutan más de los días primaverales. Los vecinos sacan de su guardarropa los abrigos y las botas, que pasan todo el año en el rincón del armario, para afrontar las bajas temperaturas. Durante esta época, lamentablemente, es en donde la mayoría de los arboles son talados para conseguir un poco de leña para las chimeneas y mantener caliente el hogar. El rebaño se guarda junto con la cosecha, esperanzados de que está última sea suficiente para la cruel nevada. La familia Amurabi disfruta de las últimas uvas, mientras ven una caricatura, escuchan a Eilyss reír por las tontadas del dibujo animado mientras que los mayores lo hacen de las fuertes risas de la pequeña. Han pasado dos días desde el incidente de la joya, un tema del cual no se ha vuelto a tomar, sin embargo, él sabe que la pequeña llega de vez en cuando a su habitación para husmear dentro de esa caja.

- papi... dijiste que me darías de eso - recordó la niña volviendo su mirada a su padre, quien la miraba atentamente desde el sillón de la sala.

- nunca dije eso. No hay que mentir, nena. - replicó moviendo su copa. Vino dulce, uva en su esplendor. Y un bajo por ciento de alcohol.

- di...dijiste que tiene uva papi. Solo un poco ¿si? - dijo llegando hasta él, uniendo sus manitas y formando un puchero.

- vamos a comer solo uvas tu y yo... ¿afuera? ¿quieres ver las estrellas? - propuso, llamando de inmediato la atención de la pequeña niña.

- sí, sí bien... voy un... abrigo sí.

Después de todo, cambiar de tema era fácil, Haruk no siempre lo lograba pero esta noche parecía llevarse el premio. Esperó por su hija mientras revisaba su telefono y los mensajes que habia ignorado con anterioridad, luego de varios minutos escuchó a su hija tararear una canción mientras cuidaba los pasos que daba al bajar los escalones. Salieron de casa recibiendo la fuerte y fría ventisca de la noche que hizo erizar la piel expuesta.

- papá, te juro que esa es una rana... créeme - le dijo señalando el cielo, directo a las estrellas donde ella habia notado la figura del animal - solo... te falta imagiacion... papí.

- imaginación - corrigió - y no, esa es una mariposa, la de allá es la rana... lo estas confundiendo Eilyss.

- no, no, me niego - dijo haciendo de sus brazo una "X" - esa es la rana, una bonita rana.

La nena sonrió entretenida mordiendo su labio inferior al lado de su padre que negaba, haciendo molestar a su hija. - bonita nariz... bonitos ojitos - le dijo cuando la chiquilla colocó su cabeza arriba del mayor, interrumpiendo la vista de las estrellas a su padre quien carcajeó al verla - basta, estamos adivinando, no me dejas ver.

- tienes ojitos lindos... - le hizo saber la pequeña tratando de que sus palabras hicieran el mismo efecto, fallando rotundamente cuando lo vio igual - ¿por qué no te pones rojo, papá? Debes ponerte así.

- ¿cómo tú, bonita? Uhm, no así no. - le explicó - no funciona. - se rio de ver la cara molesta de su pequeña niña - vamos adentro, tenemos que dormir bien... mañana vemos a la señorita Nathya. - la nena se alejó de él con un salto totalmente emocionada y comenzó a correr por todo el jardín trasero de la casa mientras aplaudía y reía como si un buen chiste le hubiesen contado.

- sí... sí, al fin - gritó la pequeña cayendo a la nieve, carcajeando rodando en ella. - quiero dormir ya... así mañana vendrá rápido - comentó y corrió dentro de la casa olvidándose de su padre.

Luego de una larga noche escuchando a su hija emocionada comentar sobre unos cuantos secretos de la entrenadora, tratando de hacerse el sordo para evitar la incomodidad, su pequeña quedó rendida a medio chisme. Después de casi tres semanas sin verse era muy bien merecida una visita a la chica de cabello negro.

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