will you

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Los meses que han pasado fueron ligeros.

En el pueblo las familias han vuelto a disfrutar del ameno clima. Se oyen los pasos de los niños al pisar la tierra porque caminan al parque o se escuchan a las personas platicar afuera disfrutando de los refrescantes vientos de octubre. Ha pasado un año ya, desde que la familia Amurabi conocio a la pelinegra, en aquella pequeña e interesante propuesta de un mes de entrenamiento que sin saber se convertiría en la mejor decisión de cada uno.

Eilyss habia sido tomada en cuenta como una de las imágenes inspiradoras del año, apareciendo en la portada de una de las revistas más reconocidas de la ciudad del Este, sin embargo, a petición de su padre, esta quedó recorriendo solo esa ciudad. Porque el reconocimiento ahora no era necesario y menos si su hija ya no era consciente de ello.

No obstante, Nathya ya contaba con cuatro alumnos más, cinco con Eilyss. A quien le regalaba más tiempo del requerido por el deterioro que su mente estaba teniendo con las últimas visitas.

Haruk había terminado satisfactoriamente otro año escolar y esperaba regresar al siguiente para continuar dando lo mejor de si mismo y, claro, aprovechando ese tiempo para compartir con la chica a quien, con cada día que pasaba, iba entregando su corazón.

Elena y el vecino construyeron una fuerte relación que no llegó a nada más que besos y abrazos; según ella, ambos son viejos como planificar una boda o algo serio sabiendo que los días los tienen más cortos. Por lo que disfrutan de salidas, noches enteras y hasta pequeños viajes, en donde Haruk es el chofer. Porque sí, al fin pudo comprar un auto.

Ron, salió del país aprovechando la oportunidad de reconocer su marca de tatuajes, de vez en cuando habla con Nathya. Otras veces la deja en el olvido.

Agnés y el amable tío Ben estaban a cinco horas de su casamiento y por la llamada que le hizo la chica a Haruk, al parecer ella ya no cabe de la emoción. Si fuera por Agnés, se hubiera casado el mismo día en que este le propuso matrimonio.

Eilyss entró corriendo a la habitación de su padre con el vestido y las zapatillas nuevas que fueron su regalo; sin mencionar nada más salió dejando sus prendas sobre la cama. Su padre con una mueca de duda caminó afuera de su espacio, encontrándose con la nena sentada en el suelo justo al centro del pasillo.

- ¿qué sucede ahora?

- no... no puedo po...po...ponerlo - respondió bajando la mirada a sus manos unidas, su padre caminó hasta ella cuando escuchó los sollozos de su pequeña y la frustración que sentía, la nena comenzó a temblar y a sudar frío mientras sus lágrimas caían a sus manos - pa...pi... no pu...puedo - musitó respirando cortante mientras tomaba el cuello de su blusa en desesperación. Una crisis.

Su padre optó rápido por recostarla sobre la superficie y tomar fuertemente sus manos para que no se hiciera daño.

- ¡mamá, ven! - gritó angustiado por el color rojizo que estaba tomando su pequeña - ¡mamá! - la nena había comenzado a temblar y a toser mientras sollozaba y trataba de zafarse de su padre. - tranquila, amor... ¡mamá!

- cari... oh, por Dios, Eilyss - asustada la mujer llegó hasta ellos y comenzó a acariciar la cabeza de su nieta - nena, tranquila. Ya pasará... - llevaban alrededor de dos meses con esos mismos síntomas, haciéndose a la idea de que asi pasarían el resto de la vida. Tan de repente y sin esperar la nena comenzaba a llorar por pequeñas cosas, por ejemplo: no poder colocar pasta dental sobre su cepillo.

- de...déjame, papi... pa...pi me lastimas... papi... no, por favor, su...suéltame - decía removiendose sobre el suelo, evitando a toda costa que su padre la abrazara - pa... por...por favor, duele. Papi... duele.

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