Haruk y Eilyss, alcanzaron a tomar un taxi antes de que otra ventisca les hiciera volar. Acababan de llegar a la ciduad lejana para la primera práctica, cuando la lluvia se dejó venir y con ella los tormentosos vientos. Corrieron hasta dar con una parada de taxis y lograron conseguir uno casi al momento en que llegaron. La pequeña se deslizó por el sillón hasta llegar a la ventana para admirar, desde adentro, el hermoso paisaje invernal, sus ojitos color miel brillaban al notar las gotas de lluvia deslizarse por el ventanal y reía al ver a una de ellas llegar hasta abajo para luego buscar otra y seguirla con el mismo recorrido. A lo lejos, escuchaba a su padre darle las indicaciones al piloto del auto para después ver como los árboles iban quedando atras.
El camino se hizo lento a consecuencia de la lluvia, el tráfico aumentó y con el la precaución de los conductores, que preferían bajar el nivel de velocidad a provocar algún accidente. La nena comenzó a tararear una canción ignorando el hecho de que su padre le hablaba.
- Eilyss... estamos a dos calles, comienza a colocar tu bufanda por favor - le escuchó. sin responder de forma verbal comenzó a buscar su prenda, al encontrarla empezó a enredarla en su cuello de forma brusca, apretando de más la tela.
- papi... papi... - llamó apretando más sin poder controlar su propia fuerza, Haruk asustado giró rápido hacia ella notando como su hija se estaba impidiendo el paso de aire por si misma.
- nena, ¡suelta, suelta! - alertado, gritó, asustando también al piloto, que detuvo el auto justo al frente de la academia, y giró para verles, preocupado. El padre, aliviado, logró desatar la bufanda y negando la acomodó en el cuello de la pequeña, alejando sus manos cuando intentó volver a apretar. - ya no, ahora yo te la voy a poner - término de decirle. - gracias, ¿cuanto seria? - preguntó al piloto.
Después de pagar por el transporte, salió del auto ayudando a su pequeña a pararse firme sobre la densa nieve, la nena se despidió del señor al verlo ya lejos. Tomó la mano de su padre y comenzaron a caminar hacia las enormes puertas de madera que les dieron la bienvenida.
- ¿será que está aquí? - preguntó el padre para si mismo, al ver que la entrenadora llevaba mucho tiempo sin abrir. - señorita Nathya - gritó. - no, nada...- volvió a decir, tocando de nueva cuenta la puerta.
La chica apareció luego de veinte minutos, con el pelo mojado y una toalla al rededor de su torso, con una sonrisa ladina que mostraba sus profundos hoyuelos y unas grandes ojeras debajo de sus ojos. - buen día - con voz frustrante, saludó. - pasen por favor, y disculpen la demora. - dijo llevando su vista a sus pies descalzos. El señor preocupado, hizo que su pequeña pasara de primero y luego le siguió él.
- Nath, hay que practicar mucho - mencionó la pequeña levantando sus manos al cielo, mostrando sus dientecitos. - ¿Nath?
- sí, pequeña, vamos a... a practicar y... y dar lo mejor. - respondió con notable falta de motivación.
- Eilyss, ve a alistarte ahora llegamos - pidió Haruk, luego de ver a la joven caminar hasta la cocina. No lo pensó, ni una o dos veces, y la siguió hasta donde ella se detuvo. - ¿sucede algo, señorita? - preguntó dandole un fuerte susto.
- señor Haruk, que susto - dijo, haciendo el agarre a la toalla aún más fuerte - ¿q...qué hace aquí? - cuestionó desviando su vista al frigorífico de la isla.
- uhm, usted tiene algo, ¿puede confiar en mí y decirme qué le sucede? - dijo llevando su mano al hombro de la chica en donde la piel estaba expuesta. Viéndola dar unos pasos hacia atras, le escuchó suspirar pausadamente.
- señor Haruk... ¿cómo sabe usted que está enamorado? - preguntó de repente, llamando la atención del mayor quien elevó una sonrisa.
- ¿está enamorada?
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Second Chance
Humor"¿Te sientes cansada? Bien, mis brazos te sostendrán. Me encargaré de guardar tus sueños en mi mano y te ayudaré a cumplirlos. Te amo, mi pequeña, yo siempre lo haré..." Cuando todo se vuelva difícil, siempre habrán segundas oportunidades para volv...