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Octubre se acaba y lo confirma el hermoso amanecer a tonos naranjas y rosados con el que esta pintado el cielo despejado, ya se escuchan caminones llegar al pueblo a comprar las recientes cosechas y a las personas hablando y negociando desde horas antes de que el sol saliera, el sonido de los gallos dándole los buenos dias a el último día de entrenamiento del mes de prueba. Está nervioso, no sabe realmente a que conclusión llegar ¿debería su hija continuar? Se pregunta mientras disfruta un rato más de verla descansar abrazando su almohada y tapada hasta los hombros tal y como su padre tiene por costumbre de acurrucarla cada vez que llega la hora de dormir. La alarma suenó y levantó a su hermosa durmiente quien con solo ver la figura de su padre esbozó una sonrisa fina mostrando sus, aún, dientes de leche, los cuales la nena no esperaba botar para poder cambiar. Rascó débilmente sus ojos con su puño y bostezó estirando sus brazos hacia arriba.

- hola, mi amor ¿qué tal dormiste? - preguntó el padre acercándose a su pequeña para enterrar su nariz en la curva que se hacía entre el cuello y hombro de su pequeña.

- pa...pi - mencionó con dificultad la nena, riendo por las cosquillas que le daba la respiración de su padre en la zona - no... así no...

- ya, nena, ¿cómo dormiste? - se posicionó rígido y volvió a preguntar viendo a su hija.

- bien, papi... aún tengo sueño - habló la nena volviendo a bostezar. - ¿hoy vamos con la señorita Nath? Quie...quiero verla.

- uhm, Sí... pero primero debemos desayunar - atinó a responder llevando su vista a la ventana de la nena tomando mucho aire para luego expulsarlo duramente - ve al baño a lavar tu boca... luego bajas ¿de acuerdo? - le vio asentir y con ese último movimiento salió de la habitación de su hija.

Después de llegar al primer piso se encontró con su madre, con sus ojos cerrados sonriendo genuinamente, bailando al ritmo de una balada que rebotaba por todos los rincones de la sala. Elena, mantenía sus brazos de manera que imitaba la forma a la cual debería a tomar a su pareja, sin esperar un momento más llegó a ella para adaptarse a su ritmo y figura, sorprendiendo de repente a su madre quien al sentir su cuerpo abrió sus ojos y sonrió - mi pequeño... ¿ya tomaste una desición? - preguntó mientras continuaban bailando de aquí y allá, le vio asentir - muy bien, confío en ti - le hizo saber deteniéndose para verlo a los ojos y sonreír llevando su mano a la mejilla de su único hijo.

- lo sé, mamá. Gracias...

- papi... yo también, yo... - la vocecita de la nena alcanzó sus oídos haciéndoles parar al instante en que sintieron las manitas de la niña jalando de su ropa - yo... yo papi... también yo.

- bien - respondió. Su madre se alejó para contemplar por unos intantes la calma con la que su hijo cargaba a su nena, quien recostó su cabeza en el hombro de su padre. Siguiendo el ritmo de la balada balanceaba el cuerpo pequeño de su niña quien tomó fuertemente el cuello de su progenitor - mi hermosa - le susurró escuchando la risita tímida de su hija.

- voy por leche... y miel - escucharon a la abuela decir ganándose una rápida mirada de su hijo, en burla, haciendo que sus mejillas ardieran en un rojo intenso - ya, niño. - se rio - eres un caso.

- ve con cuidado mamá -  avisó viendo salir a su madre. - muy bien, mi Eilyss, tenemos que comer... ¿te parece uhm, avena?

- y uvas...

- bien, creo que aún hay uvas - bajó a su niña y caminó con ella a sus espaldas, hacia la cocina - uvas... ugh, no hay más. - habló para el mismo - hoy será solo avena, Eilyss - la naricita de la pequeña comenzó a arrugarse mientras ponía su labio inferior abultado - ya, no hagas esas caras, prometo que mañana habran.

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