Capítulo 2: Favores.

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Como todas las mañanas desde que vivía allí, salió a correr, en un limpio chándal negro de marca y disfrutando de los pequeños placeres que relajan a su lobo. Aún el sol no había salido, había una espesa capa de nubes grisáceas anunciando la lluvia que se acercaba, el frío que acompañaba a ese clima húmedo se calaba en el hueso de todos los neoyorquinos, por lo que ese día había menos gente de la usual cerca del y del camino que seguía para correr.

Cuando las primeras gotas del chaparrón que estaba por caer cayeron sobre él aún estaba a un cuarto de su carrera, aún así se giró y regresó con la misma carrera hasta el edificio en el que se hospedada con su tío. Llamó al ascensor y tocó el número de su piso antes de apoyar la espalda en uno de los espejos que cubrían todas las paredes del ascensor exceptuando la pared en la que estaban las puertas y los números del ascensor.

La puerta se abrió haciendo que se sintiese abrumado de golpe, el olor a familia, a manada... el olor característico de Malia estaba allí, en el pasillo, pero no había ni rastro de ella. Se recompuso saliendo y afilando sus sentidos por si alguien se había colado en su piso con el propósito de dañarlo, se escuchaban dos corazones, uno con un pulso nervioso y el otro acelerado como si acabase de correr una maratón.

El hombre lobo frunció el ceño, sonaban cerca, como si estuviesen en la entrada esperando alguna señal divina para salir.

—Esta afuera—Escuchó la voz de su sobrina.

—Pues dile que entre, no sé es su casa—Recordaba la voz a la perfección, era la de aquél chiquillo nervioso que había dicho que su prima era de su manada.

—Derek—Soltó su prima—. ¿Es tu casa, sabes?

El alfa salió de su ensoñación otra vez girando el pomo de la puerta para colarse dentro cerrándola a su espalda. Su prima se veía bien, para nada parecía que hubiese perdido el control hacia apenas unos días, se veía cuerda y tranquila ante la presencia del otro chico.

—¿Podemos hablar?—Preguntó la chica, mientras el castaño colocaba una de sus piernas sobre la otra y volvía a prestarle atención al móvil. Derek la miró, señaló al humano con la barbilla y volvió a mirarla con el ceño fruncido—. Puede quedarse, lo que te dijo es cierto, somos manada.

—Si a ti no te importa—Añadió acercándose a ellos y sentándose sobre la mesa frente a Malia, ella volvió a sentarse quedando frente a él, Stiles en el otro sillón pareciendo un espectador.

—No quiero volver a Beacon Hills, no con la familia—Tragó en seco, llevando una de sus manos a la cara para quitar una capa de polvo inexistente—. Aquí he encontrado lo que en casa nunca hice, aquí me siento bien, siento que puedo ser yo misma sin tener que cumplir las ridículas expectativas de Talia.

–Has perdido el control—Añadió el lobo.

—Eso no tiene nada que ver con estar lejos de casa—Stiles la interrumpió.

—Malia no hables de ese tema—Derek frunció el ceño mirando al chico, quien le devolvió la mirada y añadió:—. Es un asunto que tenemos que comprobar y lo importante es que nadie salió dañado.

—Hasta que alguien lo salga—Arrebató el alfa.

—Y no pasará—Contestó, manteniéndole la mirada como si su naturaleza no le intimidara—. Te lo aseguro Hale.

—Derek—Volvió a llamar su atención la chica—. Te aseguro que estoy con las personas indicadas, nuestro alfa es un alfa verdadero, hay otros hombres lobo de mi edad, y en caso de que pase cualquier cosa están Stiles y la nieta de Gerard, no corro peligro, y tampoco lo hace la gente de Nueva York, así que por favor, iros.

El moreno negó con la cabeza.

—No nos vamos a ir.

—¿Por qué?—Preguntó el otro.

—Stiles cállate—Le pidió su prima, a lo que el humano se dejó caer contra el respaldar volviendo a darle toda su atención al móvil—. ¿Por qué no os vais?

—Que estemos aquí es una orden de Talia, si ella no nos manda a casa, nos quedamos—Malia rodó los ojos dejando escapar una carcajada sarcástica.

—Eso es a lo que me refiero, sois familia, manada, por encima de a lo que os dediquéis—Derek miró de forma rápida a Stiles dándole a entender que tuviese cuidado con las palabras—. ¡Stiles ya lo sabe! es mi amigo y me acepta aunque tenga una familia tan turbia y jodida como para ver bien que se les trate de forma tiránica.

—Malia las cosas no son así.

—¡Sí que lo son! No te mientas a ti mismo Derek—La chica miró a los ojos a su primo, dándole a entender con una sola mirada que todo el dolor que expresaba era el dolor que sentía.

—Sé que me dijiste que me callara pero tenemos que irnos, tu padre ya viene—El lobo frunció el ceño y la coyote suspiró asintiendo con la cabeza de forma lenta.

—Está bien Sti. Derek, reflexiona sobre lo que te he dicho, y no le digas a Peter de qué hemos hablado—El mayor asintió con la cabeza antes de ver como los dos chicos se iban.

Se movió levemente, ocupando el sitio que había tenido el chico en el sofá, olía a manada, a angustia y a químico. Se quedó allí un rato, mirando a algún punto indefinido tras el ventanal de la sala hasta que no pudo con el olor que cubría toda la habitación, entonces se dirigió a su cuarto, buscando la última cajetilla de tabaco que había comprado para darle caladas a aquella mierda en la sala, así se desestresaba y se libraba de aquél olor.

Black Wolfs [Sterek].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora