Capítulo 9: ✨9✨

653 80 0
                                    

El federal echó hacia atrás cubriéndose la cara con los guantes de boxeo color rojo. Llevaba una camiseta de tirantes blanca con leves manchas de sudor y un pantalón de chándal negro como los guantes que usaba su adversaria para golpearle. Ella era alta y delgada, rubia y de unos hermosos ojos azules. Le dedicó una sonrisa cínica en la que dejaba claro su superioridad antes de lanzarle otro puñetazo.

El castaño lo recibió, perdiendo el equilibrio por un leve momento, la chica aprovecho para golpearle otra vez, en esta ocasión en el estómago. El chico se echó hacia atrás en un pequeño salto, recomponiéndose lo suficientemente rápido como para evitar el siguiente puñetazo que trató de darle la rubia.

Stiles paró el golpe, dándole uno rápido en el lado derecho de la cabeza. La chica ni se inmutó ante el golpe, alzando la pierna para meterle una patada en el mismo sitio. Por suerte el chico se agachó lo suficientemente rápido aceptando un puñetazo a la altura de sus costillas mientras se incorporaba.

—Dobry hit, Stilinski—El fuerte acento polaco de la chica retumbó dentro de sus oídos, haciéndole sacar una sonrisa. La mirada del humano fue de forma rápida a Braeden, quién acababa de entrar en la sala y se había cruzado de brazos junto a la puerta, las vendas en las manos le indicaban que también quería darse de ostias, su ceño fruncido era parte de la teoría—. ¡Céntrate, imbécil!

Le chilló la chica metiéndole una patada, esta vez justo en el centro de su estómago. El chico se tambaleó, echándose a un lado en un rápido brinco para evitar el siguiente puñetazo, pero no evitó el siguiente que fue directo a su mandíbula.

—No lo machaques—Intervino Braeden, alejándose de la pared en la que estaba, y acercándose a ellos contoneando la cintura en su lento caminar—. Yo también necesito descargarme.

A la rubia se le escapó una carcajada, le dedicó una rápida mirada al castaño y se bajó del rin en dirección a los vestuarios.

—¿Mal día?—Preguntó Stiles.

—Protecciones y guantes fuera—Contestó, quitándose los guantes al momento y lanzándolos fuera del rin, el casco blanco que llevaba no tardó en seguirles—. Tengo problemas en el paraíso.

—Te entiendo—La chica empezó a dar pequeños saltitos, al momento el castaño la imitó.

—Creo que mi novio tiene una amante—Stiles se quedó quieto, alzando una ceja sin creérselo, al fin y al cabo tenía delante a Braeden en un chándal demasiado ajustado, sabía a la perfección de las curvas de la morena, aunque quizás le faltaba un poco de carisma.

El castaño se llevó un puñetazo a la altura de la nariz, lo que le llevó a volver a dar brinquitos sobre el rin, tratando de huir de los golpes de su compañera a la par que se centraba en lo que le decía:

—No es que le haya visto con ninguna, pero el otro día vi unos mensajes extraños en su teléfono mientras se estaba duchando—El humano estuvo a nada de recibir un puñetazo en el cachete—. Y como tiene a todos sus contactos agregados por las iniciales, a saber quién es.

—¿Qué decía el mensaje?—Preguntó el castaño.

—Me llamaba psicópata y al momento le estaba preguntando sobre claros en las afueras. Ojalá y se la coman—Stiles fue incapaz de esquivar el siguiente puñetazo que le lanzó directo a la barbilla.

—¿Los mensajes eran de M?—Cuestionó, la morena frunció el ceño, quedándose quieta al igual que el castaño para asentirle—. Aléjate del.

Soltó y sin añadir nada más se bajó del ring, recogiendo sus cosas del suelo mientras la castaña le gritaba para continuar con aquella conversación, para obtener más información sobre la tipa aquella.

El castaño cerró la puerta del baño de aquél antro de boxeo para quitarse las vendas que le cubrían desde los nudillos hasta casi los codos, después se apoyó en el lavamanos, subiendo su mochila con sus cosas para buscar su móvil, encendido como siempre.

Buscó de forma rápida sus contactos recientes, bajando hasta encontrar el número de su contacto, haciendo click en el número y apagando la pantalla antes de llamar. Vio a su reflejo: delgaducho, pálido y ojeroso. Fuese quién fuese la persona tras aquél número, Stiles estaba seguro de que no le sería muy fácil superarlo en fuera y matarlo si no llevaba una pistola encima. Tragó en seco, echándose agua fría en la cara con sus temblorosas manos y sentándose en el suelo con el móvil, las piernas le fallaban desde su último encuentro con la manada de alas. Puso su número en privado y llamó a su contacto sin pensarlo mucho más.

—No le hagas daño a mi manada—Soltó, su voz sonando más temblorosa y ansiosa de lo que pretendía que sonara—. Si lo haces sabré como encontrarte.

El silencio estaba presente a la otra línea, pero aún así sabía que alguien estaba al otro lado de aquella llamada.

—¿Qué habré hecho que ha puesto nervioso a caperucita roja?—La voz de Derek Hale le paralizó, acabando al momento con toda la fuerza que tenía para llamar a alguien que podría matarle. Si era un hombre lobo era distinto—. No sé quién te ha dado mi número pero...

Colgó, sin dejarle pie al lobo a terminar la frase.

—Mierda—Murmuró mirando fijamente el teléfono en su mano, como si tuviese todas las respuestas del mundo y no supiese si realmente quería respuestas—. Tremenda mierda.

/... /

Eran casi medio día y apenas había luz colándose entre los árboles de la frondosa reserva de Beacon Hills. Él frío calaba los huesos de cualquiera, el ambiente paranormal que parecía estar presente a cada pequeño paso que se daba desde que ponías el pie en cualquiera de los senderos, a cuanto más te adentrabas más profunda era la sensación.

Lydia miró por la ventana del patrulla, contemplando lo imponente que lucía la mansión que había sido el hogar de los Hale por generaciones. Estaba segura que aquél edificio era el núcleo de toda el aura del bosque.

La pelirroja cogió una gran bocanada de aire, llenándose los pulmones a la par que abría la puerta de la parte trasera del patrulla.

-Tened un buen día-Murmuró Jordan, la pelirroja le dedicó una sonrisa-. Y cualquier cosa avisadme, no seré un federal pero estoy cerca.

La pelirroja se llevó la mano a frente apartándose los mechones que tenía en la cara con un gesto de resignación. Le dedicó una mala mirada al agente antes de salir del coche, era consciente que desde que el hijo del sheriff se había ido a NYC su relación con Parrish había ido de mal en peor, hasta el punto de tener esos comentarios despectivos el uno del otro.

La banshee miró a la puerta principal de la casa. Talia Hale mirándola fijamente, como si estuviese analizándola muy lentamente para no perderse ni el más mínimo. La pelirroja le sonrió, sin darse pie a sentirse intimidada empezó a caminar hacia el porche, siendo seguida por la coyote.

Era muy consciente de todas las miradas que estaban puestas en ella: una banshee de otra manada en territorio Hale con una chica que había sido miembro de aquella manada hasta hacía no mucho.

—Buenos días Sra. Hale—Soltó, manteniéndole la mirada de cerca al alfa—. Soy Lydia Martín.

Le tendió la mano. La loba la miró con descaro antes de volver a los ojos verdosos de la chica.

—No vas a llegar lejos siendo tan impertinente—La pelirroja bajó la mano.

—Y tu vas a perder a tu familia como sigas fingiendo tener la familia perfecta—A Talia se le escapó una sonrisa de la menor no supo como traducir. Acto seguido se metió en la casa siendo seguida por varios de los hombres que habían estado junto a ella, betas, supuso.

Peter fue incapaz de quedarse mirándola. Su primera impresión de la chica había acertado de lleno, era arrogante y segura de si misma. Le había mantenido la mirada a su hermana, un alfa de una manada desconocida. No había tenido ningún tipo de reparo en hacerlo, aún estando rodeada de hombres lobos desconocidos... Aquella chica era demasiado interesante a ojos del beta como para solo querer destruirla.

Black Wolfs [Sterek].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora