Capítulo 21: Con lo puesto.

384 49 7
                                    

Era medianoche. Una de esas noches que te inspiran desconfianza y miedo, una en la que, aunque no haya nadie ni nada distinto al resto de noches crees que hay alguien mirándote, algo asechando en las sombras de tu habitación a la espera de que se te salga el pie fuera de la manta para agarrarlo y llevarte con él a dios sabe dónde. Esa fue la sensación que hizo que Derek se levantara tan temprano, sentándose en el bordillo de la cama con la mirada perdida y los sentidos aún sin despertarse.

La puerta de su cuarto se abrió, su mirada clavándose en ella de forma rápida. La sorpresa de la llevó al no ver nada allí, en el marco de la puerta o moviéndose junto con ella. Lo único que había en aquella parcela de su campo de visión era el suelo y las paredes del pasillo, decidió levantarse, cogiendo el móvil en un acto reflejo.

La casa entera esta vacía y a oscuras, sumida en aquella extraña penumbra, al llegar a la sala le dio al interruptor de la luz más estas no se encendieron sino que empezó a retumbar un pitido en sus oídos, y de nuevo aquél silbido melancólico que había escuchado por primera vez en la casa de los alfas, en el centro de aquella macabra imagen.

Su mirada vagaba rápida por toda la habitación tratando de enfocar algo fuera de lo normal, pero no había nada. Fue entonces cuando sintió el suave tacto de una gélida mano sobre su desnuda espalda y todo se volvió blanco de forma momentánea. En el segundo siguiente tenía en el suelo a su intruso, con una mano entorno a su cuello, y la otra hecho un puño a escasos centímetros de su casa en señal de advertencia, una advertencia que quedaba muy clara con los ojos brillando en rojo alfa y los colmillos fuera.

Su ceño se frunció al ver al pequeño humano de la manada McCall.

—¿Cómo has entrado?—Exigió. Las manos del castaño tocaron la que estaba en torno a su cuello en una petición silenciosa a la que Derek le hizo caso aflojando el agarre.

En un rápido acto reflejo el castaño invirtió las posiciones enredando sus piernas en la cadera del mayor y tirándolo al suelo a la vez que quedaba sobre él, con rapidez desenfundó la pistola de su lugar bajo la chaqueta roja que llevaba.

—Hay una bala con aconito en la recámara—Indicó—. Así que por tu bien, no vuelvas a tratar de asfixiarme.

—No soy yo el que se ha colado en la casa de un alfa sin ser advertido—Gruñó el lobo y el castaño, desorientado por un momento, bajó el arma.

—Estaba preocupado por ti—Soltó, como si tuviesen la relación de dos amigos que se conocen de años y han compartido toda clase de eventos.

—¿Por qué?

—Porque eres importante para Malia, lo que te vuelve importante para mí. Mi deber es velar por la manada, y hago todo lo que esté en mis posibilidades por cumplir—Hubo un silencio repentino, uno en el que el humano se dio cuenta de su posición sobre un alfa que si quería le cortaba el cuello y escondía su cadáver antes de que disparase una bala. Se levantó, tendiendole una mano al mayor para ayudarle, Derek no la aceptó y se levantó por su propia cuenta.

—¿Qué haces aquí y cómo es que no te he detectado?—Preguntó en su habitual indiferencia: ceño fruncido y brazos cruzados.

—Te lo han dicho seguro. Soy el druida de la manada, tengo que saber cosas. En cuanto a lo primero, ya te lo dije, estaba preocupado por ti.

—¿Por qué?—Cuestionó de forma lenta, haciendo énfasis en que no era una pregunta, sino una orden.

—Por dos sencillas razones—El agente volvió a guardar el arma en la pistolera cerca de su pecho antes de subirse la cremallera de la chaqueta y cruzar los brazos, tratando de verse tan intimidante y misterioso como el hombre frente a él—. La primera, sentí como algo se te metía en la casa de los alfas. La segunda, no he hecho nada para que no me detectaras, es más, toque el timbre dos veces antes de forzar la cerradura.

Derek vio en el whisky de sus ojos la verdad.

/.../

Braeden entró en su apartamento con rapidez, guardando cosas sin ningún cuidado dentro de una bolsa de tela negra. Su respiración acelerada y su pulso agitado dejaban claro a cualquier criatura sobrenatural que estaba nerviosa y quería huir, como si fuera un conejillo asustado ante un gran lobo feroz.

—Nunca me ha gustado la gente que no cumple con su parte del trato—La voz profunda de Deucalion se hizo oir, no iba acompañado de Kali, ni caminaba con la ayuda de un bastón. Casi se podría decir que volvía a ver por obra del destino.

—¡TE HAS CARGADO A TODA TU PUTA MANADA!—Gritó la chica, olía a pánico y no había que tener una licencia como psicólogo para saber que estaba al borde de un ataque de ansiedad.

—Y ahora vas tú, y después la lista sigue.

—¡Teníamos un trato!—Volvió a chillar.

—Y tú no cumpliste con tu parte.

—No puedo—Murmuró, su voz rompiéndose con la cercanía de aquél hombre digno de ser el malo de algún comic de superheroes que tanto le gustaba a su compañero de trabajo.

—Pues tendré que matarte—La mano del Alfa acarició el mentón de la chica obligándola a mirarle a los ojos—. ¿Prefieres morir o matar?

Silencio.

—Te amplio el plazo, una semana para que Miezcysław esté muerto o morís los dos, y pienso torturarlo.

La chica asintió con la cabeza, cayendo al suelo cuando el hombre hubo roto el contacto con su barbilla.

—Y no huyas, te encontraré y será peor.



N/A: Booom, giro de los acontecimientos.

Black Wolfs [Sterek].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora