Black Wolfs [Sterek].

Capítulo 19: Hearts.

Fuera era de noche, la típica noche fría y oscura que caracterizaba el principio del invierno aunque fuera casi el principio del verano. Dentro de aquel apartamento les recorría la misma sensación vacía. El alfa sin saber nada de su amada Braeden, el mayor carcomido por la culpa y el arrepentimiento.

Tres golpes en la puerta de madera que conformaba la entrada a la estancia y al apartamento llamaron la atención de ambos. Peter fue el primero en levantarse y acercarse percibiendo el olor de cierta pelirroja, Derek, por otra parte, volvió a su ensoñación llena de miedo y preocupaciones.

—Quiero hablar contigo—Soltó, dándole un vistazo rápido al interior de la vivienda y percatandose de la presencia del lobo—. Lejos de oídos discretos, a ser preferible.

El otro lobo se levantó, sin necesidad de que su tío le clavase la mirada en la espalda o lo echara a rastras de la que por herencia era su casa. Se dirigió hacia la puerta despidiéndose de ambos con un leve asentimiento de cabeza antes de perderse por el pasillo del edificio dirección a la oscuridad de la calle.

—Pasa—Invitó de forma cortes, la pelirroja aceptó entrando y dejando caer su bolso al suelo. El contrario cerró la puerta y se giró hacia la joven—¿De qué quieres hablar?

—Sobre esto—Se señaló de arriba a abajo—. ¿Sabías que sería Banshee y por eso me mordiste a mi?

—No es una ciencia cierta, pero morder a una persona no lo vuelve una cosa u otra.

—Soy Banshee y no una mujer lobo o un kanima como Jackson.

—Jackson no es siempre un Kanima, igual que Scott no siempre es un hombre lobo.

—Ni te sigo.

—Son tus ideales y tu situación lo que te vuelven una cosa u otra. Necesitabas dar un mensaje, cumplir con un papel si quieres verlo así, y lo hiciste siendo una Banshee.

—¿Tu me pusiste esa necesidad?—Preguntó teniendo claro la respuesta.

—Ofrecí la idea junto con la mordida, así es.

—¿Por qué?

—No podía volver a la vida yo solo—Lydia se llevo una mano a la cara y respiro pesadamente.

—¿No podías dejar que unos adolescentes tuvieran una vida normal?

—Scott y Stiles estuvieron en el lugar adecuado en el momento equivocado, de no haber estado allí la cosa hubiese sido muy diferente.

—Noah Stilinski—Nombro, Peter tenía muy claro que era el sheriff de aquél pueblo olvidado de la mano de dios en el que toda su familia vivía—. Lleva sin ver a su hijo, a Stiles, desde que todo eso paso. ¿Tu le dirás que fue porque estaba en el lugar adecuado en el momento equivocado?

El lobo negó con la cabeza.

—Scott estuvo atado a un radiador en un motel de mierda con la sangre de su mejor amigo a unos pocos centímetros durante días, sin saber nada del resto del mundo, ni siquiera del, ¿Le dirás eso a él? ¿El lugar adecuado el momento equivocado?

El mayor volvió a negar con la cabeza.

—¿Y a mi? Pasé meses yendo con la psicóloga del colegio porque mi madre creía que estaba mal. Incluso yo llegué a pensar que lo que oía en mi cabeza era normal ¿Tienes los huevos de volver a decirme eso en la cara?

—Preferiría no hacerlo.

—Pues no lo hagas—Atacó rápido—. Quédate callado y asimila que si Malia no te quiere cerca motivos tiene.

Se agachó para volver a coger el bolso.

—Y cuando lo hayas asimilado, compensa todos tus errores por ella y no por ti, y quizás así quiera saber algo de ti y de tu familia de mierda—Acto seguido salió del apartamento, dando un portazo y caminando con toda la seguridad que había visto en ella el día que la conoció.

/.../

Were D.
«Llevo tiempo sin saber nada de ti»
«Está todo bien?»

Más mensajes a la, pronto interminable, lista de mensajes que no habían sido tan siquiera recibidos. Por alguna razón que no terminaba de entender caminaba sin prisa y con tranquilidad a la casa del alfa y su amigo humano con el propósito de hablar con el segundo para resolver dudas que no tenía claro que supiera responderle. No obstante, algo dentro del, y la forma en la que todos los que lo conocían le miraban le decía que sí, que tenía esas y todas las respuestas del mundo.

—¡Derek!—El chillido agudo llamó su atención obligándole a girarse para encarar la situación: un beta joven que conocía como Theo Raeken iba hacia él, tambaleándose y con el cuerpo lleno de cortes de garras. El chiquillo se veía malherido, como si estuviera en las últimas, la sangre no paraba y las heridas no parecían estar curando—. Socorro.

Sonó ahogado, perdiendo la voz a la par que la consciencia. Lo siguiente que pasó fue aún más extraño: un copo de nieve cayó, siendo precedido por otro y al momento por otro, así hasta que todo en aquella calle se empezaba a quedar blanco, Theo incluido.