Capítulo 51

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Primer enfrentamiento

Después de haber saciado su sed de sangre tanto en Forks como en Port Angeles, los perpetradores de la masacre a la reservación decidieron abandonar ambas ciudades, regresando a Seattle con los dos infantes a su cargo, siendo Heidi quien se quejara del incesante lloriqueo de los niños, los cuales parecían sentirse incomodos, con frío y hambre a merced de sus captores.

—¡Por lucifer!... ¡Que alguien calle a estas insufribles bolsitas de sangre!... —No solo la hermosa vampiresa parecía estar hastiada del incesante lloriqueo, tanto Aro como Félix estaban a punto de sucumbir ante tanto berrinche por parte del par de infantes, llegando al fin hasta el punto de encuentro que Klaus había pautado para el primer enfrentamiento, ya que el hibrido necesitaba poner varias cartas sobre la mesa y colocar varios puntos a las íes.

—Ya no puedo soportar más lloriqueo por parte de este par de insufribles sacos de berrinches. —Acotó Aro, entregándole a su señor Niklaus el par de niños, los cuales acobijó sin ningún tipo de esfuerzo entre sus brazos—. Sí no me hubiese pedido que los trajera vivos ya hubiese segado sus insulsas y frágiles vidas. —El enorme lobo en el que aún estaba transformado Ethan corrió hasta donde se encontraba el hibrido, echándose a los pies de su amo.

—Alguna vez fuiste un bambino, Aro... tan insulso y frágil como este par de querubines. —Klaus comenzó a sisear a ambos niños, meciéndoles entre sus brazos mientras les olfateaba, percibiendo no solo el llamativo olor de su sangre infantil, sino también el asqueroso olor a caca—. Yo también lloraría si tuviese el trasero lleno de excremento. —Caminó hacia el auto que había estado aparcado en el comienzo del puente desde que el señor de Volterra había ido por las pequeñas criaturitas, a sabiendas de que allí tendrían su primer enfrentamiento.

—Eso fue hace milenios, mi señor. —Respondió Aro de mala gana.

—Si, como sea. —Klaus se encogió de hombros, abriendo una de las puertas traseras, exigiéndole a quienes esperaban en el interior del lujoso auto—. Límpienlos y denles de comer. —Los colocó sobre el asiento, siendo Benjamín quien descendiera del auto, preguntándole al hibrido.

—¿Ahora matamos niños... Klaus? —Jane fue la segunda persona en abandonar el costoso vehículo, cubriéndose ambos oídos ante el incesante lloriqueo, dejando a su hermano dentro.

—Tranquilízate, Benjamín. —Palmeó el hombro del serio y malhumorado egipcio—. Solo son piezas estratégicas que usaré para conseguir un propósito. —No solo Klaus observó escrutadoramente a Benjamín, tanto Aro como el resto de los Vulturi contemplaron el molesto y decepcionado rostro del vampiro perteneciente al Cairo, el cual no apartó sus reprochadores ojos de los de Klaus, siendo Heidi quien culminara las intensas miradas que cada uno de los inmortales se daba, acotando a continuación.

—Eemm... No quiero molestar pero creo que Alec se comió a los pequeños, ya que no les escucho llorar. —Klaus palideció más de la cuenta al escuchar aquello, corriendo nuevamente hacia el auto, introduciendo la cabeza en su interior, percatándose de como el chico había cambiado el pañal de los infantes, entregándoles a cada uno un biberón lleno con fórmula para lactantes, las cuales habían ido a comprar antes de decidirse a ir por los gemelos, al igual que el paquete de pañales que reposaba en el suelo del vehículo.

—Aaamm... yo... —Alec no supo que decir al ver la cara de asombro de su señor Klaus y sobre todo la de su pasmada hermana, quien le observaba detrás del hibrido.

—Gracias mi pequeño incomprendido. —Alec bajó la cara—. Creo que dejaré que te quedes con la mascotica que conseguiste en la universidad... ya sabes, la que Ethan y yo usamos para saber si Edward vendría. —Jane le había contado a su señor Mikaelson las cosas que José le había dicho sobre Edward, el cual estaba a punto de graduarse, recibiendo de parte del joven latino información trillada y para nada importante, que les diera algún indicio de donde podrían tener escondidos a los Grey, ya que Anastasia aún no había logrado dar con el paradero de su ex.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora