Capítulo 38

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Verdades que duelen

La disputa entre los padres de Christian había tomado un color de hormiga y una temperatura tan elevada que hasta Bella pudo sentir el calor de aquella contienda marital, a pesar de estar en la habitación de Mía, acompañándola mientras su hermano solventaba dicha discusión.

—No sé en qué momento todo se fue a la mierda con mis padres. —Acotó la estrafalaria chica, la cual traía puesto un atuendo poco inusual, aunque lo bastante llamativo como darse cuenta de lo costoso que había sido el adquirirlo—. En unos segundos habíamos terminado de cenar y al rato comenzaron a llover gritos, improperios y ropa de mujer por todos lados, incluyendo uno de mis hermosos pares de zapato. —Mía señaló hacía un rincón los costosos tacones de marca, acotando a continuación—. No sabía que mi madre usaba mis cosas. —Se puso a pensar y a analizar aquello—. Lo raro es que los pies de mamá son dos tallas más pequeños que los míos... mis zapatos le deben quedar como unos esquíes. —Bella intentó no sonreír ante sus ocurrencias.

—Todo debe tener una explicación, Mía... no te preocupes por eso. —Pero la realidad era que Bella podía escuchar claramente la disputa que se suscitaba en la alcoba principal, imaginando lo que la chica pudiese pensar de todo aquello, intentando cambiar el tema de conversión, mientras Christian trataba de calmar los ánimos, exigiéndole a su madre.

—Con esos gritos no vas a conseguir que Carrick salga del baño, Grace. —La ofuscada mujer se paseó cual leona al acecho frente de la puerta que daba al cuarto de baño, espetando a continuación.

—Ya no puedo soportarlo más, Christian... he venido callándome todo este problema con tu padre, pero son demasiados años lidiando con su trastorno y por más que lo ame mi paciencia tiene un límite y la poca cordura que me queda está siendo superada por...

—Trastorno tiene tu retoño, querida... Yo soy real. —Se escuchó una voz afeminada desde el interior del cuarto de baño, lo que por supuesto asombró enormemente al magnate—. Ya cállate, Katrina... no empeores más las cosas. —Argumentó la voz de Carrick, a las palabras de la enigmática mujer.

—¿Hay alguien en el baño con Carrick? —preguntó Christian extrañado.

—Ella es el problema, querido. —Grace comenzó a llorar, señalando una y otra vez hacia el cuarto de baño—. Katrina es alguien a quien yo creí haber erradicado de la vida de tu padre... pero al parecer no fue así. —Christian no supo ni que decir al respecto ya que por un lado estaba su preocupación por lo que había ocurrido en Forks y por el otro, todo este conflicto entre sus padres, sumándole a todo eso lo que aquella voz femenina había dicho sobre él, llamándolo trastornado—. El doctor Flynn realizó un arduo trabajo en conjunto conmigo para que esa mujer desapareciera de la vida de tu padre pero al parecer... —Unos cuantos golpes se escucharon sobre la puerta, interrumpiendo a la ofuscada pediatra.

—No pueden erradicarme de la vida de Carrick, Grace... y eso es porque el único modo de deshacerse de mí es exterminándonos a ambos. —Grace volvió a llorar desconsoladamente, arrojándose a los brazos de su hijo—. Entonces seré yo quien lo haga, Katrina... terminaré con todo esto de una buena vez y para siempre. —Se pudo escuchar desde el interior del baño, no solo la voz de Carrick, sino diversos utensilios que caían de las repisas, como si buscaran algo en ellas.

—¿Carrick?... Querido no lo hagas... abre la puerta. —Exigió su esposa, apartándose de su hijo, golpeando insistentemente la superficie de madera.

—¿Mamá?... —Llamó Christian bastante preocupado ante lo que estaba sucediendo—. Explícame de una buena vez ¿Qué demonios está ocurriendo? —Pero justo en aquel momento, la única persona que se pudo percatar de lo que el perturbado hombre estaba haciendo, había sido Isabella, tensándose ante el fuerte olor a sangre, mientras que Mía parloteaba sin cesar, sin tan siquiera darse cuenta de lo que estaba sucediendo en la alcoba de sus padres.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora