Capítulo 10

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Conflictos internos

Aquel lunes prometía ser productivo para Grey Enterprises Holding Inc., la cual llevaría a cabo una importante compra esa mañana, en donde varias empresas menores se habían asociado al enorme emporio del acaudalado hombre de negocios, el cual precisamente hoy, no se encontraba con sus cinco sentidos alertas.

"Era lo que deseabas desde el principio, Christian... deshacerte del chico, dabas gracias a la providencia de que solo te lo tendrías que bancar los fines de semana y ahora no dejas de pensar en el engreído jovenzuelo que te altera tanto" Se reprochó a sí mismo el serio y pensativo hombre de negocios, contemplando toda la ciudad de Seattle desde la ventana panorámica de su elegante y amplio despacho, sin dejar de pensar en toda la terapia que había tenido el día domingo con Edward, en donde a pesar de aquella incomoda despedida, sintió que en cierto modo, él y el muchacho habían zanjado un poco sus diferencias.

Suspiró intentando no volver a pensar en él pero se le dificultaba, ya que Christian deseaba saber si su repentino anhelo de regresar a Forks era por Bella o por algo más, sintiéndose realmente estúpido al pensar que aquello le tenía que importar, sacudiendo abruptamente su cabeza, tratando de no pensar más en su dolor de cabeza llamado Edward Cullen, girando raudo sobre sus pies, justo cuando Andrea, su secretaria, tocó a la puerta informándole después de entrar, que le esperaban en el salón de juntas, notificándole a la muchacha.

—Voy en un momento. —Andrea asintió, saliendo rápidamente del despacho del serio e inmutable hombre, el cual tomó asiento frente al escritorio, mirando su celular. "Si lo llamó va a pensar que no puedo estar ni un segundo sin saber de él" Y así era, pero Christian no quería aceptar lo que era más que obvio, al sentir una fuerte empatía hacia aquel muchacho, rememorando las palabras que le había dicho en la sesión psiquiátrica, sonriendo levemente.

—También soy tu amigo, Christian. —No sabía porque aquello le había agradado tanto, si bien era cierto que el magnate no solía tener amigos reales, su hermano adoptivo Elliot era lo más cercano a uno, aunque después de la ruptura sentimental con la mejor amiga de Anastasia poco se veían, imaginando que simplemente trataba de olvidar a Kate con tantos viajes.

—Mi amigo. —Pensó en aquella palabra y lo que significaba realmente, negando con la cabeza—. Si fueses mi amigo ya me hubieses notificado que todo estaba bien con tu familia y que te encuentras ahora en tus tontas y aburridas clases universitarias. —Espetó de mala gana, escuchando el timbre de su teléfono celular, aquel que le notificó que tenía un nuevo mensaje instantáneo.

Tomó raudo el celular, percatándose que en efecto se trataba de Edward, aunque aún no había abierto del todo el mensaje, mirando tan solo el nombre del remitente, dejando el aparato nuevamente sobre la mesa, incorporándose de su asiento, haciéndose el desentendido.

—¿Ahora si escribes?... Pudistes haberlo hecho anoche, pero no... tuvistes que mantenerme en ascuas hasta ahora... ¿no es así?... pues jodete. —Caminó hasta la salida de su despacho, odiándose ante el deseo descontrolado de saber qué demonios decía aquel mensaje, abriendo lentamente la puerta, contemplando el ir y venir de su secretaria, la cual intentaba llevar todas las copias pertinentes del nuevo contrato empresarial, apoyándose de las demás trabajadoras del emporio financiero, notificándole a la chica, al ver que se había percatado de su presencia en la puerta—. Dígale a los empresarios que ahora voy... estoy finiquitando un asunto importante.

Andrea asintió, preguntándole si necesitaba ayuda, observando cómo su jefe negó raudo con la cabeza, exigiéndole que se encargara de los ejecutivos y que los mantuviera entretenidos y lo mejor agasajados posibles, encerrándose nuevamente en su oficina, tomando una vez más su celular, abriendo al fin el mensaje.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora