Capítulo 66

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Bahía de Mamangua

Los nuevos esposos Grey/Cullen visualizaron al mismo tiempo la gigantesca estatua del Cristo Redentor, la cual se situaba a 700 metros sobre el nivel del mar y localizada en la majestuosa ciudad de Rio de Janeiro, señalando a la descomunal escultura mientras ambos sonreían, abrazados en el interior del eurocopter EC135, el cual era piloteado por Riley, siendo Bree quien esta vez se quedara a cargo del Helipuerto de Seattle.

—Llegaremos a la Isla en unos minutos, —Notificó Riley señalando la ubicación exacta.

—¡Vaya!... Y yo que siempre estoy pensado en que nueva extravagancia gastar mi fortuna y resulta que los Cullen tienen su propia Isla. —Edward realizó un gesto arrogante, al arrojar una bocanada de aliento sobre sus uñas para luego pulirlas sobre su costosa camisa azul celeste, la cual había sido uno de los regalo de Bella, al ser su color favorito y el de su hermano.

—Y tú queriendo restregarme tus millones. —Ambos rieron, estrechándose el uno al otro en un fuerte abrazo y un apasionado beso.

—¿Y qué otra excentricidad tiene usted para mí esta noche, mi señor esposo? —Edward sonrió con picardía, reacomodándose sobre su asiento, ya que las muestras de afecto entre ambos los habían mantenidos en el asiento de Christian—. Mmm... ¿Un cuarto rojo? —El muchacho negó con la cabeza—. ¿No hay un cuarto rojo para nosotros en Isla Esme? —A lo que Edward respondió mirando por su ventana.

—No es rojo, pero es una habitación muy bonita donde podemos tener sexo vainilla durante la semana que estaremos de luna de miel. —Aunque Christian le prohibía leer su mente, Edward supo de sobra que aquello lo desilusionaría un poco, pero su respuesta le complació tanto, que no pudo evitar sentir cierta tristeza al no decirle lo que en realidad tenía planeado para él.

—Todo lo que te haga feliz a ti, me hace feliz a mí, Edward mi amor. —El joven y apuesto vampiro tomó su mano, besándola y posándola sobre su rostro para que su enamorado le acariciara.

—Gracias Christian... ¡Por eso te amo tanto! —Aunque su sonrisa era amplia y sincera, Edward pudo ver en el rostro del magnate cierta decepción, lo que por supuesto hizo sonreír al joven psicólogo, quien había enviado con varios días de anticipación tanto a Rosalie como a Alice para que reacomodaran la casa e hicieran los preparativos pertinentes para la mejor luna de miel del mundo.

—Aterrizaremos allí, señor Grey. —Notificó Riley señalando un amplio claro iluminado con antorchas y faroles, lo que por supuesto era el frente de la Bahía de Mamangua, la cual Carlisle había comprado para su amada Esme, rebautizándola con el nombre de su esposa.

Riley fue lo más preciso que pudo al aterrizar, pero era inevitable que las antorchas se apagaran y los faroles se tambalearan impetuosos, terminando toda la iluminación en el suelo.

Bajaron del helicóptero, llevando consigo el gran número de maletas, bolsos y maletines, los cuales resguardaban sus cosas personales, al igual que varios de los regalos que aún no habían abierto, gracias a todo lo que había sucedido ante la llegada de Klaus, Kate y Ella... los cuales prometieron marcharse ese mismo día después de haber hablado con ambos esposos en las instalaciones de Grey Enterprise Holding Ing.

Christian no podía dejar de pensar en aquel asunto, el rememorar las exigencias de Klaus para probar su lealtad a los Mikaelson y tomar el cargo de amo y señor de los vampiros aun lo mantenían entre la espada y la pared, ya que eran sumamente elevadas.

Christian debía de matar a todo un Clan que le estorbaba, reclutar a los que de ese Clan tuvieran dones extraordinarios y entregárselos a Klaus, pudiendo escoger para sí mismo uno de ellos como nuevo súbdito a su cargo.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora