Capítulo 42

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Debut y despedida

A la mañana siguiente del fatídico día de la ruptura entre Edward y Christian, Jasper había decidido ir a hacer sus compras para el viaje, sintiendo cierta mezcolanza al hacerlas solo, ya que si no era Alice quien solía ayudarle a escoger sus atuendos de viaje, era Rosalie la que lo asesorara sobre lo que debía comprar para cierto tipo de viaje según el lugar, sintiéndose un poco perdido a la hora de escoger un atuendo adecuado para arribar a la majestuosa ciudad de Londres, ya que Ports Angels no era precisamente la capital mundial de la moda europea.

"Todo es tan burdo en este lugar" Pensó al ver los suéter y las chaquetas que vendían en dicha tienda, rebuscando entre las diversas variantes de tonalidades en color café, arena y marrón, sin saber a ciencia cierta que llevar.

—¿Puedo ayudarle en algo, caballero? —preguntó una de las amables jóvenes que atendían la tienda, acercándose coquetamente hacía él, ofreciéndole su total ayuda mientras lo devoraba con la mirada.

—Aammm... sí, vera... estoy a punto de viajar a Londres y siento que no tengo suficiente ropa de invierno. —La encantada mujer comenzó a sacar varias chaquetas, juntándolas con algunas camisas y diversas bufandas, creándole un variopinto de opciones que agradaron bastante al vampiro.

—Este me gusta. —Señaló la chaqueta color arena, la cual en conjunto con una camisa negra y una bufanda con ambos colores, parecían ser la ganadora entre tantas—. Me lo llevo. —La mujer asintió mostrándole varios pantalones que podía usar a juego, escuchándole decir a otra de las vendedoras en un tono de voz odioso y despectivo.

—Señorita, le voy a pedir amablemente que se retire o tendré que llamar al guardia que está en la puerta para que la saque. —A lo que la Joven a la que pretendían sacar, respondió muy groseramente.

—Que se atreva la bola de manteca esa, a ponerme sus asquerosas manos encima. —Aquella voz era conocida para el vampiro, volteando para ver el malhumorado rostro de Leah, encarando a la educada vendedora—. Este es un lugar público y yo simplemente estoy viendo. —Le dio una rápida mirada por el rabillo del ojo a Jasper, el cual negó con la cabeza.

"No puede ser" —Pensó en que a lo mejor la descarada lobita lo había estado siguiendo, observándole desde una distancia considerable hasta llegar a uno de los pocos lugares de clase que tenía la ciudad aledaña a Forks.

—Señorita por favor... le estoy pidiendo amablemente que se retire. —Le exigió nuevamente la chica, recibiendo de parte de Leah un empujón, al sentir como la había aferrado del brazo.

—Tú a mí no me tocas, percusia. —Por supuesto Jasper permaneció al margen de todo aquel embrollo, percatándose por medio de uno de los espejos como el regordete guardia de seguridad comenzó a acercársele, escuchándole decir a Leah—. Vengo con él. —Todos voltearon a ver a Jasper, el cual suspiró para controlar su lado odioso y cruel, volteando a verle—. Diles Jasper... diles que ando contigo. —Tanto las dos vendedoras así como el guardia de seguridad esperaron la respuesta del serio y elegante caballero, lo cual por supuesto no se hizo esperar.

—Lo siento... ¿Te conozco? —Leah lo miró con los ojos inyectados en odio, apartándose tanto de la vendedora, así como del guardia, sacudiendo sus manos, intentando quitarse de encima las de ellos.

—Eres un maldito. —Espetó Leah, tomando la ropa guindada en los aparadores, arrojándoselas a quienes pretendían sacarla de la tienda, ya que aunque ella podía defenderse, tenía terminantemente prohibido lastimar a los lugareños y menos por estupideces como esas.

—¡Oh, sí!... Leah... ¿Cierto? —Alegó Jasper girando sobre sus pies, observando por demás divertido la escena—. Claro... la hija de Sue... la mujer que suele limpiar mi lujosa mansión. —Leah abrió la boca en un gesto de asombro, al escuchar como el muy desgraciado había llamado sirvienta a su madre—. Sí, sí... la conozco, pero no viene conmigo. —Aquello fue la gota que derramó el vaso de la poca paciencia de la joven Clearwater, arrojándole al vampiro una caja de zapatos a la cabeza, al momento de darle la espada a la ofuscada chica con toda la intención de seguir con su ardua labor de adquirir lo necesario para el viaje.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora