Capítulo 28

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Sinsabores

Por más que el vampiro intentó sonreírle a su madre, no pudo. Él deseaba estar con Christian, y fingir que dormía a su lado era una de las cosas que más le agradaba, pero ambos caballeros sabían que habían llamado demasiado la atención de todos al llegar en el mismo auto como para marcharse juntos y no levantar sospechas entre las familias, siendo el magnate el que más sufriera, ya que ni siquiera tuvo la oportunidad de despedirse como quería, mientras que Edward simplemente le miró desde la distancia, entrando al auto de Carlisle en compañía de su madre, la cual no paró de hablar manteniendo al chico ocupado, pero sus ansias comenzaron a ser más fuertes que su paciencia, notificándole a su encantadora madre, intentando ser lo más dulce posible con ella.

—¿Mamá?... No sabes lo mucho que me alegra que te estés divirtiendo con los gemelos, pero necesito hacer una llamada. —Edward miró a Bella, quien se acercó a socorrer a su hermano, a sabiendas de a quien pretendía llamar el vampiro.

—Dime una cosa, Esme... ¿No tienes fotos de mis bebés en tu celular? —La encantada abuela, sacó su celular, mostrándole a Bella todas las fotos que había estado tomándoles a los gemelos, mientras Edward agradeció enormemente la interrupción, sacando rápidamente su teléfono celular, llamando a Christian, en donde tan solo dos repiques bastaron para que el magnate tomara la llamada, preguntándole apremiante al muchacho.

—Dime si puedo enviar a Taylor a buscarte. —La amplia sonrisa de Edward afloró, al darse cuenta de que ambos sentía lo mismo, una necesidad irrefrenable por estar cerca del otro.

—Aun no puedo irme, Christian... mi padre necesita hablar con todos nosotros sobre lo que pasó hoy, y no sé cuándo pueda...

—¿Qué paso hoy? —preguntó el magnate, mientras Edward salía del pent-house, a las afueras del enorme balcón del recibidor.

—No quiero alarmarte, así que lo hablaremos luego... ¿te parece? —Por supuesto aquello era pedirle a un niño de cinco años que esperara hasta después de la cena para comerse el postre.

—No, no... yo quiero escucharlo ahora. —El temeroso vampiro miró al interior del salón, percatándose del arribo de Jacob, el cual saludó a todos con una amplia sonrisa en sus labios, lo cual era indicativo de que la había estado pasando muy bien con Anastasia.

—Se paciente, rey... ¡por favor!... Acaba de llegar alguien muy importante y necesito saber que noticias nos trae, dame unos minutos y te llamo de nuevo... ¿sí?—. Edward escuchó claramente el pesado suspiro de Christian.

—Ok... espero, pero si en media hora no llamas, llamaré yo. —El vampiro le exigió que le diera por lo menos una hora—. ¿Una hora? —Carlisle comenzó a llamarlos a todos, siendo Esme quien gritara el nombre de Edward, intentando llamar su atención—. Bien... una hora y eso porque lo de rey te suma puntos... ¿eh? —Aquello hizo sonreír al chico, agradeciéndole su paciencia—. Te... te extraño, Edward. —Susurró por lo bajo.

—Y yo a ti, Christ... hablamos pronto... Bye. —Culminó la llamada con todo el pesar de su corazón, suspirando para controlar sus ansias de volver a verle o escucharle.

—¿Edward?

—Voy mamá. —Abandonó el balcón, introduciéndose en el salón principal, sentándose nuevamente junto a Esme—. ¿Fuiste hasta el departamento de Elena? —El beta de la manada asintió, arrojando su chaqueta de cuero a un lado.

—Todo bien... —Tomó asiento a sus anchas en uno de los sofás individuales, extendiendo los brazos—. El papá Drácula le dijo a la draculita rubia que se quedara a esperar en la limosina. —Leah sonrió ante lo hijo de puta que sonaba aquello, adorando lo odioso que podía llegar a ser Jacob, mientras todos imaginaban que el muchacho se refería a Aro y a Jane, respectivamente—. Entraron y la rubia operada le ofreció vino al chupasangre, charlaron por un largo rato, mientras gorilón uno y dos fueron a buscar las joyas que los demás invitados habían comprado o eso imaginé, ya que según Sam, la Barbie cincuentona corría peligro al ser una de las compradoras—. Si algo sabía perfectamente Edward era que así había sido, ya que Félix los había interceptado en el camino al Hotel Paramore, exigiéndole tanto a él como a Bella devolver el medallón de Marcus y la cadena ser Jane, ya que después de realizar las transferencias, se les entregaban las joyas a los respectivos compradores.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora