Capítulo 27

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Rojo escarlata

Todos los Cullen esperaban la llegada de Edward, el cual se acercó a ellos con un rostro sombrío y desencajado, saludando a Esme, ya que la dulce y maternal mujer fue la primera en acortar distancia entre ellos, acobijando a su hijo entre sus brazos.

—Hola cariño... ya no debes preocuparte por nada, tu padre ha hablado con Aro y él le ha prometido que resolverá el problema de Victoria, siempre y cuando le probemos que es una amenaza para todos nosotros. —Edward parecía no estarle prestando mucha atención a las consoladoras palabras de su madre, notificándole tanto a ella como a su padre.

—No sé qué mentira te habrá dicho Aro, Carlisle... pero esta noche pretende masacrar a las personas que adquieran sus joyas, no solo para recuperarlas... —Volteó a ver a Christian, quien saludó tanto a Rosalie como a Emmett, adulando el hermoso vestido de Prada color negro y blanco de la vampiresa, mientras Emmett acotaba jocosas acotaciones a cada una de las palabras que el magnate decía, haciéndoles sonreír a ambos— ...Es su forma de demostrarnos que es él quien manda, quien pone las reglas y quien tiene el poder de asesinar a quienes les apetezca tan solo por diversión. —Esme volteó a ver a su esposo, el cual no podía creer lo que estaba escuchando.

—Pero él me dijo... —Edward le interrumpió.

—No importa lo que te haya dicho, está mintiendo... yo lo vi, pidió que las joyas se subastaran por partes, eso solo quiere decir que...

—...Va a matar a más de uno está noche. —Concluyó Alice a la acotación de su hermano, acercándose a ellos en compañía de Bella, la cual ya le había contado a la menuda vampiresa lo que había ocurrido en el salón de joyas. —. Jane intentó atacar a Edward delante de Christian, pero Bella lo impidió—. Les explicó lo que Jasper y ella habían estado practicando, entrenando a la vampiresa con su don.

—¿Qué vamos a hacer Carlisle? —preguntó Esme aferrando el brazo de su esposo.

—Rezar para que ninguno de los Grey adquiera una de sus joyas.

—Pues ese es precisamente el problema, padre... Christian se ha encaprichado en obtener el escudo Vulturi, y cuando él se mete algo en la cabeza no hay quien lo detenga. —Justo en aquel momento Christian se fue acercando a ellos en compañía de su madre, quien había interrumpido la conversación entre Rosalie, Emmett y su hijo, notificándole que debía ir a saludar a los padre del joven psicólogo, los cuales parecían haberse ganado el aprecio de la doctora Grey, ante tan suculenta donación para la subasta.

—¡Hola de nuevo!... Señor y señora Cullen... espero que la mesa que les hemos asignado junto a la nuestra sea de su agrado. —Ambos líderes asistieron sonriéndole amablemente a la elegante mujer de traje color verde olivo, agradeciéndole toda su amabilidad—. No tienen que darlas, es todo un placer para mí. —Volteó a ver a Edward—. ¡Hola querido!... que gusto volver a verte. —El aún temeroso y angustiado joven le saludó con un beso en la mejilla, agradeciéndole toda la atención y la amabilidad que había tenido con sus padres—. No agradezcas, soy yo quien debe darlas, no solo ante el maravilloso aporte que hicieron tus padres, sino también por la inesperada donación del señor Vulturi, el caballero italiano que ofreció sus costosas joyas antiguas; ya que me ha dicho que lo hizo por petición suya, doctor Cullen.

Todos los que habían escuchado aquella acotación de parte de la madre de Christian, elucubraron sobre lo que estaba pensado su padre y líder de Clan... Que Aro deseaba lo mismo que quería Victoria, exponerlos a todos delante de los humanos y así poder culparles de romper el tratado de permanecer en el anonimato, teniendo así la posibilidad de destruir su clan y quedarse con los hijos de Carlisle, Edward, Alice y de seguro también reclutarían a Bella, al descubrir el estupendo don que tenía.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora