Capítulo 60

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Paz, sexo y algo más

Christian no pudo dejar de ver el agraciado, seductor y masculino rostro de Edward, el cual contemplaba todo el hermoso cielo de Seattle desde la terraza del edificio donde el magnate tenía su pent-house particular, admirando como la noche le dio paso a la mañana, dibujando entre sus pobladas nubes un otoñal crepúsculo al amanecer.

—Deberíamos comprar otro Charlie Tango. —Soltó Edward despreocupadamente, recostado al igual que Christian, en medio de donde el magnate solía aterrizar el desecho helicóptero.

—Por supuesto. —Aunque ambos estaban de frente al cielo teñido de ocre y rosa, Christian era el único en mantener sus ojos sobre Edward, el cual seguía contemplando el amanecer, permitiéndole al astro rey bañar su pálida piel con su tenue luz, lo cual no solo hizo brillar su pétrea piel, sino también la del acaudalado hombre de negocios, consiguiendo que el chico volteara a verlo, admirando lo hermoso que se veía su prometido al ser acariciado por los rayos de un sol vespertino, girando su cuerpo.

—Eres muy hermoso, Christian. —El aludido sonrió, negando con la cabeza.

—No... tú eres hermoso. —El magnate imitó a Edward, girando su cuerpo para quedar frente a frente—. ¿Cómo pude temerte? —Aquello hizo negar con la cabeza a Edward—. ¿Cómo pude perderme en una inconciencia absurda cuando supe lo que realmente eras?

—Eso ya no importa, Christian. —Intentó el joven vampiro restarle importancia a aquel asunto.

—Claro que importa, Eddy... No se le puede temer a un Dios... —Aquello hizo reír al muchacho, quien volvió a negar con la cabeza—. Búrlate si quieres, pero eres un Dios, un adonis, la perfección hecha inmortalidad. —Edward no pudo contenerse más, arrojándose sobre el cuerpo de Christian, quien tuvo que retomar su postura frente al cielo, al ver como el chico se sentó sobre él, posando ambas manos sobre los hombros del multimillonario.

—Entonces ambos somos Dioses. —Aquello hizo sonreír a Christian, el cual le aferró por la cintura.

—Yo soy tu creación. —Alegó el neófito.

—Y aun así, me rindo ante ti en cuerpo y alma... —Se inclinó, depositando un sutil pero significativo beso en sus labios, dejando a Christian con deseos de más—. Mi amo... —Aquello fue suficiente para que el magnate deslizara sus manos hasta sus nalgas, apretando la pelvis del vampiro, haciéndole sentir la inminente erección que sus palabras de sumisión le habían causado.

—Te amo, Edward... te amo como jamás llegué a amar a nadie.

—Y yo te amo a ti, Christian... con cada fibra de mi corazón. —Sus bocas chocaron en un anhelante beso que los enloqueció al punto de desgarras sus camisas como un par de fieras salvajes sedientas de deseo y amor por el otro—. Pensé que te había perdido para siempre. —El magnate acalló sus lamentos con un leve siseo de sus labios, atacando nuevamente la deliciosa boca del muchacho, bebiendo de sus labios cada gemido, cada suspiro y cada manifestación de amor que el chico le profesaba entre susurros, lo que mantuvo a Christian cautivado—. Demonios... —Soltó el joven Cullen entre dientes, intentando cubrir su cuerpo con los restos de la destrozada camisa, mientras escondía su avergonzado rostro entre el hombro y el cuello del magnate, notificándole a continuación—. Taylor te está buscando. —Aquello hizo voltear a Christian, encontrándose con el ruborizado rostro de su guardaespaldas, quien estuvo a punto de marcharse al darse cuenta de que la había embarrado.

—¿Pasa algo, Jason? —El incómodo ex agente de la CIA, detuvo su huida al verse atrapado, intentando mantener un rostro inmutable, aunque se le dificultaba.

—Lamento mucho la interrupción, señor Grey... solo quería preguntarle si necesitaba de mis servicios, ya que deseaba prestarle todo el apoyo al señor Elijah para resguardar la seguridad del ataúd de su hermano Niklaus. —Edward apartó su, aún, avergonzado rostro, manteniendo la mirada fija sobre Christian, el cual negó con la cabeza.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora