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Mire nuestras mano entrelazadas y el enorme anillo con esa esmeralda que caracterizaba, brillaba cada vez más.

No entendía la razón pero sentía que el anillo brillaba más cada vez que estaba cerca de él.

-Te mostraré algo- dijo Emmanuel.

-Pero tenemos...

-Eso puede esperar pero esto no- dijo interrumpiéndome.

Como siempre él tenía la última palabra.

-Esta bien, vamos- dije.

La curiosidad de saber a qué lugar me llevaría y que al parecer era tan importante para él.

¿Qué era eso que quería mostrarme?

-Cierra los ojos- me pidió.

Lo mire un par de segundos confundida pero cerré mis ojos.

Y me deje guiar por él.

Sin dudarlo, Emmanuel Lazcano había logrado algo que muy pocos lograban y era ganarse mi confianza.

Porque confiaba en él.

Sentí un ligero viento recorrer por todo mi cuerpo, probablemente estaríamos afuera.

-Ábrelos- me pidió.

Abrí mis ojos y estábamos en una terraza que daba vista a un hermoso jardín, donde había muchas rosas rojas y tenían luces que de cierta manera le daba un toque cálido al lugar.

-Que hermoso- Admití, realmente me encontraba en un lugar que parecía sacado de un cuento.

-Sabia que te gustaría- dijo.

Me dediqué a mirar el lugar que tenía en frente, tal vez nunca volvería a este lugar.

Sentí que algo frío ponían en mi cuello.

Baje mi vista y era un collar.

Emmanuel me estaba poniendo un collar en el cual tenía un dije de rosa.

Mi flor favorita.

-Es hermoso- admití, tocando el dije.

-Es un simple collar- dijo como si fuera algo sin importancia.

-No te preocupes, al final de la cena te lo devolveré- admití.

No quería tener nada que me recordara a él.

Emmanuel se acercó a mi y tomó una de mis manos.

-Puedes consérvalo, sé que es tu flor favorita y creo que se te ve hermoso ese collar, señorita Montero- dijo.

No sabía que decir.

Me quede muda por un instante.

¿Qué efecto tenía Emmanuel Lazcano en mí?

Esa pregunta invadía en mi mente, porque al parecer ya estaba encontrando la respuesta y tenía miedo.

Miedo de lo que pudiera llegar a sentir por él porque sabía que un robot como él, nunca se enamoraría de alguien como yo.

Así que, Emmanuel Lazcano muéstrate tal como eres, muéstrame a ese robot que eres porque poco a poco estoy enamorándome de ti.

Enamorándome de un robot que podía jurar que odiaría hasta el resto de mis días pero eso cambio.

Cada vez estaba más cerca de mí, podía sentir sus reparación y solo esperaba que no escuchara el sonido de mi corazón que lo llamaba.

-Creo que debemos irnos- dije.

Cambiando mi destino  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora