25

20 3 8
                                    

¿Acaso se trataba de Bruno Avila?

El famoso diseñador en donde Edith trabaja y que no para de hablar maravillas sobre él y la empresa.

Emmanuel se notaba tenso y un poco molesto.

El tal Bruno se dio cuenta de mi presencia, no entendía lo que había pasado entre ellos pero de algo si estaba segura y era que defendería a mi ogro - robot de cualquiera.

-Supongo que tú eres su secretaria ¿No?- preguntó con cierto tono divertido.

Sonreí falsamente.

-Si, soy su secretaria- admití.

El sonrió y dio un aplauso.

-Maravilloso, nunca me equivoco ¿Verdad Emmanuel?- preguntó con una sonrisa, como si todo esto se tratara de una comedia.

Sabía que mi novio diría algo pero antes de que lo hiciera, abrí mi boca porque en ciertas ocasiones me encantaba defenderme de personas como él.

-Pues se equivoca, no soy solamente su secretaria- su sonrisa se borro pero la mía se agrandó- Soy su prometida- dije.

Quería reírme, al ver que sus ojos se agrandaban por la sorprendido que se encontraba pero eso duro solo unos minutos y después soltó una carcajada.

-Es imposible- Respondió incrédulo.

Al ver nuestras caras seria, se dio cuenta de que no mentíamos.

-Supongo que debería de felicitarlos, sobre todo a usted... perdón pero ¿cuál es su nombre?- preguntó con demasiado interés.

-Génesis- dije con una sonrisa.

El asintió.

-Supongo que usted ya me conoce- dijo con tanta seguridad.

-No lo hago, ¿me podría decir su nombre?- pregunté, tratando de convencerlo que realmente no tenía idea de quién era.

El sonrió arrogantemente.

-Bruno Avila- Se presentó.

-Con que aquí están- llego Sebastián con una sonrisa, lo cual agradecía de cierta manera.

Sebastián me sonrió y me guiño un ojo, lo cual me daba de cierta manera alivio.
Ya que había demasiada tensión entre mi querido ogro- robot y Bruno Avila.

No sabía exactamente qué había entre ellos dos, pero esto iba más allá de la competencia entre ambas empresas, tenía curiosidad pero no insistiría con ello.

-Génesis, creo que Alma te está buscando- dijo Sebastián.

Asentí, mire a mi novio y el asintió.

Me di la vuelta y me fui, de cierta manera tenía un mal presentimiento.

Solo esperaba que Sebastián pudiera ayudarlo pero tenía que confiar, confiar en que las cosas saldrían bien.

En eso vi a Natalia quien se encontraba con Alma cerca de una de las tantas albercas que contaba el hotel.

-Génesis- habló Natalia, brindándome una sonrisa.

-Hola, Natalia- le correspondí su saludo con una sonrisa.

-¿Donde se encuentra tú ogro, querida?- preguntó Alma.

Natalia se rió ante la pregunta de Alma.

-No es mi ogro- dije.

-Lo será pronto, además eres su secretaria y creo que sabes que debemos de empezar con este show- dijo Alma llevándose ambas manos a su cintura.

Cambiando mi destino  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora