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¿Había escuchado bien o el idiota me dijo amor mío?

Estoy segura que no sabía la sedición de la palabra amor.

-¿Amor?- pregunté levantando una ceja.

El sonrió y tomó mi mano como si fuera suya.

-Melanie, ella es mi novia y debe de estar un poco celosa- Ahora si, estaba enojada- Mi amor, no me gusta verte enojada.

Al parecer era un muy buen actor porque si no conociera lo idiota que era, hasta yo le hubiera creído.

-Emmanuel, sabes que odio que te veas con otra mujer que no sea yo, al menos que sea asuntos del trabajo- El lucia sorprendido.

Si quería jugar, lo haríamos.

-No sabía que tenías novia- dijo la chica, la cual lucia algo molesta.

Entonces sin pedir permiso y ahí en frente de ella, me beso.

Abrí mi boca y se sentía una guerra, torpemente le seguía el beso.

Debía de confesar que nunca había besado a nadie, quería que fuera con alguien especial y él era el menos indicado.

Sabía que él se había dado cuenta de que jamás había besado a nadie.

Por falta de aire nos separamos.

Lo único que quería era golpearlo.

-Creo que debo irme- dijo levantándose de su asiento.

Emmanuel tomó mi brazo y me arrastró afuera del restaurante.

Ahora me iba a escuchar porque no me quedaría callada.

Me llevo arrastras hasta el estacionamiento.

Perfecto, ahora le podía gritar todo lo que yo quisiera.

Él se detuvo.

-¿Y bien?- le pregunté soltándome de su agarre.

-Lo siento, no era mi intención...

No le deje terminar cuando mi mano le dio una gran cachetada.

Ahora, me sentía mejor.

-Lo siento, no era mi intención- fingí una sonrisa falsa, tan falsa como lo era él.

-Me lo merezco, lo hice porque solo quería escapar-Se excuso.

Metí mis manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón negro.

-Pudo, inventar otra excusa en ves de usarme a mi como su novia- objeté.

-Tienes razón y me disculpo- sonaba sincero.

-Solo espero no volver a encontrarme su cara porque lo único que ha hecho es traerme, problemas- el parecía no comprender lo que decía- Ahora volveré a mi trabajo, si es que aun lo conservo.

-Espera- dijo sacando su billetera y tendiéndome dinero.

Lo mire desafiante.

-Yo no acepto la caridad de nadie y menos la suya, si no quiere que le de otra buena cachetada o mejor aun le de un golpe en su ojo- solté enojada- Yo no soy una de sus muñecas, Emmanuel Lazcano- Y con eso último me fui.

Cambiando mi destino  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora