-¿Qué haces?- preguntó mi tía, mientras veía todo el desorden que tenía en mi habitación.
-Buscando algo con que nadar- dije, mientras abría uno de los cajones.
-¿Nadar? Pero si tú no sabes nadar- señalo mi tía.
-Lo se, tendré que aprender porque iré unos días a Cancún porque al parecer va a haber un evento muy importante de la empresa - dije.
-Te irás a Cancún, ¿cuando pensabas decírmelo?- preguntó mi tía, con cierto tono de molestia.
-Lo siento, últimamente he tendido muchas cosas en mi cabeza- admití.
-Esas cosas de cabeza ¿No serán por alguien más?- preguntó curiosa.
-¿Por alguien más? No lo creo- dije.
-¿A quien tratas de convencer a ti o a mi?- preguntó mi tía.
Me quede callada.
-Génesis, te conozco, se qué hay una razón y la única razón por la que últimamente estás así es por ese hombre, Emmanuel Lazcano y sé que al final la única que saldrá herida eres tú- dijo mi tía.
Asentí.
-Lo se, pero esto pronto acabará y yo me iré a Milán y perderé todo contacto con él- señalé.
-Si eso es lo que quieres, hazlo y que nada te detenga.
-Lo haré- admití.
-Solo quiero lo mejor para ti y se que esto será duro de escuchar, Génesis- dijo mi tía en un tono bastante serio- Debes de olvidarte de Emmanuel Lazcano y centrarte en irte a Milán porque si continúas con esto, terminarás quedándote aquí y no cumplirás ninguna de tus metas, Génesis.
Asentí.
Mi tía tenía razón.
Debía de poner en primer lugar mis metas, esas que tenía antes de haberlo conocido y que tanto esperaba lograr.
Así que solo terminaría este juego y me iría.
Esa era mi decisión.
Al día siguiente, me levanté temprano y me dirigí al centro comercial, necesitaba un traje de baño y porque necesitaba aprender a nadar.
Edith y Sherezade decidieron acompañarme, al parecer no creían que aprendería a nadar.
-Al parecer el cuñado te tiene tan enamorada que decidiste aprender a nadar- Dijo Edith.
-Claro que no, quiero aprender porque realmente es algo necesario de saber- Señalé.
-Eso es importante, no tienes que aprender para impresionar a un chico, estoy orgullosa de ti- Me apoyo Sherezade.
Seguimos en la búsqueda de un buen traje de baño.
-¿Qué les parece esté?- señaló Edith.
Era un hermoso traje de baño de color negro.
Estaba Perfecto para poder aprender a nadar y la tela realmente estaba bastante cómoda.
Asentí.
-Es Perfecto- Admití, viendo el traje de baño.
-Lo sé y al parecer sherezade encontró otro- dijo Edith.
Asentí satisfecha.
-Pobre del cuñado, cuando te vea con los trajes de baño que compraste, enloquecerá- dijo Edith con una sonrisa coqueta.
-Estoy de acuerdo, ojalá estuviéramos ahí para ver la cara que pondrá- dijo Sherezade.
Sería imposible de imaginarme la expresión del robot Lazcano.
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Cambiando mi destino
RomanceCreemos que podemos planear todo pero el destino es quien hace de las suyas y nos lleva a donde nunca pensamos llegar. De hecho, a veces la vida te hunde en un pozo y luego te eleva hasta las nubes. Pero eso me hizo ser quien soy ahora. Debemos cree...