Emmanuel regresó, trate de fingir que estaba bien y siendo sincera mi cabeza estaba en otro lugar.
Decidí ignorar esas inseguridades y temores, concentrarme en la colección, que era lo que realmente me importaba.
-Me gustaría invitarlos a cenar.
-Estaría muy bien- dijo Emmanuel sonriendo.
-¿Qué opina señorita Génesis?- preguntó Héctor.
-Me parece bien, señor Fuentes- dije.
-Por favor, llámame por mi nombre me hace sentir viejo que me llames por mi apellido- dijo con cierto tono divertido.
Asentí con una sonrisa.
-Bueno, es hora de irnos- Dijo Emmanuel.
-Entonces, te enviaré un mensaje para ponernos de acuerdo- Dijo Héctor con una sonrisa.
Emmanuel asintió se dieron un apretón de manos.
-Fue un gusto, conocer a su prometida- asentí un poco incómoda.
Necesitaba salir de ahí.
Despejar mi mente y no pensar demasiado, solo rogaba a Dios que todo saliera bien.
-¿Te sientes bien?- preguntó Emmanuel.
-No, necesito descansar- Admití,
-Te llevaré a tu casa, debes de descansar- Emmanuel lucia preocupado.
Asentí.
Durante el trayecto hacia mi casa, mi mente seguía desconectada del mundo.
Cerré mis ojos por unos minutos, hasta que caí profundamente dormida.
-Génesis, ya estamos en tu casa- hablo la voz de Emmanuel.
Abrí mis ojos y él se encontraba muy cerca de mi, podía escuchar perfectamente su respiración.
Esa sensación seguía ahí, no comprendía la razón del porqué no podía apartar mi mirada de sus ojos y siendo sincera no quería que él se apartara, quería seguir mirándolo.
-Creo que es hora...- dije un poco nerviosa.
El asintió.
Abrí la puerta y me baje lo más rápido posible.
-Gracias por traerme- dije con una sonrisa.
-No, gracias a ti por ayudarme- antes de que cerrara la puerta.
-Génesis- Escuche la voz de Edith.
Oh, mierda.
-Edith- Mi amiga estaba agitada como si hubiera corrido un maratón.
Emmanuel me miraba curioso y sabía que Edith tendría la misma curiosidad.
-Emmanuel, ella es Edith una de mis mejores amigas- El asintió y se bajó del auto.
-Emmanuel Lazcano, soy el prometido de Génesis- dijo.
Edith me miro y yo asentí.
-Entonces, ¿Debo de llamarte cuñado?- preguntó curiosa.
-Edith- la regañe.
Emmanuel se rió.
-Le enviaré un mensaje a Sherezade porque tenemos que interrogarlos, a los dos- Dijo Edith señalándonos.
-Edith, no creo que Emmanuel tenga tiempo- Señalé.
-Claro que tengo tiempo, además son tus amigas- Dijo Emmanuel.

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Cambiando mi destino
RomanceCreemos que podemos planear todo pero el destino es quien hace de las suyas y nos lleva a donde nunca pensamos llegar. De hecho, a veces la vida te hunde en un pozo y luego te eleva hasta las nubes. Pero eso me hizo ser quien soy ahora. Debemos cree...