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Harry

Me desperté de golpe a causa de un grito muy fuerte, como si estuvieran matando a alguien. Me incorporé cuando escuché esta vez el sonido de lo que parecía ser un disparo, y los gritos callaron. Podía sentir un escalofrío, recorrió mi cuerpo y quise levantarme, pero nada más poner un pie en el suelo, la habitación entera giró y caí al suelo. ¿Me han drogado? No, esta sensación la conocía bien. Toqué mi frente y como supuse, estaba ardiendo. También me dolía el estómago. Ni siquiera me giré cuando oí el ruido de la puerta siendo abierta.

— Vuelve a la cama.

Abrí los ojos justo a tiempo para apartar su mano.

— Te dije que no me tocaras.

— ¿Te crees que me importa algo?

De un empujón tiró de mí poniéndome en pie y me tiró a la cama. Juro que en ese momento sentí todo mi alrededor como si fuese un remolino. La habitación no paraba de girar.

— Quédate ahí. No me servirás de nada estando enfermo.

— ¿Entonces por qué no dejas que me vaya?

— Porque no.

Mordí mi lengua con fuerza para no acabar gritándole todo lo que tenía en la cabeza y tapé mis ojos intentando que el mundo volviese a su sitio.

— Tómate esto y duerme, hasta mañana no empezaremos.

Me incorporé un poco y miré con desconfianza la pastilla blanca que estaba en su mano.

— ¿Qué es?

— Algo que hará que te cures.

— ¿Piensas que me voy a tomar eso? Más bien, ¿crees que voy a aceptar algo de lo que tú me des?

— Si no quieres morir de hambre, espero que así sea.

Me giré quedando de espaldas a él, pero para nada esperaba ese tirón de pelo y sus labios presionando los míos.

Abrí los ojos de golpe y me topé con los suyos, mirándome. Separé mis labios para morderle y en un segundo, el agua inundó mi boca y su mano me sujetó fuertemente de la nuca. Intenté separarlo de mí, pero era como intentar mover una puta pared. Al final, por el mareo y la sensación de ahogamiento, tragué hasta que, por fin, asegurándose de que no mantenía el agua en mi boca, se separó de mí.

Tosí agarrándome la garganta.

— ¿Qué has hecho?

— Darte la puta pastilla, ahora duerme antes de que cambie de idea y te folle ahora mismo.

Acababa de beber agua, pero después de oírle mi garganta parecía un desierto. Cerré la boca y volví a acostarme. Ya era de noche, y tenía a ese hombre al lado, lo sentía por el peso en la cama. Estaba acostado a mi lado. Abrí los ojos y lentamente me di la vuelta. Tragué saliva al ver su cara a no más de 5 centímetros de la mía y me encogí intentando ocupar el menor espacio posible en la cama, evitando así que nuestros cuerpos se tocasen. No lo voy a negar, él era guapo, pero eso no le quitaba lo idiota. ¿Cómo espera que duerma tranquilo a su lado? Iba a girarme de nuevo cuando vino un olor dulce. Giré la cabeza guiado por el olor y me encontré otra vez con su cara. Me incorporé un poco acercándome a él hasta estar a menos de 3 centímetros de su cuello. Inspiré hondo y abrí la boca. Frutas olía a frutas. Pasé la lengua por mi labio inferior y me quedé congelado. Ese olor era mejor que todos los perfumes. Me mordí el labio y me acerqué más a su cuello, hasta que ya solo unos milímetros me separaban de su piel. Tragué con fuerza y deslicé con suavidad mi nariz sobre su cuello. Nunca había sentido esto y no podía ser lo que creía, por favor no retrocedí de golpe y me llevé las manos a la cabeza, intentando calmar mi respiración y los latidos de mi corazón. No puede ser que este hombre sea mi pareja, no lo acepto. Mis ojos picaban cada vez más, así que los restregué con fuerza. Ya dije que no me va a ver derramar una sola lágrima. No por él.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora