ⅩⅩⅤ

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Harry

Me desperté, como ya era costumbre, por un rayo de sol que caía directamente sobre mi cara.

Abrí los ojos poco a poco, siendo consciente a los pocos segundos del dolor que aún sentía por todo el cuerpo. Maldito bruto, maldito imbécil que estaba acostado a mi lado, ¿¡por qué está durmiendo a mi lado!?

Por puro reflejo me eché para atrás lo más rápido que pude, haciendo que los muelles de la cama sonaran de manera chirriante y horrenda. Apreté los dientes con fuerza y un escalofrío recorrió mi espalda cuando le vi moverse, por suerte solo se giró.

Solté el aire lentamente y salí de la cama pasándole por encima. Todo mi cuerpo dolía, y mis piernas parecían las de un animal aprendiendo a andar por primera vez. Salí de la habitación sin hacer ruido y me adentré a la suya yendo directamente al baño. Después de 10 minutos salí de ahí con la ropa puesta y me asomé al pasillo. Desde ahí podía ver perfectamente la habitación en la que, al parecer, él aún seguía durmiendo.

Bajé lo más rápido que pude las escaleras y fui directamente a la cocina para tomar el teléfono.

323-991-9296

Me apoyé en la pared y me fui deslizando hasta quedar sentado en el suelo mientras apretaba fuertemente el teléfono.

— ¿Qué quieres a estas horas?

— Zayn

— ¿Hazz? ¿Qué pasa? Son poco más de las 7, estas no son horas de llamar.

— Zayn

Noté cómo mi voz se entrecortaba y las lágrimas salían de mis ojos. Oír su voz me había hecho sentir aliviado igual que un abrazo.

— ¿Estás llorando? ¿Qué ha pasado?

— Ayer, fue horrible Zayn, por favor te neces...

Me encogí cuando la puerta de la cocina se abrió de bruscamente y golpeó la pared. Aferré el teléfono entre mis manos y miré con el corazón en la garganta a Louis.

Cerré los ojos cuando vi su mano avanzar hasta mí, pero enseguida los abrí cuando sentí el teléfono deslizarse entre mis manos.

— Zayn sí, no te preocupes, no, sí, está bien, lo sé, sí, nos vemos.

Colgó el teléfono y se agachó hasta quedar frente a frente.

— No vuelvas a desaparecer así.

Me puso en pie de un tirón y sin dejarme dar un paso me cargo poniendo un brazo por debajo de mis rodillas y otro por mi espalda.

— Bájame ¡Bájame! Ya basta ¡Suelta!

Me revolví todo lo que pude y más hasta que llegamos a la habitación, donde me soltó encima de la cama.

— ¿Qué es lo que te pasa?

— Adelante. — Le miré con el ceño fruncido intentando que no salieran más lágrimas. — Tienes todo el derecho a hacerme lo que quieras.

— Si hago todo lo que quiera, puedes estar seguro de que acabarías metido en un puto ataúd.

Un silencio incómodo reinó en la habitación durante unos minutos.

— Quiero darte un puñetazo.

— ¿Dónde?

En los huevos.

— Pensé que no tendrías sentido del humor después de eso.

— No era con humor.

— Lo siento. — bajo un poco su mirada, pero volvió verme arrepentido el animal.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora