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Mordí mi labio ignorando el dolor y cerré fuertemente los ojos para no ponerme a llorar. Esto era demasiado.

— No hagas eso o volverás a sangrar.

— Qué te importa. Déjame en el suelo, puedo caminar solo. — Me dejó en medio del pasillo gris y empezó a caminar delante de mí sin decir una palabra. Caminé apoyado en la pared, ya que parecía que mis piernas eran de gelatina y mi cadera temblaba a cada paso que daba. Nunca me había sentido tan mal, nunca había sentido asco de mí mismo.

— Ahora que lo pienso, tengo que darte de comer. — Fruncí el ceño y miré su nuca con odio. ¿Qué soy, una mascota?

Subimos las escaleras y entré detrás de él a la habitación, yendo directamente al baño para ducharme de nuevo, necesitaba limpiar mi cuerpo. — ¿A dónde vas?

— Necesito una ducha.

— ¿Te di permiso para que te ducharas? — es un completo imbécil, no tiene ni una pizca de conciencia, es un maldito alfa abusivo, dispuesto a todo por dinero, no me extraña que por eso sea uno de los hombres más ricos, si se dedica a vender a omegas como yo, es enfermo. — ¿Por qué me odias? ¿Qué te hice? ¿¡Qué te he hecho yo!? — Me derrumbé en frente de la puerta y tapé mi cara entre mis manos temblando de enojo y miedo que me causaba.

—... Oye...

— ¡Cállate! No quiero escuchar tu voz, ¡no quiero tener nada contigo! Si piensas venderme hazlo ya ¡prefiero estar con cualquier otro que contigo!

— ¿No querías volver a tu casa?

— ¿Y eso que tiene que ver? Haga lo que haga no volveré y todo es por tu culpa. ¿Por qué yo? — Escuche como se acercaba a mí y me tomo por las muñecas y me lanzo a la cama sin cuidado.

Quieto.

Me tapé con una sábana y me sequé rápidamente una lágrima que había escapado nada más había cerrado la puerta. No tardó más de dos minutos en volver con una bolsa. Sacó un sándwich y lo lanzó encima de mis piernas.

— Come.

— Te dije que no acep...

— Por el amor de dios, come.

Noté mi garganta cerrarse. Abrí el paquete del sándwich y empecé a comer sin hacer ruido.

Louis

Maldición. Mierda, puta mierda. Tomé la bolsa de la cocina y me encaminé a la habitación. No me puedo sentir mal por él, este es mi trabajo joder. Solamente porque me recuerde a aquel niño, no puedo, no puedo dejarle ir ahora. No había. No me había sentido así con los demás. ¡¿Por qué tiene esa cara?! Mientras volvía a la habitación me dieron ganas de llamar a mi jefe y acabar con todo esto, pero recordé mi objetivo e intenté calmarme. Entré y sin mirarle a los ojos le lancé la comida. Me replicó de nuevo y utilicé la voz, no podía arriesgarme a explotar en frente de él. Empezó a comer en silencio y me fui al jardín, no sin antes olvidarme de cerrar con llave para que no hiciera ninguna tontería. Clifford me recibió saltando sobre mis piernas y me senté en los escalones acariciando a ese pequeño.

— Tú eres lo único bueno.

Recordé a todos los hombres y mujeres que se reunieron alrededor del cuerpo de Harry y agarré una pelota, se la lancé a Clifford con todas mis fuerzas. Esta rebotó en el cristal y volvió a mi mano antes de que Clifford pudiera atraparla. Chasqué la lengua y miré el cielo. Estaba a punto de llover. Toqué el centro de mi pecho y no pude evitar una mueca de dolor. La cicatriz me dolía cuando el tiempo cambiaba. Estaba a punto de encender un cigarro cuando oí una voz justo detrás de mí.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora