ⅩⅩⅥ

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— ¿Zayn? ¿Qué haces aquí?

— ¿Cómo esperabas que no viniera cuando me dijiste que estaba todo bien después de que él estuviera llorando?

— Ah, ahora está bien, no tienes que preocuparte.

— Dices que no me preocupe, pero ¿Qué es esto? — Dijo a la vez que sujetaba mi muñeca con fuerza.

— ¡Ah! Suelta... — me queje cuando jalo de mi mano vendada lastimándome un poco.

— ¡Eh! Déjale en...

Zayn me soltó y con rapidez le pegó a Louis un puñetazo en el estómago.

— ¿Qué puta le hiciste? Te lo advertí idiota.

— ¡Espera!

Tome del brazo a Zayn y tiré de él hasta que acabó en el suelo, ni siquiera me dio tiempo a respirar tranquilo cuando tuve que parar a Louis para que no se abalanzase sobre Zayn.

— ¡Paren ya! ¡Los dos!, par de animales salvajes.

— ¡No me jodas! Ahora mismo te vienes conmigo, no te voy a dejar solo cuando está así de violento.

Dijo a la vez que se levantaba y me empujaba por la espalda. — Ya te dije que lo habíamos arreglado. ¡No te preocupes, en serio!

— Ya sabrás lo que haces.

Se apartó de mí y con la expresión más seria con la que le había visto hasta la fecha salió de la casa dando un portazo.

— No te preocupes, hablaré con él.

— Me siento mal, no tenía que haberle llamado.

— Estabas asustado, por mi culpa. No le des tantas vueltas.

— Oye, ¿Cómo vamos a hacerlo?

— ¿Hacerlo? — ladeo un poco su cabeza, viéndome confundido.

— Ya me entiendes, lo de, lo de ser el omega para ese hombre.

— No te preocupes. Aún falta...

— Falta una semana, y mi celo empieza en dos días, eso solo nos deja con cuatro días para planearlo todo.

Suspiró y haciendo un movimiento de cabeza me indicó que le siguiera. Pensé que íbamos a hablar a la habitación, pero en vez de eso fuimos por un pasillo que solo había recorrido una vez.

Me paré en seco y retrocedí unos pasos. — ¿me estás llevando a esa sala?

— Tranquilo, esta vez no será así. Te lo prometo.

—... Está bien.

Seguimos hasta llegar a la última puerta que había y entramos. Era roja y negra, muy lúgubre, pero a la vez daba la sensación de lujo. Retrocedí hasta el umbral de la puerta cuando vi el sofá. El sofá donde una veintena de personas me habían tocado.

— No quiero estar aquí.

— Cierra la puerta. Te juro que no haré nada. — Dejé salir el aire poco a poco y cerré la puerta a mis espaldas. — Ven.

Ese lugar era frío, no paraba de tener escalofríos. — No me gusta estar aquí.

— Si todavía quieres hacer esto, aquí es donde pasarás una semana entera.

— ¿¡Aquí!?

— Bueno, más bien aquí.

Se fue hasta el final de la habitación y abrió una puerta que estaba camuflada con la pared, solamente se veía una manilla.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora