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— Siéntate. — Dijo nada más, me vio entrar a la cocina. Ocupé el mismo sitio de ayer y no pude evitar que mis ojos se deslizasen hasta el teléfono, pero aparté la mirada cuando se puso frente a mí. — Toma. — Me tendió un bol de frutas y se sentó en el otro extremo de la mesa.

— Gracias. — hable un poco bajo viendo el plato de comida, hasta ese momento no me había dado cuenta de que mi estómago rugía como un león. Bajé la cabeza sonrojado y empecé a comer. 

Era un poco incómodo, ya que ninguno de los dos hablaba. — Uhm ¿puedo encender la televisión?

— Como quieras.

No tardé ni dos segundos en ponerla, al menos con el ruido, la tensión se hacía menos palpable. Fui cambiando de canal hasta que una imagen llamó mi atención ¿Des, mi padre? Subí el volumen y dejé el bol de frutas a un lado. Mi madre lloraba a su lado mientras él hablaba con un reportero.

— Sí, encontraron su cadáver hace un día en....

Me sorprendi negando y me acerqué más a la televisión. — El cuerpo de mi hijo será incinerado hoy. Quiero que sepan que no descansaré hasta que los culpables de su muerte estén entre rejas.

¿Qué? Tapé mi boca y caí al suelo de rodillas. Todo me daba vueltas

— Lo mataré.

Apagó la televisión y se levantó de golpe. Le seguí y cuando vi que se dirigía a la salida le paré tomando su camiseta.

— No, no puedes salir...

— ¿¡Qué!? Aparta, le haré saber que...

— NO. Estás en celo. — le mantenia la mirada aunque el calor en mis mejillas se extendio ya sea por la verguenza o el enojo que me provoco ver las noticias. — A mí no me importa eso, así que déjalo.

— ¿¡Estás loco!? — Agarró mi mano con un movimiento brusco y me zarandeó hasta tumbarme en el suelo.

— Cuando se supieron los resultados, supe que ya no me querría como hijo. Para él desde ese día fue como si no hubiera existido. Así que...

— Así que nada. Voy a decir que se encarguen de él.

— NO, por favor, si lo haces... — Mis lágrimas volvieron a salir y como último esfuerzo por pararle agarré con fuerza su camiseta. — Si lo haces mi madre acabará sola. Una beta de más de 40 años no puede vivir sola no puede afrontar la hipoteca ¡se quedaría en la calle! Por favor...

— ¿¡Qué tan idiota puedes llegar a ser!?

Le miré y vi cómo apretaba los dientes y me miraba con el ceño fruncido. — No soy idita yo la amo demasiado y no me perdonaria si la veo sufrir. Entiendeme un poco, no ordenes nada por favor... — Tomo otra vez mi brazo, esta vez con más delicadeza, y tiró de mí hasta ponerme en pie.

— Lo entiendo... — asintio viendome con esa mirada que no logro desifrar si es de compasión, pena o cariño lo que sea esa mirada solo asintio de nuevo a la vez que me estrechaba entre sus brazos. — Así que deja de llorar...

Me separé lentamente de él y me limpié las lágrimas. — Yo voy a ducharme. — Sin mirarle subí las escaleras a toda prisa y fui directamente al baño para llenar la bañera.

''no descansaré hasta que los culpables de su muerte estén entre rejas''

Hipócrita, maldito hipócrita. Me quité la ropa y la tiré a una esquina con rabia para después meterme en la bañera.

Con que habían encontrado mi cuerpo eh ya. Seguramente le dijo a mi madre que estaba en un estado deplorable. Me picaban los ojos apreté los dientes y cerrando los ojos me metí debajo del agua. No sé cuánto tiempo estuve ahí metido, pero justo cuando iba a salir una mano me sacó tirando de mi brazo.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora