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— Tu mirada, da miedo.

— ¿Qué? — Apreté los dientes y respiré profundamente. — ¿Tú también vas a mirarme con miedo?

— No, solo que, tus feromonas están descontroladas. — Fruncí el ceño y dejé la bolsa al pie de la cama. — Lo siento, pero la gente me mira como si fuera yo el que te ha violado y golpeado. Igual como me miras tú ahora. — Me acerqué a él con cuidado y vi cómo me sostenía la mirada a duras penas. — No quiero que me mires así.

— Cálmate...

— ¿¡Cómo mierdas me calmo si hace apenas media hora que sé que ese cabrón te violó!? — le grite a la vez que golpeaba la cama a un costado mío, chasqué la lengua cuando se encogió aún más y opté por ir al baño para empezar a llenar la bañera. En los pocos minutos que estuve encerrado intenté tranquilizarme, pero me era inevitable pensar en todo lo que tuvo que sufrir a manos de ese cabrón.

Cerré el grifo y fui a por él, no sin antes mirarme en el espejo, intentando poner una cara tranquila, o al menos quitar el ceño fruncido. — Ven, la bañera está lista. — le hable desde el marco de la puerta, se levantó y pasó a mi lado casi trotando para después cerrarme la puerta en las narices. Un leve tic se instaló en mi ceja y conté hasta 10 para abrir de nuevo la puerta.

— ¿Qué fue eso?

— Nada... — Estaba metido en la bañera y el agua le cubría hasta la barbilla, se notaba a leguas que quería ocultar algo mientras seguía frotando su cuerpo con la esponja y el jabón limpiando su piel de porcelana. — Ponte de pie.

— ¿Para qué?

— Hazz no me hagas repetirlo. — mi voz sonaba suave, no exigente ni arrogante, como de costumbre le extendía mi mano.

Él me miró con un atisbo de duda en sus ojos y después suspiró para tomar mi mano y levantarse. — Date la vuelta. — me miró con las mejillas rojas y soltó mi mano para girarse.

Me mordí el interior de la mejilla por la rabia que sentí al ver las marcas de los golpes haciendo que sus nalgas se vieran rojas, aparte de la herida que había mencionado el médico. Por último, estaba la herida de bala. Pasé mis dedos suavemente delineando su contorno para después acercar mi cuerpo al suyo y dejar un beso cerca de donde estaba mi marca. Mi marca le dejé sin decirle nada y volví a la habitación para tomar la llave del collar.

Cuando volví, Harry seguía en la misma posición. — Voy a quitarte esto. — Con un suave clic, el pesado collar se abrió y lo lancé a un lado. — Esto va a doler un poco. — le informé a la vez que tiraba del esparadrapo que cubría mi marca. Lo hice de golpe para no alargar el dolor y por poco no aguanto la risa cuando emitió un sonido adorable. 

— ¿Está bien? — Sus manos palpaban su cuello y alrededor de mi marca.

— Está perfecta. Aparte, al tener forro el collar no te ha hecho ninguna rozadura. Oye, no tienes por qué avergonzarte. El médico ya me dijo lo que te había pasado. Me puedes contar lo que quieras, ¿vale? Intentaré estar calmado, pero a veces es difícil para...

Me quedé callado cuando se giró de golpe y pasó sus brazos alrededor de mi espalda. No dijo nada, simplemente se quedó quieto mientras yo estaba congelado. Reaccionando unos segundos después posé mi barbilla sobre su cabeza y le rodeé por la cadera.

— Te quiero...

Sonreí y cerré mis ojos a la vez que sentía cómo mi cuerpo se relajaba. — Yo también. — Después de estar así por no sé cuánto tiempo me separé de él.

— Vamos, no quiero que te resfríes ¿Hazz?

No vuelvas a ser como antes, por favor. Yo no te tengo miedo, ya no. Y no quiero volver a temerte.

— Lo prometo, en verdad no volveré a ser ese idiota jamás. Oye... — afirme a la vez que lo separaba de mí para poner una toalla sobre sus hombros. — Tienes que tener paciencia conmigo, ¿vale? Hace años que llevo actuando como una persona completamente diferente a la que era, me cuesta decir lo que siento ¿Me comprendes?

Él asintió y le miré sin intención alguna de reprimir la sonrisa que mi boca estaba formando. — ¿No me tienes asco?

Fruncí el ceño y me quedé completamente paralizado en cuanto oí esa frase salir de sus labios. — ¿Cómo?

Él bajó la cabeza a la vez que se acurrucaba más contra la toalla. — Por todas las cosas que hice, por lo que oía en la Universidad, si un omega marcado se acuesta con otro alfa, es probable que acabé abandonado por su alfa.

— Esa es la mayor idiotez que... — Me callé al momento al ver cómo sus hombros se encogían por el cambio brusco de voz e intenté calmarme. — No va a pasar. Y nunca pienses, por lo que más quieras, que siento asco de ti. Sería algo impensable. Te quiero Hazz, y ahora mucho más. — con cuidado de lastimarlo dejé mi mano en su aún plana barriga. — No dejaré que pases nunca más por esa situación, en primer lugar, nunca tendrías que haber pasado por eso. Siempre me odiaré por no haber ido yo personalmente con el equipo de seguimiento.

— Está bien... — intento sonreír un poco mientras que su mirada se fijaba en mi mano y con cuidado llevo la suyo a la mía y la entrelazo sobre su barriga. — No, no está bien.

Le tomé suavemente de sus mejillas, haciendo círculos con el pulgar sobre sus carmines cachetes, intentando tranquilizarle, y le guie hasta la cama. — ¿Qué haces?

Preguntó cuándo me puse a su espalda.

No le contesté y suavemente tiré de él hacia atrás pegándolo a mi pecho para después caer con él encima de mí sobre la cama. — ¿Louis?

— Espera, solo un momento. — bese de nuevo mi marca. — En estos momentos me alegro de haber perdido mi olfato. — Se removió sobre mis piernas, colocándose de lado y apoyo su cabeza en mi hombro, mientras sentía como sus manos se posaban sobre mi brazo. — ¿Por qué?

— Porque en estos momentos seguramente no podría reprimirme. — le contesté a la vez que acariciaba su cuello con la punta de mi nariz para dejar un suave beso que hizo que su piel se erizara.

Noté cómo la presión en mi brazo crecía mientras apretaba mi agarre alrededor de su cintura. — No...

Paré al oír la negativa saliendo de sus labios y aparté la mirada de su cuello. — No, no tienes por qué reprimirte conmigo...

Levanté la vista y por primera vez en años fui consciente del sonrojo que se extendía por mis mejillas. — Será mejor que tengas cuidado con lo que dices, no quiero acelerar las cosas. Además, estás en cinta, debo que cuidarlo a los dos. — Negué, aunque mi intención era llenarlo de besos y mimos, no llegaría a tener relaciones con el ahora mismo por el cachorro, no sabemos aun si eso podría hacerle algún daño.

Aparté mis brazos de su cuerpo, pero me quedé quieto cuando sentí sus manos avanzar por mi torso, pasando por mi pecho, cuello y mentón para finalmente posarse en mis mejillas, negó lentamente viéndome. — Quiero olvidar sus ojos, quiero olvidar todo de ese hombre, y no seré capaz de hacerlo hasta que tus manos recorran mi cuerpo. Nunca sentí esto...  Pero sé que te necesito, te necesitó más que nunca, más que a nadie, por favor sé que nos cuidaras a los dos, pero necesitó tus besos en mi cuerpo.

— Hazz

Entrecerré los ojos cuando sus labios se posaron suavemente sobre los míos, casi sin hacer presión, para después pasar su lengua delineando mi labio inferior. Entreabrí la boca mientras mi mano pasó por su hombro hasta su cuello. Pasé mis dedos suavemente sobre la marca mientras oí cómo un suave gemido escapaba de sus labios.

Enterré mis dedos en sus rizos y finalmente junté mi boca con la suya, acariciando su lengua con la mía para fundirnos en el mejor beso que había dado en toda mi vida.

Abrí mis ojos para separarme lentamente de él y en el momento en el que lo vi con sus mejillas rojas y los ojos llorosos mandé todo a la mierda, le haría el amor a mi omega cuidándolo como jamás lo había hecho con alguien más en esta vida, ya que dentro de él crecía nuestro pedazo de corazón.

- Ahora, ni se te ocurra huir.

Un omega diferente [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora