P.O.V. Normal
El almuerzo fue realmente bien, todos estaban llenos y más relajados después de su mañana agitada, Seiya y los demás anduvieron por todo el lugar observando cómo este se seguía llenando de personas una vez el Sol bajó casi por completo cerca de las 6:00 de la tarde, dejando a la vista un hermoso atardecer que pronto llegaría a su fin, permitiendo ver completamente la Luna y las estrellas. Los menores del grupo se decidieron a ir a la Rueda de la Fortuna para apreciar como los últimos rayos del Sol desaparecían y como las luces de energía eléctrica iluminaban de forma magnífica el lugar.Momentos después, todos se encontraban en la Rueda de la Fortuna, sentados de dos personas por cabina, estando, por azares del destino y suerte del chico de cabellos azules, Ikki y Seiya juntos. Los demás dirían que empezarían a discutir o que la atmósfera sería pesada pero realmente era lo contrario, Seiya estaba junto a Ikki mirando por el cristal mientras platicaban de temas sin sentido pero disfrutando el momento, logrando así que el mayor se sintiera lo suficientemente decidido para darle el regalo que había preparado.
Ikki: Eh, Seiya -habló llamando la atención del castaño- yo tengo, bueno, te preparé, te compré...Agh, voy a empezar de nuevo -los nervios lo estaban traicionando de forma rápida, haciendo reír al menor, viendo enternecido como movía las manos de forma nerviosa- lo que trato de decir es que te quería dar esto -dijo estirando la pequeña caja color azul marino que cargaba en su bolsillo hacia Seiya, haciendo que éste le mirara sorprendido y con un leve rubor en sus mejillas- lo encontré en una tienda y me pareció...lindo, por lo que decidí comprarlo para ti.
Seiya: Ikki, yo... -no sabía que decir, sólo atinó a tomar la pequeña caja y abrirla lentamente, observando al fin que tenía una pulsera con un dije y en él llevaba su inicial- gracias, es muy lindo -sonrió tan grande que sus ojos desaparecieron en dos pequeñas líneas, maravillando al corazón del mayor, eso le bastaba-.
El menor, quien se encontraba intentando colocar la pulsera en su mano, terminó siendo ayudado por Ikki, mientras Seiya seguía observando de forma tierna y asombrada al mayor y cómo éste se tomó el tiempo de conseguir un regalo, exclusivamente para él, se sentía muy bien saber que pensaba en él aunque fuera un poco. Ninguno esperaba pasar un día tan divertido y hasta un punto especial; tenían cerca a la persona que querían aunque no lo admitieran aún, sabían que por el momento les bastaba con la presencia del otro. Por el momento.
Nadie habló hasta que finalizó la vuelta de aquella gran rueda, el silencio fue agradable, sin palabras se podía sentir en el ambiente que ambos estaban felices. Al salir pudieron ver a los demás esperándolos para poder ir a comer algo y de paso disfrutar de los juegos más agitados como última cosa que hicieran antes de marcharse del lugar.
Su cena fue relativamente larga, todos hablaron sobre diversos temas, trayendo a colación temas laborales, sociales e inclusive, por parte de Seiya, infantiles. En conclusión, disfrutaron tanto su cena entre charlas y algunas bebidas que no habían notado la hora aunque todavía se permitieron disfrutar de los juegos que permanecían aún abiertos, siendo así que concluirían ese día. Fue agradable para todos.
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En estos momentos Seiya se arrepentía enormemente de haber comido demasiado, tomado más de un vaso con alcohol y haberse subido a la montaña Rusa por segunda vez en el día después de comer; de no ser por Shun, habría quedado botado en medio de la feria luego de bajar del juego mecánico. Se sentía horrible, quería regresar todo lo que había comido durante el día, quería llegar de una vez por todas a su habitación pero sus piernas tambaleaban tanto que con suerte se mantenía de pie, decidió no luchar más y dormirse en el sillón de la sala sin quitarse nada.