Mereces algo mejor

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Pues bien, Orazio tiene dos semanas para hacer lo que quiera y una mansión de superlujo a su disposición.

¿Qué va a hacer?

Orazio piensa en salir a pasear por la ciudad, pero se da cuenta de que sólo tiene ropa de chica en su armario.

No hay problema. Todavía tiene algo de dinero, así que compra ropa de hombre por Internet. La ropa llega al día siguiente. Feliz, Orazio se pone la ropa nueva y sale a pasear.


Justo cuando está a punto de salir, Orazio recibe un mensaje de Orazia:
- Hola. No respondes a mis mensajes. ¿Estás bien? Estoy preocupada por ti.

Orazia.

No llegó a conocerla bien, pero recuerda que era una chica agradable. Debería haber respondido a sus mensajes.

Orazio: Hola. Sí, estoy bien. Sólo que tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora mismo. ¿Cómo estás tú?
- Estoy bien. ¿Vas a salir?

Orazio: La verdad es que sí.
Orazio se lo piensa antes de seguir escribiendo.
Orazio: ¿Te gustaría quedar?

Ya está hecho. Bueno, no pasa nada, no es que la señora Johnson le haya prohibido salir o ver a otras personas.

Orazia: Sí, me encantaría quedar.
Responde ella de inmediato.

- Quedamos en dos horas.

Ella tiene razón. No tiene muchas opciones en este momento. Podrían al menos quedar para hablar.
- De acuerdo. Nos vemos más tarde.

Una hora y media más tarde, Orazio está en camino para encontrarse con Orazia. De vez en cuando se mira en un escaparate. Se siente como un modelo. Es estupendo poder volver a vestirse como un hombre.

Pero su confianza en sí mismo empieza a desmoronarse poco a poco. Criado en un orfanato estatal sólo para niños, Orazio no ha tenido mucho contacto con el mundo exterior. No era consciente de la enorme desproporción entre la población femenina y la masculina.

Vuelve a ser consciente de los pocos hombres que hay en la calle y de lo mucho que llama la atención. A pesar de sus intentos de mantener la calma, se siente cada vez más intimidado por las insistentes miradas de las mujeres con las que se cruza.
Sabe que todas han tomado la hormona Isis y que pueden tener todo tipo de poderes de los que él carece.

Finalmente llega al parque donde ha quedado con Orazia. Espera que ella no tarde en llegar. Hay varias mujeres en el parque, algunas le miran con insistencia y una en particular parece estar a punto de hablarle.

Se siente como un trozo de carne expuesto.

Ve a Orazia acercándose desde la distancia. Por fin, algo de compañía.

Tiene que hacer un enorme esfuerzo para no correr hacia ella.
Vaya, había olvidado lo alta y fuerte que es. Orazia le saluda con una sonrisa y él intenta recomponerse.

Orazia: Oye, pareces nervioso.
Orazio: No, para nada. Me alegro de verte.
A pesar de sus palabras, Orazio se pregunta si no ha sido un error salir solo de la casa de la señora Johnson.

Orazia: Bueno, ¿a dónde quieres que vayamos?
Orazio: ¿Tienes alguna preferencia?
Orazia: Bueno, no me importaría ir a tu casa.

Orazio piensa su respuesta.
Orazio: Ahora vivo con alguien. Pero ella no está en casa... Es una mansión, ¿te gustaría verla?


Orazia: ¿De verdad? Me alegro de que las cosas te vayan bien.
Orazio sonríe con satisfacción.
Orazio: No puedo quejarme. Quizá deberíamos haber quedado allí.
Orazia: Bueno, me encantaría ver dónde vives ahora; pero tampoco quiero que tengas problemas con la dueña por mi culpa.

Orazio (Vol. 1) Orazio y la hormona Isis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora