¿Esto es el futuro?

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Tras vestirse, Orazio se dirigió al despacho de la directora y, aunque la puerta estaba abierta, llamó:

- ¿Puedo pasar?

Ella levantó la vista desde detrás del escritorio .

- Oh... por supuesto.

Orazio entró y se sentó frente al escritorio.

- Toma, aquí tienes tu cheque. Te servirá para la primera semana– dijo ella, extendiendo un cheque con una sonrisa.

La sonrisa desapareció de la cara de Orazio mientras se levantaba de la silla.

- Perdone, pero ¿se da cuenta de lo que ha hecho? - dijo indignado.

La directora lo miró confundida.

- ¿Qué quieres decir? - dijo frunciendo el ceño levemente.

- Al darme este pequeño cheque, se ha asegurado de que no sobreviva lo suficiente como para tener un trabajo adecuado, ¡mierda, puede que no sobreviva ni al primer día de trabajo! - dijo Orazio en un tono que a la directora no le gustó nada.

Ella dejó escapar un bufido despectivo

- Vamos, tampoco creo que sea para tanto. Mira, no me das ninguna pena. Otros chicos lo han tenido, y lo tendrán, mucho peor que tú. Al menos tú tienes una cara bonita y puedes vivir de ello. Puede que no te hagas rico, pero te irá bien. Hazme caso... Pero de todos modos, es tu decisión.

En realidad, la Directora se sentía bastante mal al decirle esto al chico. No podía negarse a sí misma que en realidad casi lo estaba obligando a prostituirse. Pero ¿qué otra cosa podía aconsejarle? Lo cierto es que Orazio no tenía otro futuro ahí fuera que vivir de lo que las mujeres quisieran darle.

Había opiniones que decían que era necesario darles a los hombres algún tipo de pensión para compensar la enorme desventaja que tenían con respecto a las mujeres. Pero eso sería discriminación positiva y fomentar la vagancia en un sexo que tradicionalmente se había caracterizado por abusar sistemáticamente del sexo femenino.

Además, ella no podía hacer nada. Tenía un trabajo que mantener y eso era mucho en el mundo actual. Así que decidió dar por finalizada la conversación. Se levantó del escritorio y salió del despacho intentando no mirar a Orazio.

Orazio se quedó solo. Mirando el cheque. ¡Vaya mierda! El futuro era un puto asco. Nada de hormona Isis para él. Nada de poderes chulos. Ni trabajo. Ni nada.

Aunque nadie lo fuese a decir, era un ciudadano de segunda clase. Era un HOMBRE.

Aun así, había una parte de él que quería intentarlo. Quería explorar el mundo de fuera. Ver qué tenía que ofrecerle.

Con determinación se puso en pie. Le esperaba una gran aventura. Y oye, quien sabe, quizá la hormona Isis funcionase en él. Merecia la pena intentarlo.

Salió a la calle. Nunca podría volver al orfanato. Ahora era un adulto.

Orazio miró el cheque que le había dado la directora. No sabía que todavía se utilizasen ese tipo de cosas. Por medio de su neurochip localizó el banco más cercano para cobrarlo. Aunque"cercano" no era una palabra muy exacta, porque estaba bastante lejos.


Pensó en llamar un taxi o coger un autobús. Pero ¿con qué iba a pagar? Puta imbécil de directora ¿para qué le había dado ese papel anticuado que no podía utilizar?

Tras un buen rato caminando, Orazio se dio cuenta de que no había mucha gente por la calle. Sobre todo había coches automatizados que llevaban gente de un lado a otro.

Orazio (Vol. 1) Orazio y la hormona Isis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora