Orazio (Vol. 1) Orazio y la hormona Isis.

Adiós Orazia

"Eres muy guapo, ¿cómo te llamas?", dice Orazia.
El chico, el más adorable que Orazia ha visto nunca, le coge la mano. "No lo sabrás", dice.

Orazia se ríe. No sabe por qué, pero la actitud defensiva del chico la divierte. ¿Qué cree que puede hacerle?

"Qué pena, soy Orazia", dice ella.

"¡Ja! Bonito nombre", dice Orazio. "Soy Orazio, como el vino... o la canción..."

Típico de Orazio. Pero un momento... eso no es lo que dijo.

De repente, Orazia se despierta. Estaba soñando. Estaba soñando con el día en que conoció a Orazio. ¿Dónde está? ¿Qué le ha pasado?

Orazia está en una cama de hospital. No hay parte de su cuerpo que no le duela. Tiene varios huesos rotos y graves quemaduras.

Se toca la cabeza y nota la piel del cuero cabelludo. Su melena ha desaparecido, quemada. Su hermoso cabello rubio ha desaparecido, pero tiene su hermoso rostro. Se toca la cara. Toda su carne está cubierta de graves quemaduras. No puede ver por su ojo izquierdo.

Orazia se derrumba y empieza a llorar desconsoladamente. Echa de menos a Orazio, pero sobre todo a su madre.

¿Qué ha hecho mal? Sólo se enamoró de un chico, un buen chico. ¿Por qué siente que ha arruinado su vida?

"Deberías haber muerto". Eso es lo que diría su madre si estuviera aquí.
Orazia llora desconsoladamente. Por Dios, sólo tiene dieciocho años, pero el mundo le parece un lugar horrible, lleno de gente horrible.

En ese momento se abre la puerta. Orazia cierra los ojos con la esperanza de que no sea quien ella cree que es.

"Ah, todavía está viva", comenta una voz.

Ella reconoce la voz pero no abre los ojos. Ya no le importa nada.

"Estás hecha una mierda", dice Esther.

" Que te den por culo", comenta Orazia.

"Qué mala educación", dice Esther con sarcasmo. "Venía a despedirme de ti. No creo que nos volvamos a ver".

"¿Dónde está Orazio?", pregunta Orazia.
"No te preocupes por él. Estará bien con Isis. Creo que los dos están muy enamorados", miente Esther. "No creo que se acuerde mucho de ti".

"¿Quieres callarte?" dice Orazia.
Esther la ignora y comienza a hablar. "La IA ya tiene un veredicto sobre tu caso, supongo que querrás saberlo".

" ¿Cuál es?", pregunta Orazia.
" Asesinato", dice Esther.

"Teníais planeado utilizarme como chivo expiatorio desde el principio", dice Orazia negándose a abrir los ojos.

"Y tú habías planeado traicionarnos desde el principio" dice Esther. "Bueno, podría haberte salido bien. Podrías haber matado a Isis y quizás ahora estarías en la mansión de la señora Johnson con tu amado Orazio. Pero las cosas no siempre salen como queremos. Especialmente cuando eres una puta imbécil hipermusculada".

Orazia decide que no vale la pena contestar.

Esther se queda mirando durante unos segundos a Orazia, que sigue tumbada en la cama, con los ojos cerrados y sin hablar.

Esther sonríe a medias. "Me imaginaba que esto sería más divertido, ¿sabes? En fin, treinta años de cárcel. Cuando salgas tendrás 48 años. Es una putada muy grande, lo sé. Es lo que pasa cuando la basura se interpone en los objetivos de gente como yo". Esther hace una pausa, esperando la reacción de Orazia. "De todos modos, ha sido un placer trabajar contigo, Orazia".

Se da la vuelta para irse, pero se detiene por un momento.

"Tal vez crees que debería sentirme mal por lo que te hemos hecho", dice Esther.

Esther espera unos segundos una respuesta de Orazia, pero nunca llega.

"Dadas las circunstancias" dice Esther "Se suele decir que no fue nada personal que necesitábamos un peón y tú estabas ahí. Pero no sería cierto. Te odié desde el día que nos conocimos. Tan guapa, alta y fuerte y con ese novio tan guapo tuyo. ¡Que te jodan! Te he jodido la vida y me siento bien por ello. Adiós Orazia".

Orazia tiene lágrimas en los ojos.
"Vete a la mierda", logra decir.

Esther sonríe y sale, cerrando la puerta tras ella.

Orazia se queda mirando el techo blanco de la habitación del hospital. Solo tiene 18 y va a pasar los mejores años de su vida en una celda de máxima seguridad. ¡No es justo! ¡Es una puta injusticia diga lo que diga la IA!

De repente, Orazia pasa de estar hundida en la más absoluta de las miserias a sentir como una fría ira va creciendo en su interior.

Se sienta en la cama con las lágrimas todavía rodando por sus mejillas y apoya los pies descalzos en el suelo.

Se pone en pie.

Se acerca a la ventana y ve la ciudad. Apoya con suavidad una mano sobre el cristal blindado.

En el exterior se encuentra un tanque, un vehículo militar blindado erizado de armas. Es difícil creer que una sola de esas armas sea suficiente para destruir todo el edificio.

Orazia mira el enorme aparato. Seguramente fue fabricado por la empresa de Mrs. Johnson... The Company... vaya mierda de marca.

Orazia esboza una sonrisa. No deja de ser irónico que al final Mrs. Johnson y ella luchasen en el mismo bando. Pero ella está viva y Mrs. Johnson no.

No le gusta estar encerrada. No es justo y no lo va a aceptar.

Mira de nuevo el tanque. Está ahí por ella.

¿En serio piensan que eso la va a parar?

Hace una leve presión y cuando el cristal blindado empieza a agrietarse, apenas se sorprende.

La torreta del tanque gira lentamente hacia el hospital. Su enorme cañón blindado se levanta.

Sonríe.

Muy bien, si aquí termina su historia que así sea. Pero tiene el poder para elegir su final. No va a dejar que nadie lo escriba por ella.

Un poco más de presión y el cristal blindado se hace añicos.

¿Quieres ser libre o quieres morir?

No sé si voy a morir y no sé si voy a ser libre, piensa Orazia. Pero voy a hacer mierda ese puto tanque.

La fría rabia que se ha ido acumulando en el interior de Orazia explota y la chica salta por la ventana.

Doce pisos de altura.

El tanque apunta su cañon hacia ella.

Pero no llega a disparar.

Tres generaciones de la hormona Isis golpean el blindaje fabricado por La Compañía.

Y los pies descalzos de Orazia destrozan el tanque como si fuera papel.

No tiene armas. No tiene nada con lo que luchar.

Pero tiene todo para morir...
El tanque explota, bañando la calle con metal y metralla.

Un trozo de chatarra golpea el ventanal del hospital, haciendo que se tambalee a cámara lenta.
Ella lo siente... pero no le importa. Todo está bien ahora.

Todo.