Capítulo 26

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   Y si yo te muestro mi lado oscuro,
¿ Me abrazaras esta noche todavía?

Pink Floyd.

Puse rumbo a casa sin esperar a que continuara.

Estaba molesta.

Irritada.

Regresar a mi antiguo hogar no era una opción. Mierda lleva años sin acercarme. Había demasiado para resolver.

Una suave llovizna comenzó a mojarme mientras esperaba un taxi y casi sonreí. El clima iba con mi estado de ánimo y esperaba que limpiara un poco de mi malhumor en cambio a medida que mi ropa se fue mojando me sentí más enfurecida. Lo último que necesitaba era pescar un resfriado.

Con frio subí al auto y suspiré cuando vi la fachada de mi edificio. El taxista se había detenido demasiado tiempo viendo mi escote mojado y los deseos de arrancar sus bonitos ojos verdes me estaban consumiendo.

No estaba de humor y necesitaba que el mundo lo supiera y dejara de joderme así que puse mi peor cara y casi corrí hacia mi apartamento.

El calor del edificio me hizo suspirar agradecida al ingeniero que invento la calefacción. Mi cuerpo absorbió el cambio de temperatura eliminando los espasmos producidos por el frio.

Me fui por las escaleras esperando alcanzar más calor por el ejercicio físico sin embargo mis piernas estaban listas para el colapso cuando mis pies terminaron el ultimo tramo. Al parecer estaba más débil de lo previsto. Me sentía exhausta tanto física como mentalmente.

¿Y de quien era la culpa?

Alexander.

Lili.

Jodidamente yo.

Yo sola había puesto la soga en mi cuello yendo a esa consulta. Yo había deseado pasar la noche anterior con Alexander.

No había nadie a quien pudiera culpar más que a mí por mis desastrosas decisiones, aunque necesitaba descargar la furia con algo que no fuera mi confusa mente.

Mi solución estuvo parada en el pasillo con gesto austero. Casi sonrío y digo casi porque su humor agrio rellenaba cada centímetro del lugar inundándome de su molestia.

Bien, la molestia era algo que conocía.

–¿Porque huiste Emma? – gruñó apenas me había acercado.

Di un paso atrás midiendo su ira. No me sentía cómoda y su rostro se suavizo consiente.

–Estabas durmiendo – solté mi patética escusa y abrí el apartamento.

–Emma – gruño frustrado siguiendo mis pasos –¿podrías detenerte y hacerme entender? ¿porque una noche gemías mi nombre y en la mañana huiste como una jodida criminal?

Su voz alcanzó un punto alto activando mi molestia.

–No tengo una respuesta para ti Alexander- respondí más tranquila de lo previsto – esta mañana me fui porque es lo que hago, huir. No soy de las que se quedan a tener una bonita mañana. No me interesa un desayuno compartido. Ambos sabíamos lo que queríamos anoche y no recuerdo en ningún momento a ver acordado un despertar romántico.

–Eres increíble – grito exasperado – ¿sabes qué? eres una cobarde.

–Oh no dijiste eso.

–¿Que? Que eres una jodida cobarde. - soltó una risa vacía que helo mi sangre – quien diría que la fuerte y segura Emma Cole no era más que una niña asustada. Es decepcionante si lo analizas.

Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora