Capitulo 3

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Todos tenemos problemas
Pero los míos tienen
Unos ojos muy bonitos.
Andrés Ixtepan.

Llamé a Daniel en cuanto estuve en la casa. Le hablé un poco de cómo fue la reunión con Robert y después de felicitarme colgó. El pequeño odioso tenía una cita con un amigo  que acababa de conocer.

Me di una ducha rápida y comencé a prepararme para la noche. Necesitaba salir de fiesta y lo más importante necesitaba sacar de mi sistema el coqueto rubio que había estado en mi mente todo el día.

Llegué a uno de los locales que más frecuentaba entre semanas. Era un bar pequeño y rústico, pero ofrecían buena música y bebida. No podía pedir nada mejor.

-¿Lo mismo de siempre?- preguntó el trigueño detrás de la barra con una gran sonrisa

-Creo que iré por algo más fuerte

-Enseguida estoy contigo – se alejó dejándome sola y regresó varios minutos después con una bebida color sangre. Di un gran trago y el líquido frio ardió en mi garganta.

-Ten listo otro – le avisé después de otro trago.

Miré a mí alrededor buscando alguien para acompañarme pero suspiré resignada. En una de las esquinas del local había un grupo de jóvenes que bebían cerveza y por sus caras y sonrisas tontas supe que estaban más que borrachos. En el fondo alrededor de una mesa de billar jugaban dos parejas que estaban más concentrados en besarse que en el juego. Volví la vista a la barra frustrada. Había sido un fiasco venir aquí. Tenía que haber llamado a alguien de mi agenda e ir al seguro.

-¿Estás sola cielo? – habló alguien a mi espalda sorprendiéndome. Esperé que se pusiera a mi lado para míralo. La primera impresión era de un hombre guapo. Pelo castaño rizado le enmarcaba el rostro. Unos bonitos ojos miel y unos labios rellenos y apetecibles. Podía servir para esta noche.

- Estaba esperando por ti – coquetee sonriendo.

-¿Te puedo invitar a la otra?- se brindó refiriéndose a la bebida y asentí al barman quien me trajo un segundo vaso con la bebida roja. Le di una sonrisa agradecida y volví mi vista al hombre a mi derecha. – Mi nombre es William ¿Cuál es el tuyo princesa?

-Elena – mentí con descaro. No tenía sentido que le diera el mío real, no era alguien a quien volvería a ver después de esta noche.

Crucé una de mis piernas y sus ojos siguieron el movimiento deteniéndose en los zapatos de tacón rojo que llevaba. Sus ojos se oscurecieron y supe que estaba imaginando mis piernas envueltas a su alrededor. William me dio una mirada significativa afirmando mi teoría y sonreí juguetona.

Fuimos a una de las mesas más apartadas huyendo del bullicio de los jóvenes borrachos.

-Deberían sacarlos de aquí – se quejó mi acompañante

-Si no estuvieran no me vería en la necesidad de hacer esto – hablé y moví muy cuerpo junto a él.

-Por ellos – brindó en broma.

-Por mí – aseguré tomando de la copa ganándome una sonrisita de su parte.

Decidí pasar una de mis manos por su antebrazo esperando que se desviara de su conversación aburrida sobre sus problemas laborales. ¿Quién venía a un bar, conseguía a una chica guapa y se ponía hablar de trabajo?

-Cuéntame algo sobre ti – pidió varios minutos después.

- No hay nada interesante – susurré acercándome un poco más. Esta vez mi mano hizo un recorrido por su abdomen y me detuve en la cinturilla del pantalón – ¿Quieres ir a un lugar más privado? – pregunté mostrando mis intenciones. ¿Vamos cariño sé que quieres?

Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora