Capítulo 31

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La alegría es lo que nos sucede cuando nos permitimos reconocer cuán buena son realmente las cosas."
Marianne Willamsoon.

Despierto desorientada cuando la luz llega atreves de la ventana y descubro por las sábanas frías que Alexander se fue hace un tiempo. El reloj dice que debería estar en el trabajo hace algunas horas, pero me siento aliviada de que no me hubiera despertado.

Me levanto con calma apreciando el silencio y me dirijo a la ducha para comenzar con mi rutina matutina. Sonrió al ver un nuevo cepillo de dientes obra de él imagino y cuando termino bajo las escaleras.

La primera que veo es a Mara que se encuentra preparando algo en la cocina, me sonríe y me acerco.

–Me alegra verte por aquí Emma – me envuelve en un cálido brazo maternal.

–También me alegra de verte. - digo tomando un zumo en la nevera.

–¿Quieres que te prepare algo rápido? – niego – Alexander me dijo que solo estaría un tiempo en la oficina, que te relajes y disfrutes. El almuerzo estará preparado al mediodía. Cualquier otra cosa que necesites solo llámame y te ayudaré.

–Gracias, ¿dónde está Mia?

–La dejé en su habitación, cuando se canse de jugar saldrá.

Asiento y continua en sus cosas mientras tanto me alejo de la cocina y voy a uno de los ventanales con vistas a la playa. El día es soleado y a pesar de que el calor no se siente en la casa se puede ver el sol picante brillando en la arena.

Salgo al balcón y me relajo hasta que mi teléfono comienza a sonar.

–¿Cómo está mi pequeño diablillo? – pregunta Dani y sonrió.

Todo lo bien que puede estar.

Eso es bueno. Por aquí Chris y yo nos hemos encargado de los asuntos más importantes y en tu correo debe estar lo que necesitas hacer. Robert ayer dio la orden de que lo hicieran ya que ibas a estar y todo eso.

Vale, lo revisaré.

Tampoco te apures demasiado, el trabajo puede esperar. – suspira- ahora cuéntame de Alexander.

Estamos bien chismoso.

Vale, llama si necesitas que valla en tu rescate, por lo pronto disfruta y pásala bien.

Sí, nos vemos

Te amo.
Le mando un beso y cuelgo.

Cuando los gritos de Mia llegan hasta mí, entro a la casa y saludo a la pequeña rubia.

–¿Cómo te sientes con un paseo a la playa hasta que este nuestro almuerzo?

Ella asiente y corre de vuelta a su habitación y Mara sonríe.

–Les empacare algunas bebidas.

–Si Alexander regresa dile donde estamos.

Voy a cambiarme y con un bolso con agua, una toalla y algunos juguetes de Mia vamos caminando hasta la playa.

El agua se siente fría cuando nuestros pies son mojados por las olas así que la idea de sumergiros queda descartada. Planto una toalla cerca de la orilla y saco las cosas de Mia quien puedo ver revotar por la energía que le brota en el cuerpo. Mara la ayudo con su ropa y se ve realmente adorable con su pequeño traje de playa y shorts. Le aplico algo de protector solar y la dejo mientras comienza hacer algunas figuras en la arena.

Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora