Capitulo 12

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El lobo se vestia con piel de cordero y el rebaño permitia el engaño.
Mary Shelley.

Un grito constante hizo que abriera mis ojos.

- ¿Mamá podrías dejar de grita?- pedí malhumorada.

Me incorporé y su rostro sonriente me hizo maldecir ¡Dios, dame paciencia! Di un brinco al sentir la alarma sonar y miré a mi progenitora mientras se escabullía de la habitación.

- ¿Qué pretendes? que te odie - Grité levantándome - no vas a lograr tu objetivo.

-Me encanta saber que mi hija tiene una mente tan retorcida como la mía - comentó alegre - vístete que ya hice tu desayuno.

Respiré profundo intentando serenarme. Mi autocontrol se estaba hiendo a pique con tantas pruebas. La noche anterior mi querida madre había criticado todo lo que había puesto en la mesa para cenar y después me había obligado a ver una empalagosa película de romance alegando que habíamos pasado demasiado tiempo separadas.

La guinda del pastel fue a la hora de dormir, se había empeñado en dejar todas las luces prendidas sin excepción de mi cuarto por un nuevo trauma hacia la oscuridad. Aunque estaba segura que si llamaba a papá me iba a confirmar que dicho trauma no existía. Mi despertar por sus gritos y el olor nauseabundo que salía de mi cocina solo hizo que empeorara la situación.

Si no asistía a terapia por mi pasado lo haría por desarrollar instintos asesinos hacia ella.

-Esto es lo que preparaste - me quejé sentándome a la mesa.

Inspeccioné la extraña tortilla de color verde y el contenido viscoso de mi vaso.

- ¿Estás seguro que esto es comestible? - Pregunté dudosa - lo mejor será que coma algo de camino al trabajo.

-Oh no, de eso nada- se sentó frente a mí con unas tostadas que se veían apetitosas - preparé un desayuno saludable y lo vas a comer - ordenó sin márgen a réplica.

Mastiqué sobre su atenta mirada y oculté la arcada cuando probé el jugo. ¿Eso era orégano? ¿Quién le echaba orégano a un jugo? Puse una risa fingida en mi rostro y salí de ahí. No le iba a dar el gusto de verme perder.

Cerré la puerta y me permití respirar tranquila, no sabía que más se le podría ocurrir mientras estuviera bajo su radal. Su risa atravesó la puerta y casi corrí al elevador.

Esa señora era pura maldad. Si Dani conocía esta faceta de mi madre habría cambiado mi apodo de diablillo a Santa Emma.

El respeto que le tenía a mi padre aumentó al saber que la soportaba todos los días. Rose Cole podía tacharse de insoportable si no se le tenía cariño. Gracias a Dios yo le tenía mucho y por lo que parecía también paciencia.

***

-Cariño Oliver llamó - entró Chris en la oficina - dice que tiene varias candidatas

-Perfecto - sonreí feliz, una buena noticia para variar.

-Justo ahora te pareces a Alison cuando le doy un juguete nuevo- se río

-El pequeño terremoto es una dulzura - sonreí.

-Eso lo dices porque no es a ti a quien despierta a las cinco de la mañana con hambre - se quejó cansada

- ¿Sigue sin a ver noticias de Peter?

-Nada nuevo, al parecer su estadía en Australia se extenderá por otro mes- suspiró.

-Eso es una mierda.

Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora