Capítulo 2

393 58 5
                                    

Somos una casualidad
Llena de intención.
Mario Benedetti

Puse un pie en la empresa a la hora justa. Esta mañana desperté con un fuerte dolor de cabeza por las pocas horas de sueño y si no fuera porque Dani tenía ya preparado el desayuno y mi ropa para trabajar, estaba segura de que iba a llegar con varios minutos de atraso. No tenía idea de cómo él había logrado parecer fresco como una lechuga cuando mi aspecto dictaba mucho de ser perfecto.

Me miré en las puertas del elevador para inspeccionarme. Ropa bien colocada, la camisa blanca tenía todos sus botones en su lugar y la saya de tiro alto color grafito no me la había puesto al revés. Tenía el cabello algo desordenado pero podía culpar a mi genética por darme unos risos indomables. Y por último y no menos importante, mi maquillaje, el cual tuve que poner de más esta mañana a riesgo de parecer un payaso por tanto corrector de ojeras, lo que sea por eliminar los síntomas de una noche de fiesta. No quería parecer una trabajadora alocada el primer día de conocer a mi jefe. El cual esperaba no fuera muy observador o si no me mandaría directo a la calle.

Yo y mi maldita costumbre de irme de fiesta en los momentos menos recomendados. Tenía que hacerle más caso a Dani. Sonreí porque el saltaría por los aires si oyera ese pensamiento. Sabía que el muchas veces tenía la razón pero yo disfrutaba llevándole la contraria. Que iba a ser si era un alma rebelde.

El sonido de las puertas del elevador abriéndose me puso en marcha y entré a paso rápido sin mirar hacia delante chocando con alguien.

-Tengo una duda chocas con todo el mundo o solo te gusta hacerlo conmigo - habló una voz que iba conociendo bien.

-Y tú eres una especie de acosador - me quejé alejándome - ¿porqué sigues apareciendo en todos los lugares en dónde estoy?

-Si te dijera que es pura casualidad me creerías - lo miré dudosa antes de marcar el número del piso a donde iba.

-¿No ibas a quedarte?- pregunté

-Ese era el plan inicial, pero digamos que me gusta la idea de dar un paseo contigo

-En un elevador

- En un lugar cerrado que tiene menos de dos metros cuadrados. Todo es cuestión de perspectiva - susurró cómplice.

-Eres idiota o solo es un trabajo a medio tiempo porque tu coqueteo me está sacando de mis casillas - protesté

-Haciendo uso de tus palabras y cito textualmente - se acercó un poco más a mí - solo contigo - susurró cerca de mi oído poniendo mi piel de gallina.

Cuando se dio cuenta de mi reacción volvió a donde estaba con una sonrisa traviesa en los labios.

Este hombre me intrigaba y me irritaba a pasos iguales. Recé para que las puertas se abrieran lo más rápido posible aunque en algún lugar muy profundo de mí quería pasar algo más de tiempo con el coqueto rubio.

Era algo diferente. Siempre había ido a por los hombres saltándome en muchos casos el coqueteo inicial. Pasaba de miradas tontas y sonrojos de mejillas. Aún así no podía negar que él lo hacía divertido y sexi.

Las puertas se abrieron y caminé despacio esperando que apreciara el contoneo de mis caderas.

Volví mi vista atrás y por su expresión concentrada y su vista fija en mi supe que había logrado mi objetivo.

-Volveremos a vernos - aseguró segundos antes de verlo desaparecer por las puertas metálicas.

Caminé hasta la sala donde se realizaría la reunión y me senté en una de las sillas vacías alrededor de la amplia mesa. Saludé a algunos de los participantes con la cabeza y centre mi vista al frente de la mesa donde se encontraba el presidente, o mejor dicho el expresidente de la compañía.

Rompiendo las reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora