Esta prohibido todo contacto entre el reino de las sirenas y el humanos.
Ariel.
Desperté desorientada, mi cuerpo seguía desnudo envuelto en las sábanas y los rizos rojos eran una maraña poco atractiva que me impedían ver.
Cerré los ojos nuevamente intentando ordenar mis ideas, las imágenes de la noche pasada corrieron por mi mente como una película en cámara rápida y la frustración volvió a inundarme.
No podía satisfacerme ¿Qué faltaba? Que la tierra fuera plana. Mi situación era ridícula y sobre todo preocupante, conocía mi cuerpo a la perfección había dedicado horas a conocerme sexualmente y sabia como tener mi final feliz. Los recientes acontecimientos debían ser alguna consecuencia del champan, no quedaba otra alternativa y me negaba a pensar que el rubio tenía que ver con mi incipiente desgano sexual. ¿Sería eso?Estaba experimentando pérdida de apetito carnal. ¿Siquiera existía eso? Me molesté por el rumbo que estaban tomando mis pensamientos y decidí levantarme, lo mejor era olvidar y pasar página. Había eliminado varios años de mi vida, así que unas cuantas horas mas no supondría una gran diferencia. Me armé de valor para acomodar mi pelo y otra ola de frustración me recorrió, definitivamente este iba a ser un mal día.
Después de una ducha y media hora tratando el desastre que coronaba mi cabeza llamaron a la puerta. Abrí un poco dudosa sin saber quién era, hoy tenía que volver a Atlanta. No era momento de dormirnos en el triunfo del primer casino cuando nos quedaban dos más por lanzar, así que debía volver a casa y trabajar.
El rostro sonriente de Alexander me recibió y no pude dejar de rodar los ojos. Estaba frente a mí el primer sospechoso de asesinato de mi orgasmo.
-Estas hermosa
-¿Aja, que más? - murmuré escéptica.
Sabia aceptar un cumplido, pero mi aspecto distaba mucho de ser hermosa. Estaba enfundada en unos vaqueros ajustados y una simple camiseta blanca. Mi maquillaje era inexistente y mi pelo no era del todo perfecto.
-Oye lo estas, nunca te había visto tan... como decirlo - sopesó su respuesta y me dio un lento repaso - natural
Se acercó y beso mi mejilla dejándome insatisfecha.
-¿Qué pasa chica ruda? - preguntó al percatarse de mi expresión molesta.
-Necesito comprobar algo - solté - anoche pasaron cosas y yo... solo - detuve mi estúpida boca y lo besé sin saber muy bien que decir.
Alexander tardó varios segundos en responder mi alocado beso, pero fue el tiempo necesario para darme cuenta que mi desaparecido deseo sexual no tenía nada que ver con el champán.
Intenté separarme, pero unas grandes manos impidieron mi huida. El rubio reunió todo mi pelo en sus dedos y me mantuvo cerca de el
-No puedes hacer eso y luego alejarte - me regañó con voz ronca.
Me alegró verlo tan afectado por un simple beso y humedecí mis labios a la espera de cuál sería el próximo paso.
Alexander respondió por mí cuando de un solo movimiento me arrinconó contra la pared volviéndome a besar, pero esta vez con mucha más pausa.Su boca me toco con reverencia, nunca me habían besado con tanto cuidado. Sus labios suaves contrastaban con todas las partes duras de su cuerpo y aun así no perdió la calma me saboreó a conciencia tocando todos los puntos exactos para hacerme jadear. La perfecta burbuja se rompió cuando fui consciente que me encontraba presa entre sus brazos y de un empujón lo separé de mí. Su rostro contrariado me dijo que no entendía lo que acababa de pasar y yo estaba demasiado afectada para explicárselo así que camine a su encuentro uniendo nuevamente nuestros labios no era momento para hablar sobre mi pequeño problema de pérdida de control.
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Rompiendo las reglas
RomanceEmma Cole una mujer segura de lo que busca y eso es sexo. Sexo sudoroso y sin compromiso. Atormentada por un pasado oscuro no está lista para entregarse al amor y todo lo que eso conlleva. Crea tres reglas para llevar mejor su tormento. No salir con...