CAPITULO 3 CAPTOR

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-Veo que ya te familiarizaste con el entorno - Dijo Ohm entrando en su oficina al notar que el pequeño tenía el teléfono inalámbrico en una de sus manos.
Fluke levanto su rostro mojado en lágrimas, dando un salto en el asiento, casi cayendo del mismo. A unos metros de él estaba un hombre muy alto, que lo miraba muy serio. Tenía el cabello tan negro como la noche, era muy blanco, incluso más que él. Sus ojos igual de oscuros que el pelo, tenía una nariz recta que le confería una imagen de alguien inalcanzable, y una boca llena y bien formada, que en ese momento tenía un rictus de molestia.
-¿Quién eres? - pregunto el menor levantándose lentamente y limpiándose con prontitud las lágrimas, sintiéndose incomodo por cómo era observado, parecía que lo desnudaba con la mirada.
-¿A quién tratabas de llamar? - le pregunto el más alto acercándose lentamente hacia el escritorio.
-¿Tu puedes ayudarme? - le dijo con un brillo de esperanza- me trajeron a la fuerza desde Tailandia- empezó el pequeño a decirle- sé que estamos en México, pero solo eso. Trataba de llamar a mi hermano, pero las llamadas no salen- le explico señalándole el teléfono.
El mayor no le contesto, solo se le quedo viendo.
-Si me ayudas, puedo recompensarte, tengo dinero, te pagaría. - le dijo al ver que no obtenía respuesta. Tenía unos ahorros, no era mucho, pero tampoco era poco.
-¿Cuánto me pagarías? - le pregunto dando un paso más hacia el menor.
-En este momento no tengo nada conmigo - explico avergonzado- ya que me trajeron sin decirme nada, hasta me quitaron el celular - le dijo con una mueca- pero llegando a Tailandia te puedo hacer una transferencia- no sabía ni lo que decía, pero tenía que intentar salir de ahí. -Soy una persona honesta - le dijo casi suplicando - y prometo que te pagare.
Esa mirada no dejaba de sondearlo, nunca había visto unos ojos tan oscuros como esos. Lo más probable fuera que el hombre no necesitara dinero, ya que el traje que llevaba puesto era de marca, y también sus zapatos, y ese reloj. Todo en el, tenia aura de poder, ya viéndolo bien, su petición parecía ridícula.
-Sé que eres una persona honesta - le dijo con voz queda Ohm sin dejar de mirarlo.
-¿Cómo lo sabes?, entonces, ¿Me ayudaras? - pregunto esperanzado Fluke, dejando el teléfono en el escritorio, mirándolo con una enorme sonrisa.
-Lo siento, pero no puedo ayudarte - contesto sentándose en una esquina del escritorio, quedando a un metro del menor.
-No puedes - dijo bajito, desapareciendo así su sonrisa y sus esperanzas. - puedo preguntar, ¿Por qué? - le dijo aguantando esa mirada fría.
-Eres mío- contesto con simpleza, sin dejar de verlo.
-¿Co...como que soy tuyo? - le pregunto el pequeño abriendo muchos los ojos y dando un paso atrás sin darse cuenta.
-Así, me perteneces. - se encogió de hombros, sin siquiera pestañear.
Fluke siguió dando pasos hacia atrás, hasta que topo con un librero. Recordó lo que le había dicho su padre cuando iban en la limosina, que llegaba a tiempo para conocer a su futuro dueño. Apretó sus pequeñas manos, sin poder creer lo que estaba sucediendo.
-No puedes estar hablando enserio - le dijo con voz tensa el más pequeño- ¿es una broma verdad?
-No me caracterizo por hacer bromas - le dijo el mayor, sin moverse de su lugar.
-Pe... pero nadie es dueño de nadie, ni los casados son dueños de sus parejas- exclamo desesperado, sintiendo como el corazón cada vez latía más fuerte, y las manos empezaban a sudarle. - No es como si fuera un objeto, una mercancía- le dijo realmente asustado, y más porque ese hombre no había separado su vista de el desde que había entrado al lugar.
-En tu mundo, eso puede ser cierto hasta cierto punto - le concedió el pelinegro. -Pero ya no estás ahí.
-Esto es ridículo - dijo moviendo su cabeza de forma negativa - necesito hablar con mi padre.
-Eso no va a ser posible - se levantó con intención de acercarse al menor.
-No te acerques - ordeno Fluke con pánico, extendiendo sus delgados brazos hacia el frente de su pequeño cuerpo, viendo las intenciones del alto. Que, ahora teniéndolo de pie a dos metros de él, se veía mucho más enorme que él, y más imponente.
Sorpresivamente el más alto se detuvo al ver la expresión de pánico del pequeño.
-Necesito hablar con mi padre - trato de exigir el menor, ya que estaba temblando.
-Ya dije que no - su voz se endureció al igual que esos intensos ojos.
El pequeño se quedó quieto al sentir su tono de voz, y el cambio de su mirada.
-Yo no pertenezco aquí - empezó casi en un susurro bajando la mirada- mi vida está en Tailandia.
-Tu vida está aquí, a mi lado - ordeno duramente Ohm, y termino quedando frente al pequeño y tembloroso cuerpo.
Fluke levanto rápidamente su rostro al sentir esa presencia tan cerca de él. Sus enormes y bellos ojos cafés estaban llenos de miedo.
-Vamos - le dijo el más alto tomándolo del delgado brazo, empezando a jalarlo.
-No, por favor- se trató se soltar el menor empujando su pequeño cuerpo lo más lejos de ese enorme hombre.
-Ya basta - casi grito el mayor, y con presteza tomo al pequeño de la cintura elevándolo y cargándolo estilo princesa.
-Bájame - grito el pequeño- suéltame te digo- golpeaba con sus puños cerrados el duro pecho de Ohm, y movía sus piernas, tratando de zafarse de esos fuertes brazos.
-Estate quieto, con un carajo - le dijo en español, apretando más su pequeño cuerpo. Pero el menor seguía en su lucha.
Lo dejo con nada de delicadeza en la enorme cama.
-Date un baño- le ordeno - que esta noche empiezan tus obligaciones. - Y sin darle tiempo a nada, salió de la recamara y cerro con llave.
El pequeño se levantó lo más rápido que pudo, y corrió hacia la puerta recién cerrada.
-Déjame salir - empezó a golpear la entrada del dormitorio- maldito, déjame salir - gritaba a todo pulmón.
Y así estuvo sin parar, por más de una hora, pero nada. Había incluso salido a la terraza, para pedir ayuda, pero nada, era como si nadie pudiera escucharlo, también había tratado de abrir la puerta dejando ir con todo su pequeño cuerpo contra la puerta, pero lo único que había logrado era lastimarse uno de sus hombros.
Se dejó caer en la alfombra que cubría toda la recamara, suspiro triste, y con ganas de llorar. ¿Ahora qué?, miro deprimido esa maldita puerta que no había cedido ante él. ¿Qué había querido decir con que esa noche empezaban sus obligaciones?, se llevó sus delgadas manos hacia su camisa, no se refería a "eso" ¿Verdad?, arrugo la prenda en sus pequeños puños.
Al parecer el hombre se había ido del departamento, no se había escuchado nada, además no había hecho caso a sus gritos. Era cierto que necesitaba un baño, pero no tenía el valor de ducharse. ¿Y si entraba cuando él estuviera desnudo?, pensó el pequeño con aprensión.
Ni podía revisar si realmente ese hombre loco se había ido del lugar, suspiro con pesadez. Bajo su mirada, y vio su vestimenta arrugada. Era obvio que no iba poder irse, al menos por ahora, paso sus manos por su cabello ya desarreglado.
Al diablo todo, se dijo el pequeño. Se daría un baño rápido y pensaría que más hacer. Él era un hombre inteligente, y no se daba por vencido fácilmente, la prueba de ello era el padre que tenía.
Se levantó del suelo lentamente, y se dispuso a buscar algo que ponerse para cuando estuviera limpio. El hombre que lo había comprado -pensó con acritud - parecía vivir ahí, ya que había visto ropa en una de esas puertas. Se dirigió donde había visto varios cambios de ropa.
Hurgo con confianza, todo era muy grande para él, pero era mejor eso que estar desnudo, o con la ropa que llevaba puesta. La mayoría eran trajes como el que llevaba puesto ese tipo, ¿Que nunca se relajaba?, se preguntó buscando.
-Aja - exclamo abriendo unos enormes cajones que contenían ropa deportiva. Saco una pantalonera, y una sudadera. - Ahora la ropa interior - se dijo a sí mismo.
Ya con todo lo necesario en sus delgados brazos, salió del enorme guardarropa. A parte del bóxer, había encontrado un cajón con puros calcetines, así que tenía todo su outfit, se dijo con cinismo. Entro en el baño, dejo la ropa sobre el lavabo, y tomo una enorme toalla. Salió de nuevo hacia la recamara para cerciorarse que no se escuchaba nada, y al comprobarlo se regresó para limpiarse.
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Ohm había estado en su oficina haciendo llamadas, las paredes, puertas y demás estaban insonorizadas, para los humanos obviamente, a él como vampiro eso no le afectaba, tenía muy desarrollados sus sentidos. Así que cuando la ducha fue abierta, lo pudo escuchar claramente, como si el mismo estuviera en el baño de sus recamara. Sonrió, por fin se había dado por vencido Fluke.
Era curioso que su pequeña y nueva adquisición hablara solo, y le dijo Maldito, eso no se lo esperaba de él, sonrió mas. Sería interesante.
Cuando iba subiendo en el elevador, inmediatamente sintió el olor de la sangre de menor de los Natouch, eso lo había excitado de inmediato, como lo había hecho siempre que lo había espiado.
Era obvio que Boston Natouch ni se había dignado en decirle nada a su hijo, simplemente lo había aventado en un avión que lo llevaría hasta sus brazos. El pobre chico no tenía idea de lo que pasaba y de todo lo que le esperaba. Cuando por fin lo tuvo frente, estuvo a punto de saltar sobre él, ese olor lo volvía loco, más se había controlado bastante bien.
Si con solo ver su rostro impreso en el periódico de hace unos meses, se había puesto duro como roca, cuando lo tuvo frente a él, casi había hecho que se dejara llevar por el deseo de poseerlo y morder ese delgado y blanco cuello.
Cuando esos enormes ojos cafés lo habían mirado por primera vez, ahí mismo en su oficina, había sentido una descarga recorrer todo su cuerpo llegando hasta su centro. Había querido espiarlo, el departamento estaba lleno de cámaras, exceptuando la recamara y los baños, pero la junta con los inversionistas argentinos le había impedido cumplir su pequeño capricho.
El sonido de su celular interrumpió sus pensamientos.
-¿Qué quieres? - contesto molesto.
-Cariño, ¿Por qué me hablas en ese tono? - le dijo una voz en ingles.
-¿Qué quieres Pham? - pregunto.
-La zorrita de Ameyal no deja de preguntar por qué no contestas sus llamadas- se quejó el chico al otro lado de la línea.
-¿Eso es todo? - dijo molesto el mayor.
-¿Por qué tan molesto amor? - pregunto dulcemente.
-No soy tu amor- le aclaro Omh- y no estoy molesto.
-Si tu lo dices - le siguió el cuento - pero dime que le digo a Ameyal para que me deje en paz. Mira que será muy la estrella del show en el hotel, pero tienes semanas ignorándola, y la chica se está poniendo pesada.
-No tiene que decirle nada, solo ignórala- se masajeo la frente.
-Para ti es fácil decirlo Ohm, yo no me la lleve a la cama. Digo, esa chica tiene su encanto, pero es un incordio, ¿Cómo te pudiste liar con ella?
-Así como lo llegue a hacer en su momento contigo - le espeto empezándose a cansar de ese tema.
-Nunca me compares con esa mortal - le dijo casi histérico el hombre - yo soy muy diferente a ella, además nosotros hace siglos que nos dimos un polvo, así que no viene al caso la comparación.
-Eso que ahora llamas polvo, en aquel entonces lo confundiste con amor, deja te lo recuerdo- le recalco el mayor.
Por un momento el chico al otro lado de la línea guardo silencio.
-No puedes culparme por haber creído que podría ser tu "Destinata" (destinado en italiano), nuestra química era bastante buena- le recalco molesto.
-Lo que sea - le corto Ohm- solo ignora a Ameyal, eso ya fue.
-Deberías de decírselo tu - le dijo enojado y le colgó.
Dejo el celular en su escritorio con frustración, Pham siempre lograba sacarlo de sus casillas. Era un buen empleado y amigo, pero tenían tantos siglos de conocerse que era insolente con él a veces, y eso no le gustaba nada. Él era Ohm Thitiwat, uno de los vampiros más viejos y poderosos de todo el mundo, tenía a su cargo a muchos vampiros y demás criaturas inmortales, entre ellos hombres lobos, hadas, sirenas y de más. Y todos le debían respeto y obediencia.
Gracias a él seguían sus mundos en la ignorancia de los humanos, y no había sido fácil. Era verdad que tenía negocios con varios mortales, la mayoría no sabía nada de su naturaleza, y solo pocos se habían ganado su confianza como para que supieran la verdad de todos ellos, pero eran contados, muy fieles, por cierto.
Hacía rato que el agua se había dejado de escuchar al otro lado del penthouse. Dio un último vistazo a su lap top, y se levantó de su lugar. Hora de ver cómo le iba a su pequeño Pulcino (pollito en italiano). Se dirigió hacia la recamara con pasos seguros. Llegó a la puerta, todo parecía muy tranquilo, lo único que se escuchaba era la respiración de pequeño.
Abrió lentamente la puerta, y se asomó extrañado de tanta quierud, después de todo el alboroto anterior. Sonrió por lo que vio, el delgado cuerpo se encontraba en medio de la enorme cama, estaba hecho un ovillo casi invisible, con esa enorme ropa puesta, se veía demasiado frágil.
Entro con sigilo para no despertarlo, se sentó en la orilla de la cama para poder observarlo bien. Su sedoso cabello estaba adornando la blanca almohada, y sus largas pestañas acariciaban esos hermosos pómulos. Sus pequeña y rosada boca dejaba salir el oxígeno de su cuerpo de un modo acompasado. Tenía una de sus manos debajo de su mejilla, y tenía sus mejillas de un color rosa tenue.
Estiro su mano para acariciar su pelo, era tan perfecto. Lo dejaría descansar, había sido un día muy pesado para él. Aún era temprano para la cena, pensando en eso, el pequeño no había comido nada desde el día anterior. Se sintió culpable. Salió de la habitación, pediría una suntuosa cena para su recién llegado.
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Abrió sus ojos lentamente, fuera ya estaba oscuro. Se levantó lentamente y se quedó sentado en medio de la enorme cama. Se tallo los ojos y se estiro. ¿Cuánto había dormido?, miro su alrededor y recordó con pesadez donde se encontraba. Se dirigió hasta la orilla de la cama dejando colgando sus piernas.
No podía creer que se haya quedado dormido tan profundamente. El baño lo había relajado, al salir a la recamara, y esperar y esperar, y ver que nada pasaba, había decidido ponerse más cómodo, y se había dormido. Que tonto de su parte, se regañó mentalmente. Su estomago protesto.
-Veo que ya despertaste - le dijo Ohm entrando.
El pequeño se sobresaltó al escucharlo.
-Me quede dormido - dijo sabiendo que se escuchaba tonto de su parte, que era obvio lo que había estado haciendo. Pero no supo que decir al sentir esa intensa mirada sobre él.
-La cena esta lista - le sonrió viendo su aspecto desalineado, y mirada desubicada.
Fluke se quedó de piedra, nunca imagino una sonrisa tan perfecta, su cuerpo tembló involuntariamente. Y esos hoyuelos, por dios, lo hacían ver tan tierno, si antes le había parecido guapo, ahora se veía perfecto.
-¿Cena? - pregunto aun ensimismado sin poder apartar la mirada de él. Y su estómago rugió rompiendo el encanto.
-Así es- le sonrió mas al escuchar el pequeño rugido que daba su cuerpo. - Vamos - le invito dándose la vuelta para que lo siguiera.
El pequeño así lo hizo, camino detrás de ese hombre alto, que tenía una enorme y atractiva espalda. Ya no llevaba el traje de la mañana, usaba uno chándal color gris, que le sentaba de maravilla, marcaba ese duro y apetecible trasero. ¿Pero que estaba pensado?, se cuestionó Fluke. Era cierto que su captor era bastante sexy, pero no era momento de pensar en eso, se regañó desviando su mirada a otro lado.
-Espero que sea de tu agrado- le dijo el mayor deteniéndose en la entrada del comedor, dejando que viera el buffete que le tenía preparado.
Fluke abrió los ojos sorprendido, la mesa estaba llena de varios platillos que se veían bastante apetitosos.
-No sé si te guste la comida mexicana- le dijo el mayor invitándolo a sentarse. Separo una de las sillas.
El menor fue y se sentó sin dejar de mirar todos esos platillos extraños para él.
-Tenemos desde mole, chile colorado y enchiladas montadas - le dijo el más grande sentándose frente a él.
-Ni idea de lo que es- le dijo sonrojándose el pequeño- pero todo se ve riquísimo- lo miro con una sonrisa de agradecimiento.
-Prueba lo que más te llame la atención - lo instó.
-¿Qué es esto? - pregunto emocionado señalando unos bultos amarillos.
-Chiles rellenos - contesto feliz de ver su carita llena de curiosidad.
-Shilles rrrreyenios - trato de pronunciar- ¿Y esto? - señalo otro platillo.
-Es menudo, delicioso desde mi punto de vista.
-Meniuuuudooo- dijo emocionado Fluke.
Ohm estaba encantado con la ternura que generaba ese pequeño en él. Y así el menor siguió preguntando por varios platillos y pronunciándolos mal.
-Empezare por los tiacoos - dijo con el cejo fruncido viendo atentamente los taquitos de tripitas.
Y así empezaron a cenar, la plática no fue necesaria, ya que el más grande estaba muy atento a todas las facciones de Fluke, que a veces sonreía y otras veces ponía cara de "no gracias". Esto estaba matando de ternura al mayor.
-No comas más, deja espacio para el postre- le aconsejo, sabiendo que a este le gustaba lo dulce.
El menor dejo lentamente en el plato el tenedor que tenía un buen pedazo de enchilada poblana.
Ohm se levantó y fue a la cocina por un plato con manzanas chapeteadas. Eran manzanas frescas cubiertas de un caramelo hecho de azúcar refinada y colorante rojo. Se veían bastante apetitosas.
-¿Cómo se llaman? - pregunto el menor viendo el llamativo color rojo.
-Manzanas chapeteadas- le respondió dejando una frente a él en un pequeño plato de cristal.
-Mianzannnias chaptes - dijo Fluke con ojos brillantes.
Ohm dejo que el pequeño disfrutara de su postre, se dedicó a sonreírle mientras comía feliz su dulce. Su teléfono celular había estado vibrando desde hacía bastante tiempo. En los meses que había estando vigilando a Fluke, esta le había causado varias emociones. El primero fue el deseo, lo quería solo para él, y obviamente lo había obtenido, siempre tenía lo que quería. En el transcurso de los días el menor le había causado celos, así es celos, el que rara vez lo invadía ese sentimiento tan mundano, Fluke lo había desencadenado.
Había notado la mirada de algunos de sus compañeros, incluso de sus profesores. Esos malditos depravados lo desvestían con la mirada, pero el menor ni cuenta se daba. No sabía si era demasiado inocente, despistado, o desinteresado.
También había sentido curiosidad por cómo se comportaba, era demasiado noble, por no decir ingenuo. Otra cosa era que lo había impresionado era su inteligencia, que sí, los idiomas no eran su fuerte, pero era un chico muy capaz y tenaz.
-Gracias, estoy más que satisfecho - le dijo Fluke llevándose sus pequeñas a su vientre.
El mayor lo volteo a ver, y le sonrió conforme.
-Entonces- dijo el más alto levantándose de la silla- es hora de ir a la cama.
Flike abrió muchos sus ojos con temor. Por un momento se le había olvidado por que esta ahí.

SOLO MÍO (COMPLETA, EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora