Fluke daba vueltas por la oficina, estaba esperando a que Ohm fuera por él. Le había dicho que antes del almuerzo, subiría para que fueran a comer al restaurante del hotel. Estaba más que nervioso, por fin después de casi un mes de estar encerrado se había ganado su salida de esas cuatro paredes. Respiro hondo, tratando de tranquilizar su corazón, no podía dejar notar lo ansioso que estaba. Salió de ahí y se dirigió a la recamara, quería revisar su imagen.
Se miró por milésima vez en el espejo, se acomodó la camisa, y sacudió unas pelusas imaginarias. Cuando iba saliendo del dormitorio vio que el mayor ya había llegado.
-¿Estás listo?- le pregunto viendolo salir del cuarto.
-Si – contesto el pequeño con bastante nerviosismo.
-Vamos – le indico que lo siguiera.
Empezaron a caminar hacia la puerta principal. Fluke estaba que no lo creía, sus piernas le temblaban al igual que el resto de su cuerpo, incluso sus manos empezaron a sudarle, las apretó enterrándose las pequeñas uñas. Sintió una gota de sudor correrle por la nuca, su corazón hacía eco en sus oídos, y sintió que su respiración estaba igual de acelerada. El oxígeno se atoro en su garganta y casi podía asegurar que su corazón se detuvo, cuando Ohm puso la contraseña, la cual como siempre por su pequeña estatura y la gran altura del otro no alcanzo a ver.
Vio como en cámara lenta el mayor se hacia un lado cuando dos pitidos anunciaban que la llave había sido abierta y tomaba la perilla para girarla. La puerta se abrió lentamente casi rozando el piso de madera. Fluke solo miraba expectante con los ojos bien abiertos lo que esa puerta escondía.
Frente estaba un largo y ancho pasillo, con una alfombra color café chocolate, adornado con paredes de color crema con verde. Algunos cuadros aquí y allá, al igual que mesas con floreros o estatuillas. El techo era color crema del cual sobresalían unas elegantes lámparas de techo. En ese enorme pasillo no se encontraba ninguna puerta o ventana.
-¿Tienes hambre? – interrumpió sus pensamientos el más grande.
El pequeño volteo su rostro con rapidez, hacia esa voz ronca. Y negó efusivamente, ya que el nudo en su garganta no lo abandonaba.
-En ese caso, te tengo dos opciones – le sonrió viendo el pequeño cuerpo que temblaba casi imperceptiblemente, el pobre Polcino era más trasparente que el agua.
Hace unos días se había enterado que la graduación de los compañeros de la universidad de Fluke había tenido lugar el fin de semana, y se había sentido culpable. Por eso había planeado esa salida, era verdad que, aunque su pequeño tratara de huir no podría, en primera, el lugar era enorme, en segunda tenían cámaras por todos los lados públicos del hotel, en tercera estaba en medio de la nada y, por último, el menor no parecía tener planes de irse. Al menos eso parecía, al final de cuentas lo tenía en contra de su voluntad, aunque el pequeño no se quejara y exigiera irse, así era.
-¿Dos opciones? – le pregunto curioso.
-Así es- lo tomo de los hombros para guiarlo por el pasillo.
El menor se encogió un poco mientras caminaba, hacía mucho que Ohm no lo tocaba, a menos que fuera para dormir en sus brazos.
-Podemos empezar el tour por el hotel- siguió el mayor sintiendo la rigidez del menor- o podríamos conseguirte una ropa que te quedara mejor que mis trajes deportivos.
-Me encantaría tener más ropa que tus pantaloneras – le dijo sonriendo sin dejar de caminar y observar todo a su alrededor, no quería perder detalle de nada- pero prefiero dar el tour.
Su salida de ahí era más importante que unas prendas de ropa.
Llegaron a las únicas puertas en ese piso, que no eran las del penth house. El mayor oprimió el botón rojo, que al ser activado se puso verde, y las barras metálicas se abrieron, dejando ver tres paredes de cristal reforzado. Fluke abrió sus ojos sorprendido, mirando todo lo que se veía a través de esos ventanales.
El paisaje blanco se veía a lo lejos, era impresionante, el menor se acercó para ver mejor. La nieve caía lentamente, mientras bañaba todo el panorama, unos cerros a lo lejos les saludaban con su vestimenta pulcra, y enormes pinos estaban tupidos de nieve. Más cerca se podía ver varias cabañas de diferentes tamaños, esparcidas por todo el terreno, era el paraíso invernal.
-¿Te gusta? – pregunto el mayor acercándose un poco mientras bajaban.
-Es hermoso- respondió este poniendo su pequeña mano en el cristal que tenía enfrente. - parece un paraíso- expreso sus pensamientos, sin apartar la vista del panorama. Se podía ver que de una de las cabañas salían unas personas, perecían dos mujeres adultas acompañadas de tres niños, que las apresuraban jalando con sus pequeños bracitos las manos de sus madres. El pequeño sonrió con ternura, lo que no pasó desapercibido para Ohm.
Dos pitidos, seguidos de la apertura de las puestas, los hizo darle la espalda a la gran imagen.
-Empecemos por la recepción. – le dijo Ohm tomando la pequeña mano para jalarlo a su lado.
Fluke no pudo hacer nada, más que seguir a ese enorme hombre que le había tomado la mano como si fuera lo más normal del mundo. Sus ojos no sabían ni para donde ver, pero se detuvieron en una enorme puerta de madera y cristal, que dejaba ver una calle pavimentada. Era la salida de ese lugar. Mientras no dejaban de caminar, su mirada no se separó de esa salida, hasta que su cuello no pudo más, resignado miro enfrente.
El mayor empezó a explicarle el manejo del hotel, pero Fluke ya estaba maquinando su posible escape.
-Por aquí se sale a la piscina.
-¿Piscina? – preguntó aturdido el menor ya que no había puesto atención a nada de lo que había dicho el más grande.
-Esta techada y climatizada – le dijo sin haber soltado su mano, y guiándolo al lugar antes mencionado.
Entraron por unas puertas de cristal que daban paso a otro tipo de recibidor. Tenía una sala muy cómoda en colores turquesa y café, y en una de las orillas se encontraban dos chicas sonrientes detrás de una barra de cristal. Tras ellas había varios estantes llenos de toallas mullidas, y encima tenían un par de sandalias. Al verlos entrar hicieron una reverencia.
-Ellas te darán todo lo necesario para poder entrar el área de la piscina- le dijo señalando a las chicas que les habían dado la bienvenida.- Tollas, sandalias, salvavidas, protector solar, etcétera.
-¿Pero no dijiste que estaba techada?- pregunto mirándolo por primera vez desde que habían salido del pent house.
-Así es- confirmo con una sonrisa – de aquel lado están los baños y vestidores de las damas, y por aquel otro el de cabellos. ¿Quieres que nos demos un chapuzón?
-N… no –contesto rápidamente le pequeño.
-Bueno- se encogió de hombros- vamos – y lo jalo hacia otra puerta de cristal tallado.
Pasando la pesada puerta se encontraba un amplio lugar bordeado de paredes de cristal. Por la cual podía verse una enorme piscina, desde cualquier ángulo. La alberca tenia forma de “U”, varias personas estaban tanto dentro de esta como fuera en sillas o hamacas disfrutando de su tiempo libre.
Caminaron un rato al redero del lugar, observando todo. Después de un rato, de pasear su mirada por la piscina y por la vista que más paredes de cristal ofrecían, salieron del lugar. Entre más recorrían Fluke mas caía en la cuenta que ese lugar era más grande de lo que pensó, y que para hospedarse ahí deberías de tener más dinero del que él podría tener en su vida, y no se refería a la fortuna de su familia.
El recorrido siguió hasta que un ruido extraño interrumpió el discurso del mayor. El más pequeño se puso rojo de vergüenza.
-¿Así que ya tenemos hambre? – le dijo divertido Ohm, mirando como su Polcino se agarraba el vientre, mientras sus lindas orejas se ponían rojas.
-Poco – sonrió sonrojado.
Y así se dirigieron al restaurante del lugar. Los llevaron a una mesa que estaba junto a un enorme ventanal. Comieron teniendo una charla bastante amena, ya que el pequeño no dejaba de preguntarse sobre el hotel, y el mayor encantado le respondía, le agradaba ver que interesaba por sus negocios.
-Entonces después de haber visitado Creel hace seis años decidiste poner un hotel en medio de la nada – le dijo pensativo el menor. – ¿Pero por qué no construirlo en Creel?- pregunto llevándose un pedazo de fruta a la boca.
-Hubiera sido más fácil, y a pesar de que el pueblo es muy pintoresco y rustico, quería hacer algo a mi manera. – se encogió de hombros mientras tomaba de su café- Quería un lugar donde se respirará la libertad y se disfrutará de la naturaleza.
-Pues este lugar es fenomenal – le dijo impresionado- Tienes hoteles en casi todos los países.
-Te has informado bien – le dijo sorprendido.
-He tenido mucho tiempo libre – contesto el pequeño con mirada seria- Mis únicos pasatiempos es la lectura y la decoración de interiores.
Se quedaron viendo largo rato. El mayor sabía que eso había sido un reproche. A lo mejor había sido demasiado blando con su Polcino, nadie le hablaba en ese tono. No había querido asustarlo, ya era demasiado tenerlo contra su voluntad, por eso había tomado algo de distancia, para darle tiempo a que se acostumbrara a él, al final de cuentas su lugar era a su lado.
-Lo que ves es lo que hay – le contesto sin dejar de mirarlo.
Fluke lucho por no bajar su mirada, sabía que debía de comportarse dócil, ese era su plan, pero por alguna extraña razón se sentía molesto. Mientras ese hombre hacia su vida normal, él estaba encerrado.
-¿Ósea que seguiré en esas cuatro paredes? – pregunto apretando sus pequeñas manos bajo el mantel.
-Hoy salimos, ¿No es así? – levanto una ceja.
-Después de un mes de estar encerrado – le dijo con los dientes apretados.
-Se agradecido que hoy estés aquí – el mayor señalo el lugar con una mano.
Esto dejo boca abierto al menor. ¿Ahora tenía que estar agradecido?, era el maldito colmo. ¿Qué pasaría si le hacia una escena gritando que ese hombre de ahí lo tenía secuestrado?, seguro que se pondría interesante. Estaba tentado, pero no era tan estúpido, se armaría un alboroto, pero eso no lo sacaría de ahí.
-¿Hablas en serio? – pregunto bastante incrédulo y molesto – me tienes aquí contra mi voluntad – siguió con los dientes apretados- después de un mes, mes sacas de esas cuatro paredes de oro, y, ¿Tengo que agradécetelo?
-Obviamente – le dijo el mayor como si fuera lo más obvio del mundo.
-Me alejaste de mi familia – le dijo subiendo un poco el tono de su voz- me has tenido retenido en este lugar, no tengo contacto con el mundo exterior, me quitaste mi vida, ¿Y quieres que te diga gracias? – se levantó tan estrepitosamente que algunas personas voltearon a verlo.
De inmediato el mayor también se levantó, y con un movimiento muy rápido tomo del brazo al menor y empezó a sacarlo del lugar.
-Suéltame maldito – le dijo queriendo soltarse, pero le era imposible.
Las personas a su alrededor, miraban la escena con curiosidad.
El más grande arrastro a Fluke hasta uno de los elevadores, y sin cuidado lo hizo entrar en él.
-Te digo que me sueltes- esta vez sí grito.
Un fuerte y grande cuerpo lo aprisiono contra la pared de cristal del elevador, sacándole un jadeo de sorpresa.
-En primer lugar- dijo el mayor bajando su rostro para hablarle a su rebelde Polcino- no maldigas en mi presciencia- ordeno mirándolo sin dejar de presionar su cuerpo.
-Tu…-
-En segunda- siguió, interrumpiéndolo- ¿Qué parte de que eres mío no ha quedado claro?
-Con un demonio- trato de zafarse- ¿Y que parte de que no soy propiedad de nadie no te ha quedado claro? – pregunto furioso, al ver que era como querer empujar una pared.
-Que no maldigas maldita sea- le gruño Ohm molesto.
El menor iba a rebatir que el acababa de maldecir, pero el pitido de las puertas abriéndose los interrumpió, y fue jalado de nuevo por ese hombre.
Lo llevo a través de un pasillo totalmente vacío lleno de puertas cerradas. Hasta que llegaron al final, encontrándose frente a una puerta doble de madera tallada. El mayor la abrió y se giró para poner la cerradura eléctrica.
El más pequeño sintió una energía nada buena cuando se escuchó ese bendito pitido que lo estaba sacando de quicio. Al parecer se había pasado de la raya, pero ya no había marcha atrás. Tomo aire y se giró para mirar a ese hombre.
-Vamos a aclarar unas cosas- anuncio el mayor con tono molesto y mirada demasiado intensa.
Fluke no pudo evitar dar un par de pasos para atrás.
-Tu padre te cedió a mí- empezó mirándolo fijamente- Boston Natouch me traiciono, y para salvar su pellejo te dio a mí – le dijo duramente- si no fuera por ti, ese bastardo estaría muerto, así que tiene mucho que agradecerte.
-Eso… eso no es ci… cierto- dijo el menor con voz aguda y cortada.
-Si no lo es, ¿Qué haces aquí? – le pregunto duramente cegado por su enojo.
-Mi padre no puede odiarme- decía en un susurro. – El no puede ser tan malo- apretó su pecho con su mano.
Ohm quería consolarlo, pero si seguía siendo débil con él, podría perderlo, y eso no podía pasar.
-Como ya te dije anteriormente, eres mío.
-Esas palabras no tienen significado para mí.
La enorme figura frente a él se acercó peligrosamente.
-Si las palabras no sirven – lo tomo fuertemente de la cintura pegándolo a su cuerpo- entonces los hechos lo harán.
El pequeño abrió la boca para protestar, pero no logro hacerlo ya que unos labios se empezaron a comer su boca con ferocidad. Trato de resistirse, empujando con sus pequeñas manos el pecho del mayor, sin lograr zafarse. Se movió como gusano para liberarse, pero lo único que consiguió fue que el mayor gruñera satisfecho e introdujera su lengua.
El roce húmedo y suave contra su interior lo hizo jadear. No pudo evitar que sus brazos se deslizaran por esos pectorales bien trabajados hasta rodear su cuello. Ese si era un beso. Sintió que algo estallaba en su pecho y que un extraño hormigueo recorría su cuerpo, se aferró más al enorme hombre, sus lenguas empezaron una sensual y húmeda danza. Los dedos del más pequeño aferraron los cortos cabellos del más grande, haciendo que este soltara un gruñido.
Parecía que ambos competían por ver quién era más rápido, más profundo y más placentero. Ohm bajo sus enormes manos hacia ese redondo y respingado trasero, y lo empezó a masajear con satisfacción al sentir temblar el pequeño cuerpo. Succiono y mordió esa pequeña lengua que lo estaba volviendo loco. El menor empezó a mover su cadera de manera indecente, esto fue su límite, tomo con fuerza ese trasero, y lo elevo para que sus miembros quedaran a la misma altura, avanzo hasta topar con su escritorio.
En ningún momento se separaron. Tomaron el oxígeno necesario como peces fuera del agua, pero no abandonaron el placer que se daban. Sus miembros se rozaban constantemente moviendo sus caderas con deseo. El mayor abandono esos labios adictivos para dirigir su atención a ese hermoso y lechoso cuello, empezó a besar esa piel tan sensible, y en ningún momento dejo de dar atención al miembro de su Polcino.
Estaba tan extasiado que dejo salir sus colmillos, esos jadeos y temblores lo ofuscaban. Abrió su boca dispuesto a enterrarse en esa bella carne y por fin hacerlo suyo. Cuando estos se estaban enterrando, escucho un siseo que lo dejo quieto. No podía creerlo, tenía que estar confundido. Pero se dio cuenta de que no era su imaginación, cuando una pequeña mano se escurrió entre su ropa interior y tomo su duro pene.
Esto contuvo su aliento sobre el delicado cuello, rasgándolo un poco, lo que causo un gemido del menor. Una pequeña mano empezó a subir y bajar, regreso a esos labios que lo volvían loco, disfrutando de sus caricias. No quería quedarse atrás, así que con destreza desabrocho el pantalón del más pequeño, y tomo su polla juntándola con la suya, abarcando también la pequeña mano que le estaba dando placer.
Fluke lo miro con ojos agrandados, reteniendo su precaria respiración. Ohm sonrió satisfecho empezando a mover sus manos con ritmo acompasado. El más pequeño abría y cerraba su hermosa boca, sin dejar de mirarlo y sin haber apartado su pequeña mano.
Sus miradas no se separaban, y su cuerpo tampoco, mientras el menor jadeaba con ojos cristalizados de deseo, el mayor sonreía. Volvieron a besarse con lujuria, devorándose mutuamente, hasta que el cuerpo del menor se tensó, y con esto Ohm acelero los movimientos de su mano, el primero en correrse fue Fluke, que grito dentro de la boca del mayor dejando salir todo el líquido de su cuerpo, tres movimientos después eyaculo el más grande mordiendo el labio inferior de su Polcino.
El más pequeño llevo su rostro al cuello del más grande, sin dejar de jadear, ese orgasmo había sido wowww, ni en sus más locos sueños pensó en sentir algo así. Y como un balde de agua helada, la realidad de lo que acaba de pasar lleno todo su cuerpo. Su respiración seso y su cuerpo se puso duro. ¿Qué demonios había hecho?
-Sueeeltame – exclamo molesto el menor empujando a Ohm y con la cara roja se empezó a acomodar la ropa, la cual estaba hecha un asco, arrugada y llena de semen, el de los dos. Quería que se lo tragara la tierra.
El mayor cuando lo escucho y se sintió alejado, frunció el ceño, todo había salido demasiado bien, ¿Y ahora que pasaba? Al ver ese rostro arrebolado, y esas pequeñas manos temblorosas tratando a arreglar la ropa, sonrió satisfecho.
Fluke no quería levantar la vista, estaba muy avergonzado, y molesto. Termino de abrocharse el pantalón con sus traicioneras manos temblorosas, y se dirigió a la puerta. Cuando la empezó a abrir, esta se cerró de nuevo. Sabía quién le impedía salir, lo sentía detrás de él, demasiado cerca.
-Déjame ir- le ordeno.
-Aun no terminamos – le dijo acercándose más a su espalda, hasta rosarla.
¿Es que acaso quería otra ronda?, pensó angustiado el menor apretando la manija de la puerta.
-¿Qué más quieres?- pregunto cabizbajo sin voltearse.
El más grande tomo al pequeño por los hombros y lo giro para que lo mirara a la cara, pero este no levanto su rostro.
-Mírame – ordeno
Pero el pequeño no levanto el rostro.
-Que me mires – exigió tomando la barbilla de Fluke para obligarlo a levantar la cara.
Esos enormes y bellos ojos estaban llenos de lágrimas y miedo, pero no se dejó manipular, era hora de que ese pequeño entendiera quien era el que mandaba ahí.
-Cuando yo te hable, siempre tienes que mirarme a los ojos- empezó- lo que yo ordeno se tiene que hacer cuando, y yo diga, si te por tas bien podrás tener libertad de andar por todo el hotel, pero si no, no saldrás ni de la recamara. Y por último, eres mío – acerco su atractivo rostro al del menor- y siempre lo serás. ¿Entendido?
El pequeño solo pudo asentir, mientras su cuerpo no dejaba de temblar.
-Perfecto- le sonrió como si hablaran del clima- vamos mi Polcino, el tour termino- le estiro la mano para que la tomara.
Fluke sin poder dejar de llorar y temblar extendió su mano para tomar la de Ohm, y se dejó llevar hasta el pent house. En cuanto entraron, soltó la mano del más grande y salió corriendo hacia la recamara, para encerrarse.
Se metió en el baño y se empezó a quitar la ropa con rabia. Antes creía que podría salir de ahí, pero después de eso ya no tenía esperanzas. ¿Y qué era eso de que era de Ohm para siempre?, ¿Es que acaso nunca lo liberaría?. Los sollozos se hicieron más audibles mientras se terminaba de desvestir. Había sido su culpa estar en esta situación, si hubiera seguido con su plan de ser una criatura dócil, ya podría estar siguiendo con su plan de escape, pero no, el señor se tenía que dejar llevar por su coraje ante la situación.
Y luego estaba lo que había pasado en aquella oficina. Llevo sus manos para taparse el rostro, ¿Cómo había podido hacer eso?, ser tan descarado y haber desabrochado el pantalón de Ohm y haber tomado entre su mano, su cosa.
Se metió debajo del agua, sin poder dejar de llorar, de impotencia, tristeza y vergüenza. No sabía por qué había hecho eso con su captor, él no era así, tan descarado y libidinoso. No sabía que le estaba pasando, lo más seguro es que la situación lo estuviera sobrepasando y él no se había dado cuenta.
Tallo su cuerpo hasta dejarlo irritado, se sentía sucio. Su llanto había cesado, pero su corazón seguía doliendo. ¿Por qué me hiciste esto padre?, ¿Es que acaso me odias?, y el llanto regreso a ese pequeño cuerpo que se había dejado caer en el suelo de la bañera, mientras sus pequeños hombros no dejaban de temblar.
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SOLO MÍO (COMPLETA, EN EDICIÓN)
FanfictionSINOPSIS Su padre lo había vendido al mejor postor, Fluke no lo podía creer todavía. Sabía que Boston Natouch nunca había estado en buenos pasos, y que hacia tratos con gente de cuestionable reputación, ¿Pero al grado de salvar su pellejo a costa de...