CAPITULO 36 TODO O NADA

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Ohm estaba en su oficina, había sido un día largo, y más después de haber hablado con su hermano, el cual tampoco tenía noticias de Fluke. Kao se apareció en su oficina.
-Lamento decirte que no he tenido éxito.
-Ya han pasado dos meses Kao- se levantó de su lugar- dos meses de los cuales no hemos sabido nada.
-El esta en algún lado esperando por ti.- tomo asiento y le dejo una carpeta sobre el escritorio.
El Rey tomo los papeles y empezó a leerlos.
-¿Por qué últimamente nada sale bien?- aventó los papeles de vuelta.
-Parece como si a Rebeca se la hubiera tragado la tierra.
-En cuanto la tenga en mis manos, yo, la matare, y a los que la ayudaron a llevarse a mi "Destinata".- rugió el mayor.
-Sabes que no puedes matarla Ohm.
-Claro que puedo, y lo hare- sentencio.
-No dejes que el dolor te ciegue la cordura.
-Dime como estarías tu si alguien te separa de tu pareja destinada.
-Me sentiría igual que tu- confeso su amigo- pero no soy un asesino, y tú tampoco.
-Sé que no lo somos, pero existen excepciones.
-Eres el Rey, aquí no existen excepciones, si ella hubiera cometido asesinato, te apoyaría.
-Fluke no está muerto- grito molesto.
-Lo sé, si así fuera tú ya lo sabrías, pero él está vivo en algún lugar, y pronto lo encontraremos, y haremos pagar a Rebeca.
-Le drenare toda su maldita sangre.
-Primero deja que la encontremos, y que confiese.
-No necesita confesar.
-Es una suerte que Saint nos haya dicho que ella fue quien se llevó a Fluke.
-El la conoce al igual que nosotros, y logro descubrirla.
-Necesito que pongas más hombres en la búsqueda de Fluke y de esa escoria que le hacía llamar mi amiga.
-Está bien- reverencio.
-Espera- pidió antes de que desapareciera- ¿Cómo está la señora Natouch?
-Como podría estar una madre, sin saber de su hijo, aunque es bueno que no sepa la verdad, y esos papeles de divorcio la tienen algo trastornada.
-También necesito que investiguen que está planeando Natouch, el nunca le pediría el divorcio a mi suegra.
-Así se hará.
-¿Cómo se encuentran Prem y Earth?
-Earth esta desolado, decidió renunciar a su trabajo en Tailandia para no dejar sola a su madre.
-¿Y qué excusa dio por su renuncia?
-Que le habían ofrecido una mejor plaza en la ciudad.
-Y, ¿Es cierto que la consiguió?
-Sí, yo le di trabajo- contesto.
-Me lo imagine- le sonrió de lado.
-Me conoces- le regreso la sonrisa.
-Dejo que sigas con la búsqueda, llamare de nuevo a Boun.
-¿De nuevo?
-Hace un momento hable con él, pero no le pregunte por Prem, soy un mal hermano- se dejó caer en la silla.
-No lo eres, lo que pasa es que esta situación te tiene ofuscado.
-Puede ser- acepto desganado- ve con tu "Destinata".- indico.
-Lo encontraremos- y se despareció en su estela.
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-La cena - anuncio entrando en la recamara.
-No tengo hambre- se quejó.
-Sabes que debes de comer- insistió Mew, dejando la bandeja en el buro.
-Que no quiero- grito la mujer malhumorada.
-Rebeca, no puedes seguir así, tienes días si alimentarte, ni de sangre.- dijo exasperado.
-No quiero nada- siguió.
-Si sigues así te enfermaras.
-¿Cómo quieres que este?, si tenemos en estas cuatro paredes una eternidad.
-Para empezar, no son cuatro paredes- dijo por milésima vez el hombre, ya que el lugar era una mansión- además tenemos que seguir resguardándonos, ya que su majestad te está buscando.
La enorme construcción se encontraba en el fondo del mar, había pertenecido a la Familia de Mew por generaciones. Uno de sus antepasados había sido acuático, le pertenecía por parte de su madre. Había estado deshabitada por siglos, ya que nadie más había nacido en esa naturaleza, y ahora le venía muy bien, ya que podía proteger a la mujer que amaba,o al menos eso esperaba.
-Nos está buscando- aclaro con mirada furiosa- y Saint, ese maldito, creí que era mi amigo.- golpeo la almohada.
-Él siempre le ha sido leal al Rey- se sentó en la orilla de la cama.
-Pero me vengare- anuncio.
-No puedes hacerlo, si salimos de aquí su majestad nos encontrara. - sentencio.
-Odio todo esto- volvió a gritar levantándose de la cama.
-Sé que los planes eran diferentes, pero la realidad es otra.- la miro con tristeza.
-No voy a dejar pasar lo que Saint me hizo.
-Trata de comer- le regalo una sonrisa triste y salió del lugar dejando a la que fue una hermosa mujer ya hoy, solo la sombra quedaba.
Rebeca había adelgazado muchísimo, apenas si probaba bocado o algún sorbo de sangre, y sumando el estrés, preocupaciones y sed de venganza, ya no era lo que fue. Su mirada había perdido el brillo travieso que siempre la había caracterizado, al igual que la luz de piel y cabello, sin mencionar la desolación que trasmitía.
Él siempre supo que ella solo tenía ojos para el Rey Ohm, pero aun así se había convertido en su juguete, pero juguete o no, Rebeca solo lo tenía a él, y esa era la verdad, si el la dejaba, ya no le quedaría nadie.
Bajo las escaleras y se dirigió a su oficina. Su secretaria lo esperaba con mirada nerviosa.
-¿Qué sucede Nancy?- cuestiono dejándose caer en la silla, con el constante dolor de cabeza.
-Tengo malas noticias- le dijo la chica.
-¿Qué sucede?- se masajeo las cienes.
-El Rey Tritón convocó una reunión con todos los jefes de todo el océano, eso solo lo había hecho en tiempos de guerra.
-Eso no puede ser- le dijo desconcertado.
-Señor, si me permite decirlo- la chica se acercó un poco más hacia el- creo haber traído a la señorita Rebeca a la mansión, no fue muy buena idea- reverencio asustada de decir lo que pensaba.
-Nunca más vuelvas a decir eso- le rugió.
-Lo siento mi señor- se disculpó de inmediato, agachándose más.
-No te permito que digas nada negativo sobre Rebeca, a ella se le tiene que tratar con respeto.
-Si mi señor- contesto sumisa y salió del lugar.
Entendía los sentimientos de Nancy, ella le era fiel a su familia al igual que muchos otros. Si Tritón había convocado a todos los jefes que cubrían todo el océano del mundo terrestre, las cosas no se tornarían bien para Rebeca, y el, tenía que protegerla.
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-La encontré- dijo al otro lado de la línea.- Encontré a Intouch.
-¿La tienes contigo?
-En este momento no, pero llamaste justo a tiempo. Ella estaba en un mercadillo de Brasil, la acompañaba su padre.
-Es bueno que la hayas encontrado, la señora Natouch estará muy feliz.
-También sus hermanos.
La línea quedo en silencio por casi un minuto.
-Lo siento Ohm, yo no....-
-No te disculpes, esto es una buena noticia.- le dijo de corazón.
-¿Ohm?- cuestiono preocupado.
-Lleva a Intouch con su familia- ordeno su hermano.
-Así lo hare, y hermano, sé que todo se resolverá, Fluke volverá a ti.
-Te lo encargo, pero antes dime como esta Prem.
-¿Por qué lo preguntas?- cuestiono.
-¿Cómo lleva la desaparición de su hermano pequeño?
-Él está muy preocupado al igual que Earth- empezó- están tratando de seguir su vida, pero en el fondo siguen angustiados.
-Los entiendo, trata de darles ánimo, Kao está también angustiado.
-Todos lo estamos- dijo- en especial tú.
-Sé que lo encontrare. - afirmo.
-Así será hermano- corto la llamada- para llevar a su pequeña cuñada con su verdadera familia.
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Boston Natouch se encontraba alistándose para una reunión que tendría, en ese momento estaba en Italia tratando de cerrar un trato muy importante.
-Te ves muy guapo cariño- se acreco la mujer posicionándose detrás de el y mirándolo por el espejo.
-Gracias querida- le sonrió con ternura.
-Me imagino que llegaras tarde- poso sus delgadas y palidas manos sobre los hombros de su esposo.
-No me esperes despierta.
-Lo se- contesto ella sin dejar de mirarlo.
-No quiero que te fatigues, últimamente no te estas sintiendo bien.
-Es solo que hemos tenido demasiado trabajo, pero prometo descansar lo suficiente.
-Promete que no me esperaras, y podrás descansar debidamente.- se giró y tomo sus manos.
-Lo prometo- le aseguro.
-Despídeme de Boston Junior y de Alejandrita- le acaricio la mejilla.
-Tu ve tranquilo, que yo les dare cariño de tu parte- aseguro.
-Esa es mi chica- la abrazo.
-Tu ve tranquilo cariño.
-Me tengo que ir, ve a la cama temprano. - ordeno cariñosamente.
Alejandra Romano de Natouch se dirigió a hacia la cocina, donde se encontraban sus pequeños hijos.
-Bambinos- llamo con voz cantarina entrando en el lugar.
Las pezuñas hicieron eco en el mármol del cuarto le lavado, dirigiéndose hacia la cocina. Dos enormes San Bernardos a toda velocidad, el macho de setenta y nueve kilogramos, y la hembra de sesenta.
-Quietos- ordeno la mujer.
De inmediato los caninos se detuvieron en seco derrapando un poco.
-Buenos chicos- les dijo agachándose para acariciarlos alternativamente.- Su papá fue a una reunión importante, pero me pidió que lo despidiera de ustedes. - El llegara tarde así que para no preocuparlo iremos temprano a dormir- se levantó- Bianca- llamo.
-Mande señora Natouch- entro la niñera de los perros.
-Boston Junior y Alejandrita necesitan cenar e ir a dormir después de eso- le sonrio.
-Así se hará- respondió la mujer.
-Gracias, después de eso ve a dormir.
-¿Usted no cenara?- pregunto.
-Tengo que dormir temprano, así Boston no se preocupar- Anuncio Alejandra.
-Que descanse- dijo la mujer para llevarse a los perros.
-Gracias, tú también.- le sonrió a su empleada y salió.
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Dean abrió los ojos de golpe, había tenido ese maldito sueño de nuevo, se sentó en la cama sintiendo como las lágrimas corrían por sus mejillas. Sabía que eso era normal, ya que todos comentaban que los primeros meses después de haberse convertido en Banshee tenían muchos sueños de los cuales despertaban con lágrimas o en llanto, pero pasando los días todo eso desaparecía. Él todavía los tenia, y no podía hablar de ellos, porque al despertar, lo que había visto en sus sueños se esfumaba, y solo quedaban las lágrimas surcando su rostro y la pesadez en su corazón.
Se limpió el rastro húmedo de su cara, y se levantó antes de que llegara Phoebe y le diera lata. Fue al baño a lavarse la cara para borrar todo rostro de tristeza. Estaba saliendo del baño cuando entro su única amiga.
-Estas despierto- exclamo sonriente.
-Lo estoy- dijo escuetamente todavía con los estragos de tristeza y desolación en el.
-Ya vas mejorando Dean.- lo felicito sentándose en la cama.
-No te sorprendas tanto- se quejó el menor.
-Ven y deja que te peine- le dijo la chica haciéndose a un lado para que su amigo se sentara a su lado.
Dean sonrió y tomo asiento a su lado dándole la espalda para que le hiciera una trenza.
-Amo tu cabello, es tan sedoso- cepillaba con sus dedos la larga melena de su pupilo.
-¿Qué no puedo decirlo de nuevo?
-Ya lo has dicho- se burló.
-Estate quieto- ordeno trenzando su cabello con una sonrisa.- listo.
-Gracias- se levantó de la cama.
Ambos salieron de la recamara y se dirigieron a la salida para reunirse con los demás hermanos. El sol se había ocultado hacia unas dos horas, así que era hora de ayudar a los desdichados que tenían roto el corazón por su perdida.
-Recuerda Dean, sigue el sufrimiento y el llanto.- ordeno Phoebe mirando alrededor y agudizando su oído.
-Lo sé, ayudar a las almas en pena por su perdida- contesto.
-Ese es mi chico- le sonrió cariñosamente, en medio de la Sierra Tarahumara.
El pequeño agradeció el apoyo, suspiro pesadamente su asintió con la cabeza.
Tomaron caminos separados para poder abarcar más territorio.
Dean miro hacia atrás y su amiga ya no estaba, ella no perdía tiempo, sonrió moviendo la cabeza. Esperaba poder cumplir lo básico esa noche. La meta era ayudar una víctima de corazón roto en una noche, tan sencillo y el no podía hacerlo.
Escucho un lamento a lo lejos, y se dirigió con presura hacia dónde provenía, sentía que ese corazón estaba destrozado. Corrió lo más que sus piernas se lo permitieron.
Su pecho se empezaba a sentir afligido, nunca había experimentado eso, ¿Eso era lo que llamaban salvar un alma en pena?, no lo sabía, ya que nunca había experimentado lo que estaba sintiendo. Tomo más velocidad hasta llegar fuera de un enorme edificio. Si no estaba mal, eso era una gran empresa o un hotel.
Miro hacia arriba, el dolor venia del último piso, y su instinto se dejó llevar, así que brinco y brinco, llegando a su destino.
Entro sin dificultad, ya que las puertas corredizas estaban de par en par, todo estaba en penumbras, pero siguió el llanto que tanto lo llamaba, traspasando una enorme puerta que daba a una sala, miro a su alrededor asegurándose de que nadie lo viera.
El lugar estaba vacío, pero lo que más le interesaba era el llanto que venía de su derecha, así que se dirigió a ese lugar con pasos sigilosos. Abrió la puerta con cuidado y vislumbro a alguien en la oscuridad, no se detuvo, y aunque quisiera no podía hacerlo, así que dejo que sus pies siguieran haciendo su trabajo.
Los hombros de la víctima temblaban sin control, estaba hecho un ovillo en uno de los sillones del lugar.
Dean camino despacio como le había enseñado Phoebe, tratando de pasar desapercibido. Pero confirme avanzaba se empezaba a sentir destrozado, no sabía que sus hermanos tenían que pasar por todo eso, pero no podía defraudarlos, así que siguió a pesar del dolor que lo estaba embargando.
-Fluke, mi Polcino- hipaba el hombre entre lágrimas.
Algo se removió dentro del pequeño, e ignorándolo siguió caminando hasta quedar a unos centímetros del hombre.
-No te preocupes, vine a ayudarte- susurro.
Ohm giro la cabeza.
-¿Fluke?-cuestiono incrédulo con la vista borrosa por las lágrimas.
-¿Fluke?- pregunto el pequeño.
-Mi Polcino- lo abrazo con fuerza.

SOLO MÍO (COMPLETA, EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora