CAPITULO 38 EGOISMO

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El funeral de Boston Natouch fue rápido y poco concurrido, ya que su esposa solo les aviso a sus pocos amigos y no tenía más familia. Había pensado en hablarle a Samantha para avisarle del fallecimiento de su marido, pero había sigo egoísta y quería ese momento solo para ella.
Había conocido a Boston en un viaje de negocios que él había hecho a su ciudad, ella era una joven sencilla, que al repartir los vegetales de la granja de su padre se había chocado literalmente con el amor de su vida, y ahí había empezado todo, ellos tirados en la acera, con los vegetales desperdigados por todos lados.
Su historia de amor fue idílica, lo que se conoce como amor a primera vista. A pesar de que casi no se veían, las cartas que se enviaban eran suficiente para Alejandra, así paso un año desde que se conocieron y las cartas fueron escaseando, por no decir las visitas de Boston. Unos meses después él le confeso que su padre lo había casado con una chica, y no se había podido negar ya que él era el único sucesor, y su padre no le habría permitido negarse.
Al principio ella se había sentido traicionada, ya que Boston tenía meses casado y no le había dicho nada, pero no pudo evitar perdonarlo, y le pidió que no le contara nada a sus padres ya que esto los destrozaría, ya eran mayores. Estos la habían tenido ya muy grandes, de hecho, el embarazo de su madre fue de alto riesgo, la adoraban con locura, y al presentarles a Boston, ellos habían quedado prendados de ese joven empresario que amaba a su hija, siempre habían querido un mejor futuro para Alejandra, y el joven Natouch se lo daría.
El secreto fue guardado por varios meses, y a pesar de que los celos consumían a la chica italiana, no se quejaba y siempre recibía a su amor con los brazos abiertos. Paso un año más de relación entre los jóvenes enamorados y los padres de ella empezaban a cuestionarse por que todavía no se casaban si se amaban tanto, y así se lo hicieron saber a su única hija.
-No quiero presionarte Bonton- dijo Alejandra abrazando a su amado- pero mis padres me volvieron a preguntar cuando nos casamos- recargo su cabeza sobre el pecho desnudo.
-Alejandra, sabes que ya estoy casado- le dijo sintiéndose incómodo.
-Pero ellos no lo saben- siguió la joven levantando el rostro.
-Eso no quita que este casado- contesto poniéndose tenso bajo las sabanas.
-A lo que me refiero, es que tu estas casado en Tailandia.
-¿No te entiendo?- la separo gentilmente y se sentó hasta quedar recargado en el respaldo de la cama.
-Tu matrimonio es válido en Tailandia, pero aquí no está tu esposa, ni tu certificado de matrimonio- también se sentó cubriéndose el pecho con la sabana.
Boston giro su rostro sorprendido, y sin poder creer lo que escuchaba.
-Casémonos- ofreció la chica con una enorme sonrisa.
-¿Qué parte de que ya estoy casado no entiendes?- se levantó molesto, y se empezó a cambiar.
-No tienes que restregármelo cada rato- le contesto dolida apretando la sabana en sus manos.
-No te lo restriego, pero tu mencionas el tema cada vez que puedes.
-Lo hago porque mis padres me están presionando, además tu matrimonio es falso, a la que amas es a mí.- se señaló.
-Sabes que te amo, más que a mi vida- dijo apasionadamente, acercándose a la cama.
-Entonces casémonos- pidió con mirada suplicante llena de lágrimas.
-No podemos- se sentó en la cama y tomo sus manos trémulas.
-Claro que podemos, nadie sabrá que ya estas casado.
-Lo que pides es imposible- insistió el hombre.
-No, no lo es- se hinco desnuda sobre el colchón- nos amamos, y mis padres no saben que te casaron con Samantha a la fuerza.
-Alejandra por favor, así estamos bien, no necesitamos complicar las cosas.- pidió angustiado.
-Claro- empezó sintiendo que su sangre le hervía- como tú siempre tienes quien te caliente la cama, mientras yo, mientras yo,- repitió-  duermo sola esperando a que regreses- le grito desesperada.
-Eso no es cierto- se defendió Boston.
-Lo es, si no lo fuera, Samanta no estuviera embarazada- lo acuso rabiosa.
-¿Cómo lo sabes?- cuestiono sorprendido.
-¿Crees que eres el único con contactos?- se levantó y empezó a recoger su ropa del piso.
-¿Cómo lo sabes?- repitió con los dientes apretados.
-Sonia vio la noticia en los periódicos.- confeso de mala gana.
-Sonia, ¿Tu amiga que se fue de intercambio?- frunció el ceño.
-Ella está haciendo todo lo que yo no pude- empezó ya en ropa interior- yo tuve que dejar mis sueños a un lado por ayudar a mis padres, ellos ya eran mayores cuando vine al mundo, no había nadie más que se encargara del negocio familiar.
-Alejandra- susurro con pesar.
-¿No puedes ayudarme a hacerlos felices antes de que partan de este mundo?- se acercó a él. – Gracias a dios no están enfermos, pero ya son mayores, y soy su única hija- tomo fuertemente las manos de Boston- Por favor- termino diciendo con suplica.
-Está bien, nos casaremos.- acepto.
-Gracias, gracias, gracias- exclamo llena de felicidad abrazándose al cuerpo más alto y fuerte.
-Pero necesito que me des tiempo.
-¿Para que?- lo soltó y lo miro a la cara, aun con el rostro desencajado.
-Necesito dejar terminados algunos contratos para poderme tomar el tiempo suficiente para la boda y la luna de miel.- le sonrió.
Alejandra lo abrazo de nuevo con más fuerza. Las semanas pasaron y Boston en una cena familiar y sin previo aviso se le hinco frente a los padres de ella, pidiéndole matrimonio.
Alejandra sonrió por los hermosos recuerdos que su mente había evocado en medio del cementerio. Miro el lugar y estaba totalmente sola, todos se habían ido, el único que quedaba como siempre, era su esposo, tres metros bajo tierra, pero ahí estaba, haciéndole compañía.
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Samantha había firmado los papeles del divorcio, y había estado tentada a no aceptar lo que le ofrecía, la mitad de todo lo que le pertenecía, pero como Pannin le había dicho, era lo mínimo que el señor Natouch podía hacer.
Se levantó del sillón con el rostro tenso y dejo los papeles sobre la mesa que lo separaba del abogado de su ahora ex esposo.
-Eso es todo de mi parte- dijo el abogado tomando los documentos y saliendo de la mansión. La otra señora Natouch le había dado órdenes de no decir nada sobre la muerte del señor Natouch, que ella personalmente le informaría a Samantha.
El hecho de que su cliente practicara la poligamia, siempre lo había hecho sentir incomodo, ya que él, amaba a su esposa más que nada, y jamás podría mirar a ninguna otra mujer. Pero Boston Natouch no fue hombre de una sola mujer. Durante los años que le había prestado sus servicios, no se había conformado con tener dos esposas, si no que las amantes cada vez habían sido más numerosas.
Podía reconocer que a Alejandra le había tenido mucho más cariño y respeto que a las demás, y que a Samanta, su primera esposa por obligación, su matrimonio había sido forzado, y el rencor no había dejado que viera la gran mujer que era. Pero era natural que, al pasar de los años, si no amabas a alguien después de tanta convivencia, al menos le tomabas cariño y respeto, y tristemente Samantha no lo había obtenido de Boston, a pesar de todo su sumisión y sacrificio, era una lástima. Subió a su auto, sabiéndose observado y salió de la propiedad Thitiwat, satisfecho por ya no tener que tratar más, con Boston Natouch.
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Phoebe estaba que se volvía loca, tenían tres días que no sabía nada de Dean, se dejó caer en su cama.  Había entendido, desde que su mirada se cruzao con la de ese pequeño joven recién llegado, que él era diferente, tenía demasiada inocencia en sus ojos, y desconcierto, como si no perteneciera ahí, era la primera vez que se topaba con alguien como él, y una parte de ella se había dicho que el novato Dean no pertenecía ahí, y no se refería a su grupo en Chihuahua, si no a su raza, el pequeño Dean no era un Banshee de naturaleza, por ese motivo estaba más que preocupada por él.
Se dejó caer en el colchón soltando un bufido de frustración. Debería de estar aterrado, no tenía idea de lo que estaba pasando su pequeño pupilo, pero no era nada bueno, ya que no se podría defender por el mismo, los humanos no eran amenaza para los de su clase, pero las otras criaturas eran otro asunto. ¿Y si se lo habían llevado los Trolls?, o, ¿Los dementores le dieron el beso de la muerte?, se levantó de golpe con los ojos llenos de terror, tenía que estar a salvo, tenía que encontrarlo.
Salió presurosa de su habitación, y se dirigió a la de Dean, tratando de encontrar algo, si él era diferente al resto, tenía que haber algo entre sus pertenencias. Empezó a buscar en los cajones y guardarropa, pero prácticamente estaban vacíos, más siguió revisando. Dean solo tenía unos cuantos cambios de ropa, y artículos de limpieza personales comunes. Lo más personal que encontró, fue una libreta en el cajón del escritorio de las tutorías que el menor había recibido, empezó a hojearlas y nada fuera de lo normal, hasta que llego al final de las hojas y vio que varias de ellas estaban arrancadas.
Esas hojas ya no estaban por alguna razón, ¿Por qué las hojas del final del cuaderno?, podrían haber sido arrancadas desde el inicio, pero no, solo eran las ultimas, ¿Por qué Dean quitaría las ultimas hojas de su cuaderno?. Se quedó buen rato sentada en el banco, desmenuzando todo lo que recordaba desde que lo había conocido.
Un chico tan inocente, incapaz de hacer lo que su naturaleza le pedía y con miedo, ¿Dónde escondería sus secretos?, se cuestionó. Ella no podía hablar por su propia experiencia, pero conocía a los humanos, así que se dejó guiar por eso. Se levantó y se dirigió hacia la cama, la mayoría de los chiquillos escondían sus secretos bajo el colchón, lo levanto dejando al descubierto varias hojas.
Las tomo rápidamente, queriendo saber por lo que había pasado su pequeño amigo, se sentó de nuevo, y empezó a observar esas hojas arrugadas, se notaba que habían sido trazadas con prisa, eran dibujos de diversas flores y plantas acompañados de frases cortas. Fue pasando una por una con lentitud, maravillada de su significado.
Los dibujos eran muy tiernos, ya que a Dean no se le daba el arte, pero su letra era preciosa y concisa, algunas frases se repetían.
*Te amo.
*Te extraño.
*Los amo.
*Los extraño.
*Gracias por existir.
*Gracias por llegar a mi vida.
*Gracias por amarme.
Esas eran muchas de las frases que estaban escritas en esas hojas, entre otros tantos pensamientos que le llegaron al alma, tanto que estaba llorando sin enterarse. Con más razón tenía que encontrarlo y salvarlo, se dijo limpiándose el rostro.
Tomo esas preciadas hojas con cariño, metiéndolas en uno de sus bolsillos, los mayores tenían que saber de todo ese asunto. Corrió por los largos pasillos de la gran casa, tenía que reunirse con los superiores, era un caso bastante extraño. Llego hasta las enormes puertas, que no necesitaban ser custodiadas, y con valentía las abrió sabiendo que estaba haciendo algo incorrecto.
-¿Qué te trae por aquí?- cuestiono uno de los ancianos sorprendido por la intromisión.
-Lamento interrumpirlos- empezó nerviosa- pero nuestro hermano Dean sigue desaparecido.
-Eso lo sabemos- dijo otra voz.
-Él tiene recuerdos – exclamo.
-Eso es imposible.
-No lo es- les aseguro.
-Alguien saque a esta hermana-dijo otra voz.
-Tengo pruebas – grito desesperada.
Los presentes la miraron fijamente.
-¿Qué pruebas?- cuestiono el jefe curioso.
-Me hubiera gustado guardarme esto solo para mí, ya que es algo muy personal- confeso la chica- pero es lo único que puede ayudar a Dean- termino diciendo con voz temblorosa y se acercó al estrado extendiendo las hojas con pulso inestable y las dejó sobre la mesa.
Unas manos rugosas tomaron esas páginas, las observo con atención, y con esto su semblante iba cambiando.
-¿Esto fue hecho por Dean?- cuestiono mirando directamente a Phoebe.
-Lo encontré en sus aposentos- confeso de mala gana.- estaban debajo del colchón.- bajo su rostro sintiéndose una traidora con Dean.
-Esto no puede ser- exclamo el viejo bajando las hojas en su mano.
-Solo quiero ayudar a mi pupilo- dijo la mujer- pero más que eso, quiero ayudar a mi amigo.
-Decidiremos en la mañana.- opino otro de los presentes. 
-Pero- trato de refutar.
-En la mañana tendrás respuesta.
Phoebe reverencio y salió de la sala, sentía que el coraje le estallaba en corazón, así que empezó a correr con todas sus fuerzas. Jadeo forzosamente al llegar al lago, y ahí se quedó viendo, pero sin ver. Se sentía una fracasada, no entendía como no había visto lo que le pasaba a su pequeño Dean. Todas las señales estaban ahí, y ella las paso por alto. Soltó su grito Banshee, sintiéndose desesperada.
Tenía que encontrarlo, costara lo que costara.
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Prem había regresado a América con un peso en el corazón, su hermano menor aun no despertaba, ya había pasado una semana. Salió de la mano del aeropuerto con su “Destinata”, no le gustaba mucho aparecerse en esa estela que los vampiros utilizaban, así que había obligado a Boun a tomar un vuelo. Avanzaron hacia la salida, donde los esperaba una limosina que los llevaría a la mansión Thitiwat.
Intouch ya estaba de vuelta, así que tenía que poner una enorme sonrisa en su rostro, ya que al igual que el, tenía sentimientos encontrados. Entendía como su pareja destinada se sentía, recuperaba a su pequeña hermana perdida, pero uno de sus pequeños hermanos estaba inconsciente pensó el rubio sin soltarle la mano. 
Earth y Kao los alcanzarían en breve, pero Ohm no se separaría de Fluke. Llegaron a su destino y bajaron del auto.
-Justo a tiempo- dijo Kao detrás de ellos.
-Estoy nervioso- confeso Eart.
-Es normal- contesto Prem- hoy conoceremos a nuestra pequeña hermana- trato de sonreir, ya que no sabía cómo tenía que sentirse.
-Bien, vamos que nos están esperando.- les dijo Boun tomando el brazo de su pareja para guiarlo a la entrada.
Los cuatro entraron en la casa y fueron directamente al patio trasero, ya que se imaginaban que estaría ahí, ya que el clima empezaba a ser algo cálido. Intoucho habia llegado hecia dos días, y su madre ya le habia explicado la situación, pero al parecer la niña no estaba muy comoda, ya quemel que creyo que era su padre se habia quedado fuera de todo el asunto.
-Mamá- grito Earth corriendo hacia ella.
-Hijo mio- sonrio Samantha abrazando a su hijo.
-Te extrañe- le expreso con los ojos llenos de lágrimas.
-Y yo a ustedes- estiro un brazo hacia su hijo mayor.
-Buenas tardes señora Natouch- saludo con una sonrisa Boun.
-Bienvenidos- les dijo a los otros chicos, buscando con su mirada a su otro yerno.- ¿Y Ohm?
-A el le hubiera encantado estar aquí, pero surgio algo- excuso Kao seriamente.
-Lo entiendo- les sonrio comprensiva- el trabajo llama.
-El de verdad lamenta no poder estar aquí- secundo Boun.
-Lo entiendo Boun, de verdad. No lo estoy Juzgando. Solo espero que no trabeje tanto cuando este casado con Fluke- termino bromeando, pero ninguno rio. – Es una broma chicos- les dijo riendo bajito y sintiéndose algo incomoda por la reacción de los demás.
-¿Dónde está Intouch?- interrumpió su hijo mayor.
- En el invernadero, parece que ama las plantas, al igual que Fluke- dijo orgullosa su madre, mirando al mencionado lugar.
-Prem y yo vamos a conocerla- informo Earth tomando de la mano a su hermano y jalándolo sin dejarle oportunidad de negarse.
Entraron y vislumbraron a una chiquilla de cabello rubio, inclinada observando unas extrañas plantas, y estaba sonriendo, tenía la misma sonrisa de Fluke.
-Hola- salido inseguro el pelinegro.
La chiquilla giro su rostro y se irguió con mirada sorprendida.
-Hola- esta vez saludo Earth sonriendo.
-Ho… hola- tartamudeo.
Se parecía tanto a Fluke, pensaron ambos hermanos emocionados.
-Yo soy Earth, y el- dijo señalando al otro- es Prem.
-Soy Serena- les dijo tímidamente.
-¿Serena?- cuestionaron ambos chicos al unísono.
-Serena García- respondió.
-Serena García- exclamaron mirándose sorprendido entre ellos.
-Earth, Prem, tengo entendido que son mis hermanos biológicos- avanzo unos pasos hacia ellos.
-Así es, Serena- pronuncio cauteloso el pelinegro.
-Pareces buenas personas, al igual que el resto- le dijo evaluándolos.
-No somos malos- rectifico Earth dando un paso hacia el frente.
-Entonces, ¿Pueden ayudarme a encontrar a mi papa Noel?
-¿Santa Claus?- cuestiono sorprendido el rubio.
-No tonto, me refiero a mi papá Noel, el que me crio junto a mi abuela Alicia.- sonrio mas ampliamente.
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Ohm estaba en su oficina, tratando de concentrarse en el trabajo, sabía que su desempeño en ese aspecto últimamente dejaba algo que desear, pero no podía evitarlo. Habían pasado casi dos semanas, desde que su Polcino volvió con el pero no despertaba.
-La cena está servida.
-No tengo hambre Itzel- le dijo a la chica que obviamente había tocado la puerta y el, no la había escuchado.
-Tengo ordenes de Martjha de que lo hiciera alimentarse- lo miro seria- es por su bien su majestad- agacho la cabeza.
Ohm suspiro pesadamente, y cerro la laptop con frustración. Martjha no estaba ahí por órdenes de él, ya que su prioridad era su familia política, él podía hacerse cargo de Fluke. Se levantó de su asiento, y fue hacia el comedor.
-Ohm, Ohm, Ohm.
Se escuchó un grito aterrado a lo lejos.
Fluke había despertado.

SOLO MÍO (COMPLETA, EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora