XVII

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Júpiter.

Me aseguro de que todos tengan sus armas y chalecos listos, logré ser parte del operativo después de una fuerte discusión con Natasha.

Hice que Catalina pidiera el día libre en el ICF, tuve que reincorporar a Graham de lleno en las misiones y Natasha... Natasha solo espera el milagro de que no nos maten porque piensa que mi plan no es muy inteligente.

—Necesitamos el reemplazo de Julieta —comenta Catalina en el copiloto cuando comienzo el despegue.

—Estamos bien así.

Era un verdadero dolor de cabeza tener que oír las contradicciones de la venezolana a cada nada, así no se podía trabajar. Natasha y yo somos los únicos que tenemos la razón, nadie hace lo que no ordenamos. La ineptitud de Julieta nos jodió a todos como consecuencia, Catalina y Graham se encuentran ahora entre la espada y la pared porque Cleopatra y yo dejamos muy en claro que no nos temblará el pulso para matarlos si no se rigen bajo nuestros mandatos.

—Nos llevaría años encontrar a alguien con todas las habilidades que tenía ella —admito—, no tomaré ese riesgo.

—Pero sí el que estás tomando justo ahora —ironiza, bufando.

La ignoro y sigo pilotando por los aires, las destrezas de Julieta nos servían de mucho, pero no pensaba lavarme las manos mientras ella iba destilando errores a escondidas.

No tenemos piloto, hacker, ni a alguien que capture a las víctimas. Ahora Catalina es la única espía y yo el único que se encargará de los interrogatorios. Natasha y yo sabemos con franqueza que sí nos hacen falta aliados, y no solo uno, cinco como mínimo, pero no lo diremos en voz alta.

—Nápoles, dos minutos para aterrizar —aviso por el intercomunicador.

Graham es el primero en bajar cuando culminan los ciento veinte segundos, las otras dos le siguen y yo soy el último. Abro el gran papel luego de quitarle el seguro a la Beretta, el mapa es claro en todos los sentidos.

—Nadie habla, nadie opina y nadie actúa sin que yo lo ordene, el sigilo nos mantendrá seguros, ¿Entendido? —todos asienten y comienzo a caminar delante de ellos.

Segun los horarios que recolectó Julieta, Victorino estará hoy con su madre aquí en Nápoles, tiene hoy una competencia de Karate.

Nos adentramos al centro comercial Piccolo Nostro, la competencia es en la azotea del edificio, Catalina y yo subimos a analizar el perímetro minutos antes de la competencia y dejamos a Natasha y Graham cerca de los vestidores.

Es un sitio bastante espacioso, hay sillas al rededor de la lona, que en el centro tiene un enorne símbolo nazi. Son pocos los espectadores que han llegado, abro el mapa, estudiando cada milímetro del lugar y encontrando las mil y una posibilidades de escapar.

—Ve con los demás —le ordeno a Catalina, quien obedece sin rechistar.

Victorino es la más grande adoración de la italiana, y es obvio que vendrá a ver a su sobrino amado, podría reconocer a Catalina.

No sé aún con exactitud cómo Anthoaneth desmanteló la identidad de Natasha, pero lo cierto es que la cabeza de Dorotea tiene demasiado que ver.

El silencio abarca el sitio, dándole paso a la Bohër, hasta los civiles se levantan para rendirle pleitesía. Italia es uno de mis países menos favoritos por ello, hasta la mafia manda sobre la gobernación.

Viene respaldada por un solo hombre, su hermana Dakota la acompaña y el pequeño de once años les da un beso a ambas en la mejilla para bajar a prepararse.


Anthoaneth.

Mi hermana y yo tomamos asiento en la primera fila, vinimos con un solo guardaespaldas porque Italia es nuestra tierra, y aquí nadie puede colocarnos un dedo encima sin nuestro consentimiento.

El grupo de Karate donde aprende il mio príncipe es draghi dell'Olimpo, el más famoso de toda Italia, solo los piccolos ricos pueden ser parte.

—Signore e signori, con voi draghi dell'Olimpo e guerrieri ardenti.

«Signore e signori, con voi draghi dell'Olimpo e guerrieri ardenti: Damas y caballeros, con ustedes, dragones del olimpo y guerreros ardientes»

El grupo de los guerreros ardientes es el primero en salir con sus kimonos y cintas verdes, los draghi dell'Olimpo les siguen, ambos forman filas y hacen su respectivo saludo. Los sensei estrechan sus manos.

Cantan el himno de Italia y el de Francia, ya que los guerrieri ardenti son de allá de París.

—Bartholo Martin contro Mauricio Morelli.

Cada sempai le desea la suerte a su alumno, los nombrados suben al dojo y comienzan con la pelea cuando el sensei da la órden.

Bartholo (guerrieri ardenti) le lanza una patada en la mandíbula a Mauricio, dejándolo en el suelo y obviamente con sangre en la boca. Dan la pelea por terminada mientras el sempai de los draghi dell'Olimpo auxilia a su aprendíz.

El público aplaude, yo solo me quedo mirando a los próximos que pasarán. Si mi piccolo gana bastantes puntos en esta competencia, le darán su cinta azul. Cada día hace que me sienta más orgullosa, presumiéndome sus habilidades es idiomas, matemáticas, karate y demás.

—Samarah Dubois contro Victorino Rinaldi.

Aplaudo hasta que siento mis manos arder y la emoción me cala hasta la médula cuando mi Victo lanza el primer puñetazo, logrando que la otra chica pierda el equilibrio por unos segundos, él toma eso como un punto a su favor y se agacha para dar una vuelta con una pierna extendida, barriéndole los piés.

La francesa se incorpora lo más rápido que puede, comienzan una pelea con las manos mientras mi niño retrocede, la chica logra lanzarle un puñetazo a la mejilla, pero él se coloca de espaldas contra ella, se inclina hacia adelante y tira de una de sus piernas, logrando que ella se desplome por completo. La tal Samarah es ágil a la hora de levantarse, lanza una patada que Victorino esquiva con una voltereta.

Once años y es todo un experto en peleas de cuerpo completo, a los nueve años practicó Tae cown do, pero solo llegó hasta la mitad porque simplemente no le gustaban los uniformes.

Llega el primer descanso de diez minutos cuando todos los niños pasan por el dojo, abrazo a Victorino con todas las ganas antes de verlo bajar a los pequeños cuartos donde reposan.

Me quedo hablando con Dakota mientras que ellos se preparan para la próxima pelea. Los murmullos comienzan a llenar el espacio cuando pasan más de los diez minutos y no hay señas de los niños ni de los sensei.

Envío a Mario a averiguar qué ocurre, un jet aparece en el cielo a unos cuantos metros de aquí, captando la atención de todos, ya que no hay aeropuertos cerca.

Mi guardaespaldas tampoco aparece, entonces Dakota baja las escaleras para ver por qué nadie aparece.

Mi hermana con la cara pálida, pero apresura el paso hasta mi lugar.

—Victorino no questo.

«No questo: No está»

Mario aparece detrás de ella y me apresuro al estacionamiento, llevandome por delante a todo el mundo. Abordo la avioneta con Dakota al mando y Mario al copíloto.

—A Bombay —ordeno.

Mi hermana no asiente ni nada, hace el despegue inminente mientras que el viaje es copletamente silencioso y con la angustia danzando en el ambiente.

Si Cleopatra quiere guerra, guerra tendrá.






Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora