VII

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Natasha

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Natasha.

Belial me toma la mano, ayudándome a subir los escalones del jet. Entro y me acomodo el vestido de satén color azul marino antes de sentarme, me sirvo un vaso de gaseosa antes de que Julieta comience a elevarnos por los aires.

En esta misión trabajaremos todos, incluso Júpiter viajará con nosotros, pero obvio sin exponerse.

Catalina está sentada a la derecha unos metros detrás de mí con los audífonos puestos. Belial anda de copiloto y el moreno se sienta frente a mí.

Toma mi mano libre, acariciándole el dorso. Bebo un sorbo de la gaseosa y fijo mi vista en la pequeña ventana, viendo como nos paseamos entre las nubes.

—Tienes que hacerlo —habla serio—. Imagina... Solo imagina a Amelia de pequeña siendo sometida a un calvario como ese donde su destino estaría más que marcado. Habrías hecho cualquier cosa por sacarla de ahí.

—¿Quién te dice que no lo haré? —contesto sin mirarlo.

—No he dicho lo contrario. Solo... —suspira— Solo tómalo con calma y no le des tantas vueltas. El pasado debe enfrentarse al menos una vez en la vida para construir el futuro de la mejor manera.

Sabe a la perfección que esta misión puede costarme el equilibrio mental que he logrado mantener durante todo este tiempo, Júpiter lo sabe más que nadie.

Me jode verme sometida por las propias leyes que creé y han permanecido pulcras en la DHV, una de ellas es "Para destruir un imperio, primero hay que atacarlo por donde más les costará resurgír: Sus socios".

El ICF sin DEMV estaría decayendo poco a poco, por lo que es estrictamente necesario encontrar la forma de quirárselo.

—No hay nada que Cleopatra no pueda hacer.

Se aleja a sentarse en otra parte y me mentalizo que tengo que mantener la mejor postura para la misión que debemos llevar a cabo al aterrizar.

Me concentro en servirme un poco más de soda y asegurar a la niña en mi cartera Prada.

—Diez minutos para el aterrizaje —avisa Belial por el intercomunicador.

Le hago un retoque a mis labios con la pintura roja y bajo junto a Catalina cuando los diez minutos pasan.

Entrelazo mis dedos con los de Catalina mientras avanzamos, me aseguro de que Graham esté a varios metros de nosotras.

El Big Stars se cierne frente a nosotras. Un edificio de cuatro pisos, completamente moderno. Es de color negro y de luces blancas, uno de los Casinos más aristócratas y emblemáticos del mundo, según el mapa, Federico Ferrara y Dorotea Kassabji se encuentran aquí esta noche.

Un tipo corpulento, rapado de los lados con una coleta de cabello lizo y de dos metros nos deja pasar con facilidad. Bajo mi mano a la espalda baja de Catalina, trae un vestido de coctel rojo con tacones de aguja que hacen juego con la vestimenta y el cabello suelto.

Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora