XII

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Amor, pasión, venganza
y una promesa.

Natasha.

Logan pasa la yema de sus dedos medio e índice por el descarado escote de mi camiseta, un corte v que me llega hasta la altura del hombligo. Unos pantalones capri de seda descienden hasta mis talones como una cascada de sangre, del mismo material que la camisa.

—Vas a adentrarte en una manada de lobo hambrientos —su aliento me acaricia la curva del cuello y las clavículas—, ¿Crees que sea buena opción ir vestida de manera tan seductora?

Alzo la cabeza, dejando la zona de mi cuerpo a su disposición. Mi trahe está hecho de una tela de Georgette transparente que deja muy poco a la imaginación, una panty color cereza cubre lo que hay en mi entrepierna y la raja de mis nalgas, las aureolas van descubiertas sin el más mínimo atisbo de timidéz.

Mi esposo gruñe contra mi oído al detectar que me he aplicado su perfume Victoria's Secret favorito.

—El cabello suelto te sienta mejor —deshace mi moño algo, lanzando la banda a algún punto de la habitación y besando algunas hebras.

Vuelvo a respirar y gruñir contra mi cuello, posando sus manos en mi espalda baja.

—Se han llevado a Graham —emito, tomándolo por los hombros y separándolo suavemente—, ¿Qué esperas para acabar con toda esta farsa y llevarme a mí también?

A pesar de que sabía que yo sabía sobre su pequeña doble vida, lo toma desprevenido que se lo haya dicho con una serenidad innata.

—Eres la última persona en el mundo en la cual desconfiaría —agarro una daga de la mesita de noche y la ubico a un costado de su cuello, dándo un corto beso en sus labios—, pero que no se te olvide que yo soy la única persona en el mundo capaz de hacerte morir y revivir en cualquier instante.

Le muerdo la barbilla recién afeitada, ensuciando la zona con mi labial carmesí. Jugueteo con la hoja de la daga en su piel mientras suelto una risita, aunque nada me cause gracia en este preciso momento.

—Quisiera saber exactamente qué es lo que intentas, Presley —paso la lengua por el filo de la daga y la poso en su quijada, mordiendo mi labio inferior de manera tentadora—. Pero los juegos previos siempre han sido un jueguito tuyo. Una tortura para mí, pero que al final ambos disfrutamos de su precio.

Lanzo la daga a la cama, me loco de espaldas y me inclino hacia uno de los cajones de la mesita de noche, logrando mi objetivo pensado: su entrepierna contra mis glúteos.

Saco a mi baby-glock, a mi niña. Me la guardo en la espalda baja, refugiándola entre mi piel y la pretina del pantalón.

—¿Pierdo la elegancia al colocar descaradamente un arma tan letal en este traje tan fino y delicado? —pregunto, entrelazando mis dedos tras su nuca—. Puede que sí —paso la lengua por la línea de su boca y succiono la comisura de sus labios—, pero no me importa perderlo todo mientras que el temor a mi seudónimo se mantenga intacto aún hasta cuando esté ardiendo en las llamas del averno.

—Me excita que me conozcas tanto —alza una de mis piernas, posándola a la altura de su cadera—, pero tú no dejas de sorprenderme —relame sus labios—. Tenía la franqueza de que me matarías apenas te enteraras.

—Soy muy impredecible —paso mi pulgar por su mejilla—, tú careces de muchas de mis virtudes. Pero supongo que el amor y la pasión es algo que compartimos por igual, a esta altura de tu plan que aún no logro descifrar, ha de ser eso lo que complementa la siguiente fase.

Él sonríe, mostrandome su dentadura perfecta.

—La astusia femenina jamás pasa de moda, creo que no dejará de remontarse a todos los siglos. Pero te faltaron dos cosas en la confesión de tu descubrimiento —baja mi pierna, pero agarra mis nalgas y las empuja de lleno a su anatomía—. Tienes razón, el amor y la pasión complementa la siguiente fase de mi plan, pero te faltó la mención de la venganza —me besa los labios por un segundo y toma mi puñeca, dejando a la vista mi anillo de compromiso —y de la promesa —empuña mis dedos, besa mis nudillos.

Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora