XXIII

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Ingrata.

Mánchester / Inglaterra

Culebra.

A mí realmente no me importa si Natasha mata a Anthoaneth. El único deseo que ronda por mi cabeza es el de tener al colombiano y a la española bajo mi poder. Quiero poder. Tengo poder.

Creía que dominaba en cierta forma cuando ella era mi Patrona, pero la verdad era que me tenía en una caja de cristal, lanzandome con su supuesto favoritismo la indirecta de que me creía inútil. No me soltaba simplemente por los orgasmos que le causaba cuando ella quisiera, me quedó más que claro cuando me mandó a desconectar. Claro, ¿Ya para qué iba a quererme de vuelta? Si Logan ya había regresado.

Y con él siendo mi jefe era la misma porquería.

Me empino la botella de Jack Daniel's mientras miro hacia el techo. Reflexiono sobre todo lo que he pasado, quizás no he jugado un papel importante en la vida de nadie, tampoco soy considerado como un verdadero protagonista en alguna historia. Sólo soy como un personaje de relleno, ese al que se incluye en el capítulo para cualquier acción insignificante.

Eso era.

Ahora, trabajando junto a la mafia inglesa, sé que aquí es a dónde pertenezco. Anessa Bower me ha nombrado su mano izquiera del trabajo, y Dakota Rinaldi se ha emocionado de tenerme como acompañante. Aquí sí tengo poder, aquí me dan mi lugar. Aquí sí me siento especial.

Mi amor por Natasha se va aniquilando con cada gota que sale de la botella y muere en mi sistema, llevándose consigo la infalible promesa de una resaca de mala muerte.

Porque no puedo seguir amando a alguien que siempre quizo hacerme creer que no sirvo para nada. Arriesgué mi vida por Natasha esa noche en la Edemska Zmiya, y ella fue incapaz de ofrecerme aunque fuese un mínimo porcentaje de su cariño.

Que patético era, conformándome con migajas de su dolor y nostalgia.

La ayudé a planear sus mejores misiones, creé dispositivos que su clan usa hasta el sol de hoy, soporté sus insultos destructivos y sus órdenes nefastas. Caí en un maldito coma por salvar su vida y ella pretendía desconectarme.

Maldita.

No estoy de acuerdo con las andanzas de Anthoaneth Ferrara para con los niños, pero si estar de este lado me garantiza la caída de Cleopatra: es todo un placer mencionar que soy parte de la mafia inglesa.

🔪

Somalia / África.

Natasha.

Le aplico otra capa de esmalte negro a mis uñas mientras muevo mi pié de un lado a otro. Amelia y Belial están en el otro sofá, el segundo le da caricias constantes en el cabello a mi hermana mientras ella ve hacia un punto inexacto de la pared.

—¿Qué pasa, tía? —pregunto, quitando el rastro de pintura que se ha colado por el borde de mi pulgar.

Ella frunce el ceño sin dejar de mirar a la nada.

—Júpiter —es lo único que pronuncia.

Intenté silenciar mis opiniones con respecto a Helenna porque respeto sus sentimientos, pero si se trata de Júpiter, habrá que hablar.

—Culebra, ¿No? —inquiero, ella asiente—. Será por lo arrastrado.

—Aunque tú no lo quisieras, él fue mi compañero durante mucho tiempo —dice con seriedad—. Llegué a considerarlo mi mejor amigo, dejando por fuera su odio hacia ti. Siempre tuve claro que él deseaba hacerte año, pero yo me aferré a su compañía y vivía un poco feliz junto a su humor negro, con él el sufrimiento de no estar contigo no era tan pesado.

Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora