XX

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Amelia.

Graham duerme a mi lado con suspiros constantes, el largo y negro cabello le cae sobre la frente y tiene los labios un poco abiertos.

Sonrío mientras sigo viendo las fotos de mi búsqueda de pinterest. Estoy viendo unas posibles opciones para el pastel, será simplemente blanco, pero hay modelos muy bonitos. Mamá escogió los centros de mesa y ya los compramos.

Tenemos casi todo, la verdad. Solo falta el vestido que es un tema que me abruma bastante.

Hace tres años, Natasha me compró esta casa como regalo de cumpleaños diecisiete. Le tengo bastante respeto a las vueltas que da la vida, un día puedes no tener algo de comer y al otro te regalan una casa amueblada y no tan simple.

Bueno, cuando Natasha tenía diecinueve, ya tenía su mansión y toda la cosa, me puso a estudiar en una de las mejores universidades de Madrid cuando terminé mi bachillerato y me gradué de abogada.

Un día, llegando de la universidad, vi a una mujer sentada frente a mi puerta, la reconocí al instante. Era Helenna, mi madre.

Se arrodilló frente a mí, me imploró perdón y me aseguró que estaba limpia de cualquier sustancia dañina.

La perdoné por sus errores, porque a pesar de que practicamente viví toda mi vida con mi hermana, nunca dejé que me envenenara el corazón con el odio que sentía hacia nuestra madre. Sí, tiene toda la razón de odiarla, pero la mujer está realmente arrepentida y la destruye el hecho de que a Natasha le cause asco oír la pronunciación de su nombre.

Mamá me visitaba con frecuencia, me comentó que pagaba el alquiler de un departamento casi a las afueras de Madrid y que de la paga semanal reunía un poquito más para venir a verme, entonces le pedí que se viniera a vivir conmigo. Realmente no me faltaba ni me falta nada, pero no hay nada más reconfortante que en abrazo de tu madre cada mañana.

Natasha me da un cheque cada mes para ayudarme, aunque sabe perfectamente que trabajo y gano bien. No estoy ejerciendo mi carrera por los momentos, pero pienso en hacerlo en uno o dos años. Trabajo en una disquera, ayudando con el marketing de ésta y el patrocinio de los artistas.

Con eso mantengo la casa, Graham también me ayuda costeando lo que hace falta y de vez en cuando me da detalles de ropa, cenas en restaurantes lujosos, pendientes y cosas así.

Con el cheque que me da Natasha (que es suficiente como para sostener una casa como la suya), mantengo la fundación que creé hace dos años junto con mi madre para dar comida a los niños de bajos recursos. Igual, de ese cheque sobra dinero y poco a poco lo he ido reuniendo para la boda.

Mi hermana es una delincuente, tengo entendido que es narcotraficante y ladrona hasta cierto punto, y el que Graham trabaje con ella, lo convierte en un delincuente también. Pero a mí me muestra el otro lado de la moneda.

Conmigo es todo lo contrario a todo eso del trabajo, a veces llego del trabajo y lo encuentro haciendo la cena, hay días que ayuda a mi madre a lavar la ropa, me acompaña a hacer las compras cuando puede y hasta plantamos flores en unas masetas para el alfeizar de las ventanas la semana pasada. Con Natasha trabaja bastante, pero aprovecha cualquier mínima oportunidad para verme aunque sea unos segundos y... Suspiro.

Sin darme cuenta, me encuentro acariciándole el cabello.

Es extremadamente atractivo, hasta le molesta cuando vamos por la calle y las tipas se lo comen con la mirada porque cree que me pongo celosa, y la verdad es que no.

Mi novio podrá cometer delitos y tener una adicción a la cocaína, pero me tiene confianza y ese es uno de nuestros pilares más importantes.

Con respecto a la adicción, no lo hace todo el tiempo, y yo no insisto en que lo deje. No porque yo crea que sea una pérdida de tiempo, sino porque yo no consumo y no tengo idea de lo difícil que sería dejarla. Evita hacerlo cuando está conmigo, de todas formas, a veces Catalina me habla y me dice que sí lo hace cuando está allá, pero son pocas las veces.

Pienso que si no lo hubiese conocido, si estuviera en otra parte del mundo o con alguien más, y si ese alguien más no quisiera casarse con él, estaría perdiendo su tiempo y su vida.

Nunca tuve un pensamiento de "el chico ideal" como lo tienen la mayoría de las adolescentes, pero apenas lo conocí, supe que era él solo con ver su físico y sus hermosos ojos. ¡Dios! Y cuando lo conocí a fondo, me convencí de ello.

Dejo la lap-top a un lado cuando mi madre me trae el almuerzo.

—Gracias, mami —lo agarro y lo coloco sobre mis piernas para esperar que se atibie.

—Aún no creo que te vayas a casar en un mes —comenta, echandole ojo a mi busqueda en pinterest—. Ah, y esa es la comida de Graham, ya te traigo la tuya —me da la espalda para ir a la cocina.

—Bebé —muevo un poco la frente de Graham—, cielo.

Abre un ojo e intenta recostarse de lado, pero suelta un quejido de dolor.

—Con cuidado, Graham.

Dejo el plato a un lado y paso uno de mis brazos por su espalda para ayudarlo a impulsarse hacia arriba. El disparo apenas lo recibió hace dos días y cree que en esas pocas horas ya está como nuevo.

Suspira con molestia cuando le ofrezco una cucharada de arroz.

—Ahora entiendo como te sentías de inútil cuando me tocaba a mí darte de comer —dirige su vista al frente y suelta una risilla.

—Estoy entendiendo que cuidabas de mí —acepta la comida, mostrandome sus hermosos ojos oceánicos—, y ahora yo cuido de ti.

Rueda los ojos. Mamá trae mi comida y agarra la de Graham para que yo coma tranquila.

—Sí, Amelia, entiendo —habla rápido cuando mi mamá acerca una silla a su lado—. Pero ya estaría cayendo muy bajo si dejo que mi suegra me alimente —mira a la mujer—. Sin ofender, señora Helenna.

La susodicha solo aprieta los labios.

—Pues, adáptate algo rápido —alzo una ceja—, porque ahorita iré a donde mi hermana y te vas a quedar con tu suegra.

—Tiene que ser una bro...

Se calla cuando mi madre finge mirarlo mal y le mete una albóndiga en la boca.

—Quiero decir... —habla masticando—. Que debería estar haciéndome la vida imposible, pero en lugar de eso, me pica los sandwich en triángulos en el desayuno —acepta más comida y sigue hablando con la boca llena—. Y hasta les quita la corteza.

—No estamos en una película, cielo —contesto—. Además, no todas las suegras son malas, hasta hay unas que quieren a sus yernos más que a sus hijas —sonrío con extrañeza, porque esos casos son raros.

—Y ya te he dicho que no te dirijas hacia a mí como si fuera una anciana de cincuenta años —mi madre le recuerda mientras le ofrece jugo—. Solo tengo cuarenta y dos.

Él solo se queda callado mientras seguimos comiendo.

Tengo a mi madre, que su cariño llegó cuando me convertí en adulta, pero llegó, que es lo importante.

Tengo a Graham que es mi delirio y yo el suyo, sería un dolor de cabeza intentar descifrar quién ama más a quién.

Tengo a Natasha que ha cuidado de mí toda mi vida, se corrompió a sí misma para darme hasta mucho más de lo que necesitaba, sé que nunca nada me hará falta mientras ella exista. Por eso la amo y la admiro a pesar de ser lo que es, por eso no siento ni el más mínimo de los remordimientos por haber asesinado a esa mujer.

Yo amo mi hermana y no me alcanzaría ni esta, ni mil vidas más para agradecer todo lo que me ha dado.















Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora